Viniendo de muy abajo, el patriota luchador por una Cuba libre pasó de ser lechero a empresario multimillonario. Conozca la historia y el pensamiento económico de quien fuera el exiliado cubano más exitoso de su época.
Por Dr. Rafael Marrero
A Jorge Mas Canosa se le conoce mayormente por haber sido el líder del exilio cubano y uno de los más acérrimos enemigos de la dictadura de Fidel Castro. Sin embargo, de conjunto con ese activismo político a favor de la democracia en Cuba, también sobresalió como un consagrado hombre de negocios. De hecho, desde el punto de vista financiero, fue el exiliado cubano más exitoso de su generación.
Claro que escalar a ese nivel tan alto dentro del mundo empresarial no ocurrió de la noche a la mañana. Para llegar ahí, fueron muchísimos los retos y obstáculos que tuvo que superar, primero, como un empleado común y corriente, y luego, como un visionario emprendedor. Repasemos, pues, el pensamiento económico de Mas Canosa, firme defensor de la libre empresa al que bien vale la pena emular.
Nacimiento del líder.
Transcurría 1939. Era el 21 de septiembre, y allá, en Santiago de Cuba, en el seno de una familia católica rural acomodada, llegaba al mundo Jorge Lincoln Mas Canosa, verdadera piedra en el zapato de los hermanos Castro. Según concuerdan diversas biografías sobre su persona, el hijo de Ramón Mas y Josefa del Carmen Canosa nació con el don del liderazgo y fue de armas tomar, incluso, desde pequeño.
Siendo un adolescente todavía, con tan solo 15 años de edad, tuvo el valor de pronunciarse en contra del gobierno de Fulgencio Batista, muy a pesar de que su padre era un militar ligado al mandatario. Aquel hecho, que marcó un hito en el desarrollo de su personalidad inconforme con el régimen batistiano, lo puso brevemente tras las rejas y también sirvió de detonante para que su familia decidiera enviarlo a Estados Unidos.
Tras conseguir su diploma de enseñanza secundaria, Mas Canosa fue enviado al Presbyterian Junior College en Maxton, North Carolina, donde inició su carrera de Derecho, aprendió inglés y estudió filosofía política, asignatura que fue determinante en su pensamiento político ulterior.
En 1959, una semana después del triunfo de Fidel Castro, el otrora joven decidió regresar a Cuba con el objetivo de continuar sus estudios en la Universidad de Oriente. Sin embargo, seis meses después, fue detenido por participar en supuestas “actividades contrarrevolucionarias”.
Al incipiente líder anticastrista no le parecieron nada bien las operaciones de aquel movimiento “democrático”, así que, apenas fue liberado, tomó la decisión de retornar a los Estados Unidos, pero esta vez en calidad de exiliado. Dispuesto a luchar contra el régimen comunista, dedicaría el resto de su vida a tal objetivo.
Surgimiento del activista.
En 1960, Mas Canosa llegó a la ciudad de Miami, cuna del exilio cubano. Casi inmediatamente, se unió a la Brigada 2506 y, un año después, se sumó de modo voluntario a la invasión de Bahía de Cochinos, según recoge un reporte de CiberCuba difundido a propósito del 80 aniversario de su nacimiento.
Como activista anticastrista en ciernes, también se involucró con los principales movimientos anticomunistas en el destierro porque, definitivamente, tenía que hacer algo en pro del país que le vio nacer. Fue así como se fue dando a conocer entre la comunidad de exiliados cubanos, quienes, al igual que él, intentaban derrocar a la tiranía de la isla.
Cuentan que, por esa época, el patriota luchador también decidió tomar entrenamiento militar; decisión que, años después, lo conduciría a graduarse como Segundo Teniente del Ejército de los Estados Unidos en Fort Benning, Georgia.
Al líder innato y activista intransigente se sumaban así la férrea disciplina y la estricta formación de los militares, principios que, sin lugar a dudas, supo aplicar muy bien a su magistral modo de hacer negocios.
Formación del emprendedor.
Cuando el joven Mas Canosa llegó a Estados Unidos, empezó de abajo, como todo el mundo: trabajó como estibador en el puerto, fregó platos en un hotel y repartió leche por la ciudad. Todo con tal de llevar sustento a su hogar. Hombre de familia, se casó con Irma Santos, y de ese matrimonio nacieron sus tres hijos: Jorge, Juan Carlos y José Ramón.
