Por Zoé Valdés/El Debate.
Solo alguien muy ciego, muy poco informado, podría confiar en que la candidata demócrata Kamala Harris alcanzará la garra que se debe tener hoy para poder representar a Estados Unidos a nivel mundial. Es evidente que la mujer no haría un buen papel, como tampoco lo hizo de vicepresidente; porque, a final de cuentas, ¿qué llegó a hacer de relevante como vicepresidente? Nada notorio.
Para colmo, a Harris se le observa sumamente perdida, lo que se nota que va in crescendo durante esta última etapa de su candidatura a la presidencia de Estados Unidos, y que se ha ido verificando pauta a pauta. Con todo lo senil que se comenta que está el presidente Joe Biden, y sin embargo, Kamala no le llega ni al tobillo en resolución de conflictos y, en lo que es más evidente, en cultura política internacional, sin contar su falta irremediable de experiencia, su manera tan poco inteligente y elocuente de usar el idioma, ¡Harris no sabe expresarse con corrección! Es lenta de respuestas porque es demorada de pensamiento.
Con dos guerras colosales en el tintero resulta poco probable que esta señora se maneje eficazmente como presidente de la primera potencia mundial, por muchos asesores que pongan a su disposición. Gobernar no es natural en ella, no está hecha de sólida madera. No es buena como política, nada coherente; se nota demasiado por la forma en la que se expresa, en la que lo toma todo a risa, a veces hasta a carcajadas; vamos, a relajo. Un auténtico hazmerreír…
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