Política

El largo brazo del Kremlin

Por Manuel C. Díaz.

– ¿Será Yevgueni Prigozhin su próxima víctima? –

El pasado mes de julio en una inusual conferencia de prensa, el presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, declaró que Yevgueni Prigozhin, líder del grupo Wagner, ya no estaba bajo su protección. Preguntado por los periodistas sobre su paradero dijo que se encontraba en San Petersburgo, su ciudad natal. Y agregó: “Su destino está en manos de Putin”.

Como se sabe, Lukashenko había negociado dos semanas antes el fin de la revuelta armada. En el acuerdo alcanzado se establecía que Prigozhin se asilaría en Bielorrusia, se le retirarían los cargos de rebelión que le habían sido impuestos y se garantizaría su seguridad personal.

Sin embargo, un mes y medio después no se sabe con exactitud donde está Prigozhin. La última vez que fue visto, abandonaba la ciudad de Rostov del Don a bordo de un automóvil blindado en medio de los aplausos de sus compatriotas que se acercaban a él para tomarse selfis mientras sus tanques avanzaban hacia Moscú en un intento por destituir, según dijo, a los generales Serguéi Shoigú, ministro de defensa, y Valeri Gerásimov, por el mal manejo de la guerra en Ucrania.

La pregunta que todos se hacen es: ¿Dónde está Prigozhin? En realidad, es lo que menos importa. Y es que donde quiera que esté, sus días pudieran estar contados. Solo es cuestión de tiempo para que le pase lo que a Vladimir Golovliov, uno de los fundadores del partido opositor Rusia Liberal, quien fue muerto en agosto de 2002 de un disparo en la cabeza mientras paseaba a su perro en un parque de Moscú.

O quizás acabe como Alexander Litvinenko, un antiguo miembro de los servicios secretos rusos que fue asesinado el 23 de noviembre de 2006 después de haber denunciado que la ola de atentados llevados a cabo en septiembre de 1999 había sido organizada por la antigua KGB. En aquella ocasión el método usado fue una inyección de polonio, una sustancia altamente radioactiva. El lugar: una concurrida calle londinense.

O tal vez corra la suerte de Anna Politkovskaya, una reconocida periodista del semanario Nóvaya Gazeta que, por publicar los crímenes cometidos por las fuerzas de seguridad en Chechenia, resultó muerta de varios disparos en el ascensor del edificio donde vivía.

La lista es extensa: Natali Estemirova, quien trabajaba para una ONG rusa, fue secuestrada el 15 de julio de 2009 en Grozni, capital de Chechenia, y encontrada ese mismo día en una carretera vecina con varios disparos en la cabeza. Una suerte parecida corrió Boris Nemtsov, un conocido y fiero opositor de Putin, quien fue asesinado a tiros el 27 de febrero de 2015.

El Kremlin nunca ha perdonado a los que se le enfrentan. Y su brazo es muy largo. ¿Por qué Prigozhin habría de ser la excepción?

Manuel C. Díaz es escritor, periodista, y cronista de viajes.

 

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