Algo a resaltar de esta etapa es el hecho de que, como su tiempo era escaso mientras se desempeñaba como lechero para la compañía McArthur, buscó la forma de agilizar la forma de facturarle y cobrarle a los clientes de su ruta de entrega, lo que mejoró el flujo de caja y redujo drásticamente el tiempo destinado a cobrarle a los morosos.
Como un incipiente hombre de negocios, ya desde esta etapa entendía la importancia del manejo del factor tiempo. Esa y otras historias similares fueron compartidas por Álvaro Vargas Llosa en su libro El exilio indomable, un texto sobre el exilio cubano del que, precisamente, Mas Canosa es el hilo conductor.
Según un artículo difundido por El País, que cita al autor de esa obra, “hay una lección para el resto de latinoamericanos en la gesta de un hombre que pasó de ser lechero a tener un imperio económico de 800 millones de dólares”.
Y claro que la hay: aquel hombre que repartió leche por todo Miami y que solía conversar con sus clientes sobre el sueño de una Cuba libre, también se dio cuenta de que la independencia económica es clave para la libertad.
Precisamente por eso, en 1969, hizo un trato con los dueños de Iglesias & Torres, una compañía en crisis que construía y prestaba servicio a las redes telefónicas. Resulta que Ignacio Iglesias y Héctor Torres le pidieron ayuda con un contrato de telecomunicaciones y él, a pesar de no tener ninguna experiencia en ese campo, no lo pensó dos veces, pero les puso una condición: se sumaba al proyecto si era como codueño, no como empleado.
De ese modo se comprometió a salvar la empresa a cambio de la mitad del negocio y no solo logró su acometido, sino que también consiguió que el Republican National Bank le hiciera un préstamo de $50 000 dólares para terminar de adquirir la compañía.
Básicamente, Mas Canosa logró optimizar los métodos de construcción y aumentar la productividad de la empresa. Tanto fue así que, al año de comprarla, ya estaba haciendo negocios por más de un millón de dólares y una década después, las ganancias ascendían a la friolera de $40 millones de dólares anuales.
Devenido un firme defensor y propulsor de conceptos tan en boga hoy día, como el branding, el posicionamiento y el marketing, el visionario emprendedor también le cambió el nombre a la compañía, que en lo adelante se llamaría Church & Tower.
Para él, definitivamente, las marcas y la percepción dentro del mercado americano importaban, y muchísimo, particularmente si la firma quería reposicionarse y escalar sus operaciones mediante contratos con empresas tan importantes como Bellsouth (hoy AT&T).
Desarrollo del empresario
De acuerdo con un artículo publicado en Los Angeles Times, las actividades de Mas Canosa dentro del exilio a favor del fin de la tiranía en Cuba le valieron la atención de otros muchos exiliados.
Uno de ellos fue el presidente de Bacardí, José M. Bosch, quien, en 1964, le patrocinó para poner en marcha la Representación Cubana en el Exilio (RECE), entidad creada para darle voz a la comunidad de cubanos que él representaba.
Tal como era de esperarse, las conexiones resultantes de su imparable quehacer político en pro de una Cuba libre, de conjunto con su increíble visión empresarial, hicieron posible que Mas Canosa fuera ganando méritos en esas dos grandes vertientes de su vida.
Fue así como en 1981, y a petición del presidente Ronald Reagan, creó la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), poderosa maquinaria política destinada a defender los intereses del exilio cubano.
También por petición del mismo mandatario, formó parte del Consejo Asesor Presidencial de Radio/TV Martí, plataforma desde la cual igualmente luchó a brazo partido contra la dictadura castrista. Mientras todo eso acontecía, el líder anticomunista continuaba ascendiendo en el área de los negocios y también ayudando prolijamente a su comunidad.
Jorge Mas Canosa tenía un gran olfato para las oportunidades económicas. Por ello siempre mantuvo un apresto operacional de alto rendimiento para ejecutar de inmediato, de ser necesario. En 1992, por ejemplo, cuando el huracán Andrew azotó el sur de Florida, estableció un programa de ayuda dirigido a los vecindarios más afectados de Miami-Dade.
