Por El Economista/RZP.
Independientemente de lo que hagan los bancos centrales, un nuevo ajuste crediticio llegará por sí solo y no necesitará de la intervención de la política monetaria. De ello se encargarán las últimas quiebras bancarias y la situación crítica de Credit Suisse. Con este panorama llegan los funcionarios a sus próximas reuniones, mañana la del Banco Central Europeo (BCE) y la semana que viene la de la Reserva Federal (Fed). En esta ocasión, el contexto asegura un poco más de restricción, se suban o no los tipos de interés y esto se haga a mayor o menor escala.
La liquidación de Silicon Valley Bank (SVB) ha puesto un nuevo riesgo sobre la mesa. La actual crisis de confianza puede desencadenar fugas masivas de depósitos y comprometer la estabilidad o, incluso, la supervivencia de un banco. Sin el dinero de los clientes tampoco hay préstamos y, ante el riesgo de que se deterioren esos fondos, es lógico pensar que los bancos van a optar por la cautela. Las entidades tendrán que medir la concesión de crédito en un escenario de fragilidad en los depósitos.