Por Hugo Marugán/El Debate.
En la víspera de una nueva ronda de negociaciones de paz entre Rusia y Ucrania, Kiev lanzó este domingo una operación militar sin precedentes, consistente en un ataque coordinado con drones contra varias bases aéreas rusas situadas en el interior del país, incluidas instalaciones en Siberia, a más de 5.000 kilómetros de la frontera. La maniobra, audaz y cuidadosamente calculada, parece responder tanto a una lógica militar como a una estrategia política, que es demostrar fuerza en el momento más delicado del proceso negociador.
Mientras las delegaciones de ambos países aterrizan en Estambul para participar en la segunda cita de esta nueva fase impulsada por Turquía, el conflicto continúa escalando tanto en el terreno como en la retórica diplomática. En este contexto, Ucrania busca enviar una señal doble: por un lado, que sigue siendo capaz de dañar activos clave del aparato militar ruso y, por otro, que no acudirá a la mesa de negociaciones en posición de debilidad…
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