EDITO

ED. Pedrito clavó un clavito

Por Zoé Valdés/ El Debate.

Desde niña me privaban los trabalenguas, y sigo apreciándolos; la culpable fue mi abuela, que cuando íbamos camino de la escuela me iba repitiendo trabalenguas para que yo llegara feliz al centro de adoctrinamiento ideológico ‘República Democrática de Viet-Nam’, que así se llamaba mi escuela primaria, en la calle San Ignacio, en La Habana Vieja, donde nos enseñaban basura comunista.

Confieso que todavía para divertirme y para homenajear a mi abuela siempre le encuentro a cada situación particular su trabalenguas compatible. A otro que le encantaban los trabalenguas al punto que tituló una de sus mejores novelas ‘Tres Tristes Tigres’ fue a Guillermo Cabrera Infante. Después de su triunfo como escritor le han plagiado el título varias veces, pero no se puede hacer nada en contra judicialmente porque se trata de un trabalenguas. La gente cree que por plagiar un título puede también conseguir una gran novela, falso. Una novela como la de Guillermo Cabrera Infante no la puede escribir nadie más que él. Pero, no es a lo que iba…

Iba a que Pedro Sánchez, sin querer y seguramente sin amar los trabalenguas como los aman la gente que tuvo abuelas, arma los suyos propios. El otro día Pedrito clavó un clavito en el Congreso de los Diputados cuando planteó que iba a digitalizar medios ya digitalizados, pero que por otro lado irá a censurar otros (no usó la palabra ‘censurar’, por supuesto) a los que él llama con desprecio «los digitalizados». O sea, Pedrito, ¿te peinas o te haces papelillos, ¿cómo vas a regalarle cien millones a medios ya digitalizados para que se digitalicen y por otro lado vas a prohibir a «los digitalizados» que según tú no te convienen ni a ti ni a Pancha, digo, a Begoña, que plancha con cuatro planchas, ¿con cuántas planchas Begoña decide convertirse en Belinda, la muda de la película de Jean Negulescu, de 1948, basada en la obra de Elmer Harris, y no declarar ante el juez en dos ocasiones? Por cierto, si Pedrito-clava-clavitos hubiera aclarado en el Congreso la situación de su esposa presuntamente cuádruple planchadora, tal vez se hubiera ahorrado el espectáculo esclarecedor en la que sin declarar se declara culpable, por mutis por el foro, o por la Complutense, y quién sabe quién más, si por él mismo…

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