Por Causeur.
Después de meses de negociaciones y debates, el parlamento finalmente adoptó una ley de inmigración e integración deseada por Emmanuel Macron. La adopción de esta llamada ley Darmanin, que demuestra la complejidad del funcionamiento de nuestras instituciones y las increíbles dificultades que plantean los intentos de reforma de Francia, dejará importantes huellas en nuestra vida política. También puede verse, en primer lugar, como una demostración del estado de muerte cerebral en el que está sumida la Quinta República, un sistema cada vez más anacrónico y antiliberal en el primer sentido del término. Más allá de estos bloqueos institucionales permanentes, está claro que la brecha entre la opinión pública y la clase político-mediática nunca ha sido tan grande.
Una opinión francesa radicalizada sobre la inmigración
Así, la encuesta Ifop de septiembre de 2023, que atestigua la visión francesa sobre la inmigración, mostró que una gran mayoría de franceses, tanto de derecha como de izquierda, querían que las políticas migratorias fueran mucho más firmes. El 86% se declaró a favor de la expulsión de los “delincuentes extranjeros al final de su pena de prisión” y el 80% quería “eliminar o al menos limitar la expedición de visados a los países que no recuperan a sus ciudadanos que han entrado ilegalmente en Francia”. y tener la obligación de abandonar el territorio (OQTF)”.
Sobre temas aún más divisivos, como el fin de “la libre circulación en el espacio Schengen de inmigrantes a quienes se les ha negado una solicitud de visado en uno de los países miembros” o la abolición de los acuerdos bilaterales de 1968 firmados con Argelia, El 74% y el 67%, respectivamente, dijeron que estaban preparados. Peor aún, el 72% de los franceses estuvo de acuerdo con la abolición de la ayuda médica estatal. Por el contrario, sólo el 30% de ellos declaró que era necesario aumentar “el gasto público para promover la integración de los inmigrantes”…
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Ma préférence, à moi…
Una idea encendió el Palacio Borbón: la preferencia nacional. Era Hollywood en la Asamblea, un festival de vírgenes tímidas. Fabien Roussel adornó a Marianne con un parche en el ojo estilo Le Pen. “Racismo puro”, se quejó Aurélien Taché. “Deshonra”, estalló Boris Vallaud. Es el regreso de la colaboración. En resumen, para las almas hermosas que aman a la humanidad pero no se preocupan por sus votantes (mucho menos inmigratorios que sus funcionarios electos), las horas más oscuras están regresando, el fascismo está a nuestras puertas, la República en peligro. Y no me siento muy bien.
Diputados apestados
Si esta preferencia nacional suscita tantas síncopas es, en primer lugar, porque contiene la palabra “nacional” –muy mala palabra– y después porque lleva mucho tiempo en el programa de RN (que ahora prefiere hablar de una “prioridad nacional”).
Anoche, estos demócratas prudentes, muy interesados en respetar la voluntad popular en materia de jubilación, sólo tenían una palabra en la boca: “lepenistas”. Estos lepenistas huelen tan mal que una ley aprobada con sus votos sería errónea. Los tres millones de víctimas de la peste que votaron por RN en la primera vuelta de las elecciones legislativas sin duda lo agradecerán…