Por Manuel Artero Rueda.
Cada día la barbarie se asoma a las noticias con ese denominador común de destrozar la historia. Ayer en la ciudad frontera de España, Badajoz con las estatuas de los conquistadores Pedro de Alvarado, Francisco Pizarro y Hernando de Soto. Antes de ayer en México, Los Ángeles y Nueva York con Fray Junípero Serra y el otro día en Richmond, Virginia, con el malogrado Colón, decapitado, incendiado y tirado al lago más cercano, al que los periodistas españoles, sin oficio pero con parné y audiencia, ya adjetivan de conquistador en lugar de descubridor y cuyas estatuas están siendo el principal objeto de este aquelarre global en esta nueva guerra de fortuna contra la Hispanidad.
Al igual que los talibanes que volaron los budas de Bamiyán, en Afganistan, estos nuevos terroristas callejeros son anónimos, una turba la mayoría de las veces embozada que sigue las directrices de unos jefes escondidos siempre tras las bambalinas del poder. Por lo que resulta revelador el precedente ocurrido en Barcelona hace tres años de la mano de su regidora la señora Ada Colau que adquirió fama y notoriedad publicitando los suicidios y, de aquella sabemos que se gastó mas de 180.000 euros para exhibir la estatua de Franco sin cabeza en la exposición “Franco, Victoria, República: impunidad y espacio urbano”.
La ocurrencia que ya hoy se ha olvidado fue sacar la estatua ecuestre de Franco decapitado a la calle durante tres días para que los ciudadanos se divirtieran con ella y así, con tamaña provocación institucional costeada con dinero público, muchos vecinos centrados en su ideología de la revolución, y desde el minuto cero, comenzaron a tirar huevos, colgar trapos estrellados, chillar falsas proclamas y, ¿cómo no? acercarse al chino mas próximo un comprar un par de botecitos de pintura a ser posible de color rojo.
Cuando la estatua quedó destrozada el Ayuntamiento de Barcelona dijo, y por escrito, que lamentaba lo ocurrido pero lo comprendía. Y así estamos, a un paso de que nos digan que la barbarie de destrozar estatuas es una facete más de la libertad de expresión y ese nuevo arte progre y urbano que se fundamenta en el manifiesto de mear la calle pero con rollito buenista 2.500 años después de que Heróstrato incendiara el templo de Artemisa en Éfeso, una de las siete maravillas del mundo antiguo, para darse a conocer y ser famoso que es lo que mola.
Manuel Artero Rueda ha dedicado toda su vida profesional a la televisión en TVE donde, en los últimos veinte años, y después de haber trabajado como ayudante de producción y realización. ha realizado su oficio de periodista como reportero en el programa Informe Semanal. En la actualidad edita y dirige la revista La Paseata.
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