Por José María Ballester Esquivias/El Debate.
Las relaciones entre Irán y Azerbaiyán sufren constantes altibajos por la estrecha dependencia del régimen azerí respecto de Israel.
El encuentro celebrado el pasado 19 de mayo en la frontera azero-iraní, al borde del río Aras, entre los presidentes Ilham Aliev (Azerbaiyán) y Ebrahim Raisi (Irán) –fallecido en accidente de helicóptero pocas horas después– tenía, oficialmente, como objeto, la inauguración del embalse de Qiz Qalehsi.
Tanto Azerbaiyán como Irán están interesados en reforzar su cooperación en materia de producción eléctrica para sacar el máximo provecho de las inmensas balsas agua.
De hecho, es un primer paso en esa dirección: el siguiente será una presa de contención, de nombre llamada Joda Afarin, cuya construcción se está concluyendo.
Mas la verdadera intención de la reunión entre ambos países era intentar recomponer unas relaciones bastante deterioradas en los últimos tiempos, de modo especial a lo largo de 2023.
En definitiva, Raisi fue a la frontera con Azerbaiyán para intentar contener la influencia de Israel sobre Aliev.
En enero de ese año, un atentado contra la embajada de Azerbaiyán en Irán costó la vida a un guardia de seguridad. Aliev acusó al Estado iraní de estar detrás de la operación criminal.
En octubre, los servicios de inteligencia iraníes afirmaron que uno de los principales sospechosos del siguiente atentado, el perpetrado contra el santuario de Shah e Cheragh, situado cerca de la urbe sureña de Shiraz, y que se cobró la vida de 13 personas, era un ciudadano azerí…