Por Ray Luna.
De ordinario, los Zoomers «cambian de palo pa’rumba» sin pensarlo dos veces. Facebook y Twitter son cosa de viejos, no tienen la mezquina costumbre de atarse por mucho tiempo a una determinada plataforma, como sucede con los Millennials. Tengo en casa un dieciséisañero que pasa horas y horas devorando noctívagos e incorrectísimos memes en los servidores privados de Discord. Quién sabe mañana por dónde andará.
«¡Esas carcajadas, Dios, no me dejan dormir!», lo riñe la señora de Luna.
Uno, incluso, creería que 4chan sea la red social más anárquica, la más hardcore y, quizá, la más libre del planeta. La secrecía, de un tiempo a esta parte, se ha vuelto un servicio muy preciado para los usuarios de las redes.
Todos añoran la arcana privacidad de los 80s. Todos temen a los intrusos. Nadie quiere ver sus íntimas filias escamoteadas de la más burda manera. Nadie.
Los acontecimientos de estos últimos días prueban que el mercado, como aclaman los economistas austriacos, posee la sobrenatural facultad de corregir comportamientos inmorales.
Las decisiones ideológicas en los negocios cuestan caras
Parler es un centauro: mitad Facebook, mitad Twitter. Conveniente. Durante las últimas semanas una mastodóntica ola de ciudadanos —asqueados de tanta condescendiente y misericordiosa censura— han demandado sus servicios. (Obnubilados, a lo mejor, por su eslogan: Free Speech Social Network.)
En este híbrido virtual se pueden colgar también imágenes, enlaces que estén más orientados gráficamente, como en Instagram. Hasta hace poco menos de un año no se le prestaba mucha atención, pues, se tenía por una especie de «club para conservadores». Sin embargo, todo eso comenzó a cambiar lentamente, cuando, de pronto, empezamos a ver gente de la campaña de Trump apareciendo por allí. En cuestión de 72 horas la plataforma pasó de unas quinientas mil personas, que usaban la aplicación al día, a más de cuatro millones de personas al día. ¡Guau!
El sitio, que no contaba con más de 50 servidores, pasó a tener más de 150. El compromiso es tremendo.
De dónde les llega este tráfico masivo
La razón, parece tener que ver con la incapacidad de algunos influencers, celebridades y figuras públicas de toda clase, para alcanzar nuevos mercados o, como ahora les llama BigTech, demografías.
Parler, por el contrario, no controla los niveles de audiencia. O sea que, es mil veces más fácil obtener ecosque likes por la simple razón de que no se pueden comprar me gusta como en Facebook, Instagram o Twitter. Los seguidores que se tienen en Parler son, no nada más personas reales, sino gente genuinamente interesada en tus contenidos.
¿Es simplemente porque Parler está siendo justa?
Sí. La red de Parler no tiene implementados algoritmos desquiciantes. Es, literalmente, lo más justa posible, lo que es en verdad genial porque no usa ningún algoritmo que devalúe el contenido a medida que envejece. Tampoco les importa si es usted de derechas o de izquierdas. Parler trata de clasificar las cosas en función de lo que las personas hacen; se trata de una plataforma viral natural.
Sólo filtros naturales.
Entonces, si a sus seguidores les gusta su contenido, lo comparten con las personas que los siguen y así crece exponencialmente, debido a la forma en que funciona la plataforma. Es simplemente cronológica. De tal suerte que, contenidos publicados una o dos semanas atrás pueden hacerse vírales si las personas «correctas» los recogen y los comparten. Es decir, los contenidos los impulsa la comunidad, la gente. Y esa es la mejor parte. No hay un Gran Hermano Tecnológico (BigTech).
La estafa de otras redes
La estrategia de redes sociales como las de Zuckerberg, pongamos por caso, consiste en localizar personas con un gran número de seguidores en otras redes —o sitios Web— e invitarlos a que se unan a las suyas, a que publiquen con ellos para así acrecentar el tráfico en sus redes o páginas originarias. Pero, una vez que esa audiencia se ha trasladado a Facebook, digamos, los administradores le solicitarán apreciables sumas de dinero a cambio de acceder a su propia audiencia, la que con tanto esfuerzo usted ya había construido.
El boosting de publicaciones es una de las mayores fuentes de ingresos de Facebook.
Parler, en cambio, parece haber aprendido la lección. La tiranía del Fact-checking a la que nos tienen sometidos YouTube, Facebook, Twitter y Google, ha demostrado ser un modelo de negocios sin futuro. En este sentido, Parler representa la típica solución capitalista, de libre mercado, natural.