Básicamente, movilizó a sus hombres y se presentó de inmediato en Homestead con sus cuadrillas, camiones y equipos de trabajo para erigir postes eléctricos y líneas de telefonía. Sin obtener previa autorización, ni un contrato u orden de compras de parte de Bellsouth y la FPL, puso sus hombres y equipos a la disposición de estas firmas.
Cuentan que, tras el paso del huracán, al presentarse en el área de Homestead y presenciar al ejército de trabajadores de Mas Canosa, un gerente de la firma Bellsouth les preguntó a los empleados quiénes eran y quién los había autorizado a comenzar las labores de reconstrucción.
Ni corto, ni perezoso, Mas Canosa le contestó que, si quería, él se retiraba de inmediato con sus hombres y equipo pesado, y que ellos continuaran con las tareas de reconstrucción por sí solos. Por supuesto, obtuvo la autorización de inmediato. Fue así como también estuvo al frente de esa misión por seis meses, distribuyendo alimentos y materiales a los damnificados.
Volviendo a la arista empresarial, en 1994, tras fusionar Church & Tower con su antigua competencia, Burnup & Sims, una constructora norteamericana, Mas Canosa creó MasTec, firma líder en generación de energía, industria renovable, gas natural, oleoductos, transmisión eléctrica, sistemas y servicios públicos inalámbricos e instalación de DirecTV.
Tan bien le fue al empresario en esta compañía que cuatro años más tarde de formarla, logró registrarla para siempre en la historia del emprendimiento hispano en los Estados Unidos, al ser la primera corporación dirigida por un hispano en materializar la meta de alcanzar los mil millones de dólares.
Con el megalogro obtenido de ingresar así al selecto Billion Dollar Club, Mas Canosa corroboró cuán importante había sido todo lo hecho hasta ese momento. Es decir, dejó bien claro el valor del crecimiento empresarial por medio de la adquisición y las alianzas estratégicas. Y es que, en efecto, su firma creció exponencialmente gracias a la oportuna compra de las firmas y los activos antes mencionados.
Consolidación del magnate
Jorge Mas Canosa no estudió finanzas, ni ciencias gerenciales. Tampoco sabía nada de telecomunicaciones, sin embargo, bien temprano en su carrera como novel empresario supo que la especialización era primordial, y por eso aprendió.
Aprendió, asimismo, que era sumamente imprescindible rodearse del mejor talento en su team y que las lecciones recibidas de la comunidad hebrea, concretamente de la organización B’Nai B’Rith, eran fundamentales para modelar su accionar en la FNCA.
Como buen ‘ajefista’ ─miembro de la Asociación de Jóvenes Esperanza de la Fraternidad (AJEF) ─ entretanto, entendió que podía usar en sus negocios las habilidades adquiridas en sus clases de masonería (oratoria, poder de convocatoria y capacidad de movilización), y, por tanto, las empleó.
A Mas Canosa también se le reconoce por haber sido un precursor del boom económico de la era dot.com. Y es que su firma MasTec, hoy con unos 22 mil empleados en nómina, fue la responsable de construir los centros de datos necesarios para el auge de las firmas de alta tecnología.
A todo este amasijo de virtudes que lo llevaron a convertirse en ejemplo de empresario megaexitoso, también hay que sumar un don innato que casi raya en la leyenda: su memoria prodigiosa. Cuentan que se sabía los nombres de pila de todos sus empleados y que prefería usar su retentiva antes que cualquier adelanto tecnológico.
Básicamente, era un empresario al que le gustaba manejar sus negocios a la vieja usanza. Incorporaba los conceptos de contabilidad y finanzas con lápiz y papel, así que se negaba a usar computadora alguna. Cuentan también que cuando le instalaron su primer ordenador en su despacho, dijo rotundamente que no iba a usar “esa cosa”. Y así fue.
Inteligente, habilidoso y extremadamente enfocado en sus objetivos, Mas Canosa también es recordado por un gesto que le identificaba sobremanera. Resulta que cuando estaba en medio de una negociación o reunión importante, justo en el momento en que daría a conocer su parecer, siempre, siempre, solía echarse hacia atrás en su silla y agarrarse fuerte de los apoyabrazos como diciendo: “Prepárense para lo que viene”.
