El negocio de las Revoluciones

Por Andrés R. Rodríguez.

Las sociedades previas a la toma de la Bastilla, habían sido casi siempre manejadas por hábiles espadachines y aventureros de toda laya, que cuando arribaban al poder se autonombraban con títulos sonoros y rimbombantes, o se declaraban hijos del sol para así ocultar que eran vulgares HP. La Revolución Francesa, fue una manera de que llegaran al poder personajes e intelectuales marginales del momento, con nuevas perspectivas. Era la primera vez que intelectos tomaron las riendas sociales de una manera enérgica y violenta. Ese tipo de personas, por lo general antes habían tenido que ganarse la vida actuado como saltimbanquis, charlatanes de feria, adivinadores, a lo sumo como alquimistas, consejeros áulicos o abogadillos de provincia.

La ilustración y el racionalismo, habían facilitado el traspaso de conocimientos, que antes siempre habían estado celosamente en manos de sacerdotes-guardianes. A partir de la acción de los ilustrados (en el poder) en Europa industrializada surge toda una capa de la población, con educación e inquietudes intelectuales, que no tienen ya que ser por necesidad saltimbanquis del señor feudal. Pero a partir de entonces los intelectuales les imponen otra música de fondo, para que bailen otra danza, la de ser revolucionarios, humanitarios y llamarle a sus aspiraciones y prebendas derechos humanos. Y esto no es un proceso gradual sino pleno de traumas. La Revolución Francesa fue secuestrada por el jacobinismo y todas las posteriores la imitaron, llaman a la violencia. Y olvidan el gradualismo, la Evolución.

En sociedades en paulatino y a veces tenso proceso de industrialización, el contexto social pretendidamente favorece a los dueños de medios de producción (a saber, capitalistas), pero en los hechos, la modernidad ha creado (millones de individuos), que no participan en la producción, sino en cuestiones culturales y burocráticas. Su trabajo no es agotador, ni tenso, ni tienen que esforzarse porque factores objetivos destruyan sus propuestas y medios de vida (como si puede suceder a un Capitalista). Son toda una nueva clase social, en “lucha de clases” con los demás. Luchan por parasitar el cuerpo social.

En realidad, la industrialización crea las condiciones para el surgimiento de este tipo de seres sociales. Los más prominentes ocupan puestos acomodados en estrados académicos, con alto y ascendente sueldo según el número de papeles (papers)  publicados. Su eficiencia no se mide en aportes concretos, sino en quien es más comentado dentro de los círculos académicos, que entonces pudieran llamarse farándula académica. En muchos países se han establecido leyes que les dan una patente de corso de por vida (tenure track), que impide sean expulsados y además disfrutan de libertad de cátedra, es decir, en su clase dicen e imponen lo que estiman, sin riesgo a ser reprimidos. Sus alumnos, sin embargo, si no se ajustan a los criterios de sus profesores, pueden ser reprobados.  Resulta así que no están sometidos a ningún control social, y por el contrario, tienen medios de controlar la sociedad (se les publican libros, aunque nadie los lea aparte de sus estudiantes; viajan por el mundo a dar la misma conferencia una y otra vez; cuando exponen sus tesis y supuestos, se dirigen al público con cara de artistas y una mezcla de arrogancia y condescendencia; Sus conferencias públicas de 2 horas, son seguidas de 15 minutos de preguntas; contestan lo que les de la gana y rara vez dan tiempo al público a cuestionar sus afirmaciones).

En el caso de las ciencias duras, cuyos temas suelen ser basados en fórmulas y matemática, y son densos e intrincados,  realmente es difícil imponer criterios subjetivos y nimiedades. Y son temas solo del interés de especialistas y pares, sin mucha resonancia mediática. Pero en las humanidades, sus planteamientos centrales pretenden ser entendidos por amplias masas, otros que no sean especialistas, aun cuando pueden ir desde un registro lingüístico culto hasta uno vulgar. Su claridad, sin embargo, está tendiendo en la actualidad a sobresimplificar los hechos en formulitas realmente vanas y reduccionistas (Ej. la pretensión de Marx de que las fuerzas productivas (FP) chocan con las relaciones de producción (RP), y de esa contradicción emerge la nueva FORMACION ECONÓMICA SOCIAL (FES), o sea, FP →RP = FES ¡!)

A partir de la Revolución Francesa, en cualquier latitud del mundo, existen grupos de personas que se consideran y declaran pensantes, pero que actúan como ideólogos de los nuevos espadachines que quieren tomar el poder, en este caso en nombre de que son buenistas, o sea, todos somos buenos y todo lo hacen para “el pueblo”. Y si proponen métodos violentos de evolución cultural, pero no es por maldad, es porque la historia necesita una partera. De esta manera, esos idiotas ilustrados, han creado todo un culto a la violencia. Y a la violencia le llaman Revolución, y la adoran aun cuando la evidencia de sus desafueros es palpable.