Supongamos que usted abre un club exclusivamente para progresistas. Enseguida alguien vendrá y abrirá otro club, justo enfrente, cuyo derecho de admisión no esté regido por ideología alguna. De manera que quienes no sean admitidos o expulsados del suyo tengan otra opción.
Al libre mercado le importa un comino que usted clame para sí la supremacía moral, su función es satisfacer las necesidades de todos los consumidores, la libertad mercantil que crea una especie de equilibrio espiritual; es su mano invisible la encargada de establecerlo.
La estrategia comercial de Parler es simple y, hasta cierto punto, tradicional: en lugar de hacerle a usted pagar para que sus contenidos lleguen a su propia audiencia, hace que los anunciantes le paguen a usted —y a Parler, por supuesto— para llegar a su audiencia. Puro sentido común.
Los gigantes tecnológicos perdieron el rumbo
Por un lado, empresas como Facebook o YouTube ganan miles de millones de dólares asestando golpes de dopamina a las personas a quienes dirigen su incartografiable tráfico de información y, por el otro, desdeñan al creador de contenidos o, de plano, no quieren asociarse con él porque tal vez sea un conservador; o, peor aún, un reaccionario malvado como yo.
Ante el ego tan severamente inflamado de estas corporaciones, quienes se creen demasiado grandes como para caer, ya se ha comenzado a hablar de un iniciativa de ley antimonopolio, sobre todo en Capitol Hill. No obstante, cualquier defensor del libre mercado sabe que la regulación no es la salida.
Muy por el contrario, es, precisamente, la falta de regulaciones del mercado de las redes sociales virtuales la que permitió a Parler alcanzar 10 millones de personas reales conectadas en tan sólo el mes de noviembre. Lo que demuestra fehacientemente que BigTech no es invencible.
Parler es capaz de competir
Intensificar operaciones es la parte más difícil; continuar manejando una carga de tráfico cada vez mayor es extremadamente difícil. Parler se está jugando el pellejo, por eso es crucial sobrevivir a esta nueva etapa de crecimiento. Todo indica que lo logrará. No sólo porque la gente se vuelca incesantemente hacia los medios alternativos, sino por la enorme confianza que brinda esa red a sus usuarios, cuyos números de teléfono se registran y quedan encriptados. Para lo único que se usan es para verificar que esa es su única cuenta, y que no van a crear 20 cuentas e intentar enviar spams a las personas o abusar de la plataforma. Además, si pierde su contraseña, se tendría que verificar quién es usted a través de su teléfono.
Su cuenta puede verificarse a través de su correo electrónico y teléfono. Cierto que el mensaje de texto desanima un poco a la gente, aunque siempre les digo a todos que la información que podemos obtener de un número de teléfono es tan mínima que no puede ser usada con fines de marketing. Parler no vende ni intercambia datos, según se muestra en su política de privacidad.
Parler se encuentra, definitivamente, en una buena posición, máxime ahora que la gente ya está cansada de que les pisoteen sus derechos en otras plataformas.
¡Esto es real!
El evento que detonó este cambio de mentalidad fue la elección presidencial del día 3. Todos saben que no hay presidente electo en este momento y el hecho de que Facebook fact-chequée a la gente, de que Twitter fact-chequée a la gente y al propio presidente, de que los medios de comunicación estén verificando absurda e intransigentemente todo lo que dice la gente y censuren hasta al presidente, produce aún más suspicacias.
Los ciudadanos estadounidenses echan de menos medios de comunicación en los que si no se puede confiar, al menos, que no se involucren emocionalmente con la noticia. Es demasiado tarde para detener este cambio masivo de mentalidad. Ni los medios de comunicación, ni las redes sociales tradicionales pueden remediar el daño que han hecho. Esta vez no son sólo activistas políticos quienes están emigrando hacia otras redes sociales —más tolerantes—, sino toda la gente.
¿Qué sucederá cuando Donald Trump aparezca en Parler? Si eso sucede, si Trump se muda a Parler, su CEO, John Matze, se va a volver loco porque tiene 87 millones de seguidores. Después de todo, sus hijos están en Parler, su campaña también y ya no necesita una razón para cerrar su cuenta en Twitter.
¿Y usted, ya está en Parler?
Ray Luna Rodríguez es filólogo y bloguero reaccionario.
Gracias por la información. Muy buena. Ya estoy en Parler!👍🏽
Genial, de acuerdo y por ello precisamente ya inicié hace unas semanas mi traslado a MeWe, Parler y estamos considerando otros buscadores (en vez de Google) y plataformas de vídeo (que no sea YouTube). BigTech es la nueva oligarquía totalitaria del pensamiento.
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