Lula preocupa más cuando se cubre de un velo agrisado para hacer sus fechorías que cuando se expone a pleno sol y hace gala de sus desmanes, porque Lula es otro sátrapa, aunque con buena prensa.
Lo cierto es que por debajo del tapete,
Lula empezó ya a hacer de las suyas, como era de esperar. Para aquellos que confiaban en que la economía no cambiaría en nada, pues, veremos los últimos datos aportados por el
Financial Times:
«La visión expansiva de Lula para el Estado ha desconcertado a las grandes empresas, que temen una repetición de intervenciones pasadas de gobiernos de izquierda. La última administración del Partido de los Trabajadores de Brasil terminó con la destitución de la sucesora elegida por Lula, la expresidenta Dilma Rousseff, y con la peor recesión de la historia del país. Lula, el ex sindicalista de 77 años que anteriormente gobernó la nación sudamericana entre 2003 y 2010, ha atacado a su banco central por las altas tasas de interés y ha cuestionado la independencia de la institución. Los ministros también quieren modificar una ley de 2017 que relajó las rígidas reglas de protección laboral de Brasil…»
¿Pero quién le para las gambas a Lula, archiconocido por sus fintas y volteretas politiqueras?
Menos mal que en Brasil el «poderoso presidente de la Cámara de Representantes», Arthur Lira, diputado federal conservador, ha prometido pararle las patas. ¿Pero quién le para las gambas a Lula, archiconocido por sus fintas y volteretas politiqueras?
Como era de esperar, para dejarse querer, extendió una invitación al recién estrenado presidente paraguayo, Santiago Peña, con la intención de hacer creer que está bordando un capitalismo puro y duro, y de tal modo despistar al resto de energúmenos que se tragarán la jugarreta.
Gobernando desde las redes sociales -¡miren que criticaron a Trump por lo mismo!-, Lula ha manifestado sentirse sumamente gratificado por este encuentro, del que espera cumplir «desafíos que enfrentamos juntos para promover o intercambio económico e os investimentos que trarão progresso para nosso países».
Lula es un caso evidente de esquizofrenia, él oye voces, las más de las veces del mismísimo diablo, o sea, de Fidel Castro
En cuanto se aburre del presidente paraguayo ya tiene otra vuelta de carnero entre manos, entonces anuncia que se reunirá con Macron y Scholz en Japón, en la Cumbre del G7, donde también estará presente junto a nueve países. Su triquiñuela de cocotte trasnochada es, cómo no, discutir acerca de la guerra de Ucrania. Y, es que Lula pretende influenciar a Macron, a Scholz, y al resto, en su empeño por favorecer al ruso.
Lula siempre me ha recordado a Gabo, el escritor correveidile de tiranos
Lula siempre me ha recordado a Gabo, el escritor correveidile de tiranos. Sólo que Lula pretende reescribir la historia, como buen comunista, y Gabo siempre quiso ser un hombre de poder, o cercano al poder, tal como le declaró a Fidel Castro en una de sus visitas a La Habana. A lo que el otro le respondió que él siempre había querido ser escritor. Ya ven, las vueltas que da la noria…
el LULA ya no sabe qué hace realmente, solo tira pa’lante para salvar su cuello patrocinado por la elite socialisto-GLOBALista, es gran promotor de las pinchadas masivas obligatorias p.e. Un gran tipo social popular al fin, sic.