Justamente uno de sus aliados más reconocidos, exoficial del Departamento de Estado de Estados Unidos y encargado de su seguridad en circunstancias como la descrita, a quien mantendremos en el anonimato por obvias razones, fue testigo de varias escenas como esa y de una de las anécdotas más sonadas en este sentido.
En una ocasión en que Mas Canosa negociaba la adquisición de una firma en Europa del Este, cansado de escuchar la perorata de los abogados, hizo el gesto en cuestión, se paró acto seguido y les espetó: “A mí lo que me interesa es lo que va a entrar aquí (apuntando al bolsillo izquierdo), lo que tengo que pagar (tocando el bolsillo derecho) y lo que se va a quedar en mi cartera (palpando su billetera)”.
Definitivamente, ese era su bottom line: los números son los números y lo que importa son los resultados; resultados que lo condujeron a amasar una fortuna inicial superior a los 80 millones de dólares y a convertirse en uno de los cinco hispanos más acaudalados de los Estados Unidos, tal como resalta El País Digital en un artículo sobre su vida y obra.
Legado del hombre
Jorge Mas Canosa no solo es un símbolo de la lucha del pueblo cubano en el exilio, sino también del empuje, la visión y el enfoque que hay que tener para triunfar a lo grande en el mundo de los negocios. Innegablemente, supo desempeñar muy bien esas, las dos grandes misiones de su vida, y hoy se le admira y reconoce por ello.
Llegó a los Estados Unidos con 20 años y se marchó de este mundo muy pronto, a los 58. Sin embargo, en esas poco más de tres décadas de ardua lucha en sus dos frentes, hizo y logró tantas cosas que de seguro le harán vivir eternamente en la memoria de varias generaciones.
Fue el exiliado cubano que propulsó la aprobación de las leyes Torricelli y Helms-Burton; el promotor del programa Éxodo, que reunificó a más de 10 mil familias de la isla, y el artífice del denominado lobby cubano a través de la FNCA.
A pesar de que aseguraba no tener aspiraciones políticas, ni presidenciales, fue considerado, asimismo, como el primer potencial presidente de una Cuba soberanamente libre. Justamente por la causa de su querida isla avasallada, recorrió varios países del mundo en busca de establecer alianzas.
Un reporte especial del Diario de Cuba resalta que se reunió con figuras y personalidades tan diversas como Boris Yeltsin, político ruso que acabó con el régimen comunista de la Unión Soviética, y con Margaret Thatcher, quien fuera ministra del Reino Unido. También apoyó al líder de la UNITA, Jonas Savimbi, durante la guerra civil de Angola en la que participaron miles de soldados cubanos.
Sin duda alguna, Mas Canosa hizo todo lo que pudo y más. Aunque ausente físicamente, su legado político y su pensamiento económico prevalecen intactos. El exilio cubano continúa denunciando los abusos que él denunció, sigue abogando por el pluralismo político que él tanto defendió, se mantiene pidiendo elecciones libres tal como él demandó. En suma, sigue luchando incansablemente por la libertad de su tierra, justo como él enseñó.
¿Qué decir del imperio que construyera, MasTec? Pues que sigue cosechando un éxito tras otro, no solo a través de la firma matriz, sino también mediante otras seis divisiones que prestan servicios muy específicos: Mastec Oil & Gas, MasTec Network Solutions, MasTec Clean Energy & Infrastructure, MasTec Utility Services, MasTec Transmission & Substation y MasTec Advanced Technologies.
MasTec, además, es una corporación que cotiza en la bolsa de valores, está entre las cinco empresas latinas más exitosas de toda la unión americana y tiene un rédito superior a los ocho mil millones de dólares. Desde dondequiera que esté, Jorge Lincoln Mas Canosa debe estar orgulloso de cuán lejos ha llegado lo que él un día empezó. Grande entre los grandes, fue, es y será modelo, orgullo e inspiración.
“¡Adelante, adelante, adelante!”.
Dr. Rafael Marrero es economista, empresario. Editor de Economía de ZoePost.
Un gran Cubano
Texto genial, propio de a quien se honra, Jorge Mas Canosa..
Excelente! Muy buen artículo que honra a un gran cubano.
Los más grandes y ejemplares empresarios españoles tampoco pasaron por la Universidad. Especialmente los que partieron de cero y alcanzaron la cima.
Excelente.