EDITO

ED. Zapatero y el narcotráfico

Por Ramón Pérez Maura/El Debate.

Hemos publicado en El Debate por qué José Luis Rodríguez Zapatero desapareció tras las elecciones venezolanas del pasado 28 de julio: quienes le dieron juego allí, esencialmente los hermanos Delcy y Jorge Rodríguez, ella hoy vicepresidente y ministro del Petróleo y él presidente de la Asamblea Nacional, no le han perdonado que no se prestara finalmente a avalar el fraude electoral ante la magnitud del mismo. Y Zapatero ha desaparecido de la escena porque su desprestigio es tan grande que no le amparan ni unos ni otros por más que Napoleonchu diga que España está hablando con los dos bandos y elogie la tarea de Zapatero. Sospecho –no tengo pruebas– que Zapatero está atrincherado en alguna de sus propiedades y que debe haber despedido a los mucamos no vaya a ser que le monten algún número por sus últimas actuaciones.

Reflexionando en los últimos días sobre el proceder de Rodríguez Zapatero, qué le ha movido a involucrarse tanto en la defensa del régimen, qué le ha llevado a forzar a Sánchez y Napoleonchu a ponerse en posición equidistante y no apoyar a los ganadores en las elecciones presidenciales, me vinieron a la cabeza muchos elementos. Todas meras especulaciones porque no hay nada demostrable. Pero en las imágenes que se ve con más frecuencia en televisión cuando se habla de Zapatero y Maduro, cuando están juntos ante la cámara, se ve con frecuencia a un personaje con el que tengo desencuentros desde hace casi treinta años: Ernesto Samper Pizano. Samper «ganó» las elecciones presidenciales colombianas de 1994 gracias a la financiación de su campaña electoral por el Cartel de Cali.

Al día siguiente de que se proclamara su victoria, Andrés Pastrana difundió grabaciones que demostraban cómo entre la primera y la segunda vuelta, la campaña de Samper había recibido millonarias aportaciones de los hermanos Rodríguez Orejuela, miembros del célebre Cartel. A base de hacer concesiones económicas a los legisladores que lo juzgaron, Samper logró en junio de 1996 ser exonerado de culpa por esta causa. Entonces puso en marcha una campaña de medios que le llevó a conceder entrevistas a decenas de ellos llegados de medio mundo. Yo le hice la entrevista para ABC el 20 de junio de 1996 y fue una de las más frustrantes que he realizado en mi vida. Las condiciones pactadas para la entrevista fueron incumplidas una tras otra. Y cuando finalmente me encontré ante él, preguntándole por el proceso que acababa de terminar en el Congreso de la República, por primera vez en mi carrera profesional afronté un entrevistado que, amparado por su dignidad presidencial, me mentía con descaro en sus respuestas. Y yo sabía que él me mentía. Y lo que es peor, él se sonreía sabiendo que yo sabía que él no me decía la verdad. Y yo, impotente, no podía más que recoger sus palabras sabiendo que él sabía que yo sabía que él no me decía la verdad. Samper se reía de mí…

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