Se trata de arrogancia intelectual en estado puro, cultivada en los jardines de Universidades y en conversaciones alcohólicas de las 6 PM.  Filósofos y sociólogos, son especialmente los proponentes de la dinamita. Se pretenden racionales y científicos, pero cada vez se hace más evidente que solo son torpes dinamiteros intentando hacerse con mayor tajada del pastel social.

En Francia, la eclosión de la Revolución había emergido desde 2 personalidades cimeras: Voltaire y Rousseau, así como una pléyade de pensadores, científicos, inventores. Luego de la hambruna de 1888, los espadachines revolucionarios lograron descabezar a la nobleza y que gobernaran gentes de la Razón. Y ¡Sorpresa! Los intelectuales buenistas en el poder tomaron caminos locos y gobernaron a golpe de guillotina. El terror fue su método, la guillotina su herramienta de ingeniería social.

Toda revolución, es suicidio social y confusión de los que en esa tormenta se mojaron. Quedan todos humedecidos de sangre y lágrimas. Cuando la Razón es sobrepasada por el trueno de la dinamita, todos padecen de sordera después. Aun así, es un negocio para ese tipo de intelectos que, si no pescaran en la turbidez de ese río revuelto, serían algún tipo saltimbanquis modernizados.

Lo peor es que se cae en el tobogán de “la revolución” porque se impide la evolución.

Ese fue el caso de la Cuba en los 50s. A un pequeño aprendiz de Romanov se opuso toda una intelectualidad dinamitera y “revolucionaria”. Ya vimos el resultado. El país entero ha sido un laboratorio social y ha saltado por los aires. Un país de sordos. Ya ni se puede hablar de nacionalidad.

Ahora, en la Cuba de los 2020s, unos Luises de nuevo no escuchan alternativas. Pero ahora los apoyan unos coritos de “académicos” del mundo y locales, parapetados en cátedras de Sociología, Filosofía, Ciencias Políticas y algunos de Economía. Son aprendices de ingenieros sociales, pero su arrogancia intelectual les cierra las entendederas, además de que viven refugiados detrás de los muros académicos, sin apenas tener contacto con la realidad. Tienen dificultad para cultivar el jardín de su casa si no es con un manual de horticultura. Pero quieren ser Ministros de Agricultura. En San Francisco, Paris, Moscú, Pekín, La Habana o Caracas, pretenden que ellos saben cómo administrar las contradicciones de las sociedades. Su fórmula mágica es la igualdad y la justicia social, que fue una vez descubierta por jardineros sociales excelsos, el más usado y gastado:  Marx y su libro El Capital, con sus formulitas sobresimplificadoras.

La evolución cultural pudiera tener algunas características que no están presentes en la evolución biológica, en su base. Pero no puede ocurrir llevándole la contraria a lo basal. En otras palabras, lo social no puede ocurrir contranatura . Y eso es exactamente lo que propone Marx, el comunismo, el socialismo, y todos estos justicieros sociales, catedráticos-Robin Hood igualitaristas. Desconocen que la Naturaleza evoluciona creando (bio)diversidad y discriminado entre las más viables de los excepcionales.

Este negocio de las Revoluciones, solo ha sido productivo para saltimbanquis y payasos, y ahora para algunos catedráticos. Los aventureros de siempre andan por ahí con cara pintarrajeada, algunos más circunspectos, usan toga y birrete. Si no lo comprendemos pronto, vamos a perder hasta la carpa.

Andres R. Rodríguez es Científico, Biólogo. Investigador premiado con varios libros editados, entre los que se encuentran: «Lista de Nombres comunes y científicos de peces marinos cubanos (Nomenclator)» (1984, CIP, 82 pp); «Breve Diccionario de Biología Pesquera” (Mar y Pesca, 1986-1987 80pp), «Peces marinos importantes de Cuba» (1987, Ed. Científico-Técnica, 236 pp), “Ecología Actual, Conceptos Fundamentales” (2000, UdO, 134 pp.), “Maritime Dictionary-Diccionario Marítimo (Eng-Spa)” (2009, Ed. Myths and Books, 400 pp) ¨Fábulas vivas¨ (Amazon/Alexandria Library, 2015), «Colonial Havana˗Trinidad” (2018, Amazon/Ed. Alexandria 150 pp), «Havana 500 Anniversary” (2019, Amazon/Ed. Myths and Books 120 pp). ), «Destellos al Alba” (2019, Amazon/Ed. Myths and Books 120 pp, Ensayo). «Caribbean Touristic Dictionary” (2019, Amazon/Ed. Myths and Books 165 pp), «Ecologia para Ecotourismo» (2020, Amazon/Ed. Myths and Books 380 pp), «La Verdad es llama” (2020, Amazon/Ed. Myths and Books 180 pp) En preparación: «Caribbean Ecotourism and Submarinism Eng-Spa”, «Ecotourism Multilingual Dictionary”, «Diccionario de Biología Pesquera”. Ha sido finalista en los concursos literarios “Historias sobre la Historia”. Silva Editorial (2006, Barcelona.) y Premio Orola con “Tacto”, (2009, Madrid). Actualmente es hombre de negocios, consultor de pesca, turismo, medioambiente, periodista freelance.

Walfrido Hau es pintor cubano.