Por Zoé Valdés/El Debate.
Durante cuatro años la vicepresidente de Estados Unidos, Kamala Harris, no sólo hizo bien poco –de hecho, desaparecía por largos períodos en los que apenas se tenía noticias de su existencia, a tal punto que se notaba más activa en la política del país a Jill Biden, la primera dama, que a ella–, además lo poco que hizo condujo a estragos de índole grave. Por lo de no hacer que no quede, pero lo que sí debiera quedar grabado en la memoria de los estadounidenses es que esta camarada, que en la actualidad es la candidata a la presidencia de Estados Unidos por el Partido Demócrata, Kamala Harris, arrasó con la política de control migratorio provocando que reinara el caos, tal como ha reinado en estos cuatro años del dúo Biden-Harris, una invasión desatada como jamás se había visto.
No perdí pie ni pisada de los candidatos, de los políticos, personalidades, y personajes, que asistieron a las dos convenciones, Republicana y Demócrata. De la primera no tengo queja. De la segunda sólo sostengo reparos, y muy bien justificados. ¿Hasta cuándo los demócratas van a vendernos actos políticos como si fuesen conciertos usando al descaro estrellas de la farándula a las que por fin se les puede ver sin pagar una millonada? ¿Hasta cuándo la estafa mediante el espectáculo de unos tête d’afiches que no tienen nada que ofrecer como soluciones urgentes que necesita ese gran país?
Por un lado, Oprah Winfrey, una de las participantes que no podía faltar, la que no sólo en una época le lamía el trasero a Donald Trump, inclusive le proponía formar equipo presidencial con él, como se ha podido comprobar en una carta escrita de su puño y letra y enviada por ella, recién publicada por la campaña del 45, cuando él mismo por allá en sus años mozos le confesaba en entrevista televisiva que no le interesaba ser presidente, y ella persistía; pues desde el 2016 no cesa de soltar culebras por esa boca en cada una de sus intervenciones en contra del candidato a presidente 47. Oprah, la misma que se morreaba con el condenado Harvey Weinstein (‘condenado’ tras el movimiento #MeToo porque antes Meryl Streep lo consideraba Dios), y le presentaba actrices jóvenes para que hiciera lo suyo. ‘Lo suyo’, pues ya sabemos de lo que se trataba… Las fotos se encuentran en todas partes, no digo nada que no se haya visto y comprobado. ¿Qué le puede aportar Oprah Winfrey a Kamala Harris con un discurso tan vacío e indigno como su presencia? Pero más importante, ¿qué puede aportarle al país? Semejante a Oprah, unas cuantas y unos cuantos más…
Un tambaleante Bill Clinton –visitante de la isla del pedófilo Jeffrey Epstein, el que mostraba en la sala de su casa un retrato pintado de Clinton engalanado con un flamante vestido azul femenino– apareció, ¿o era su sombra?, para burlarse de la edad de Trump, sin advertir de que, al mofarse de la edad de Trump, estaba haciéndole otro feo mayor al que hoy es su presidente, el chocho Biden. Por cierto, perdonen la vulgaridad, pero yo no se la saco a Trump para metérsela a estos dos cadáveres. ¿Por qué la historia recordará a Clinton? Por un tabaco haciendo eje en las partes íntimas de una becaria, por sus numerosas infidelidades, y por haber permitido que Fidel Castro le derrumbara una avioneta de Hermanos al Rescate con cuatro ciudadanos cubanoamericanos dentro, que rescataban balseros medio muertos fugados del castrocomunismo en aguas internacionales…