Por Zoé Valdés/El Debate.
Recientemente la periodista cubana Camila Acosta ha publicado un excelente artículo sobre los negocios más recientes del castrismo. Pero, los negocios del castrismo se remontan a los primeros años revolucionarios, cuando iban haciéndose los «bolaechurres» –aunque no han cambiado tanto en cuestiones de aseo–, y ya inauguraban bancos nada más y nada menos que en la City, en Londres.
Esta cubana salsosa y su esposo holandés vivían en una gran mansión de su propiedad, en una isla de Miami. Para llegar a ella había que atravesar un puente sobre el mar. Una tarde, delante de unos invitados, la mujer, que de soltera trabajaba en la tienda Flogar, como vendedora, se le fue la lengua al contar sus recién adquiridas cuantiosas riquezas, sin percatarse de que se pudiera hacer una lectura política de todo aquello…