Por Zoé Valdés/ El Debate.
Desde hace más de tres días Cuba es como un colgalejo navideño después de las fiestas, en medio del océano, cuando las lucecitas pestañean y agonizan por partes. Durante mucho más de setenta y dos horas la isla quedó completamente a oscuras de una punta a la otra. El calor y los mosquitos empezaron a dar cuenta del desgaste, los niños reclamaron llorosos y hambrientos por los alimentos que se echaron a perder dentro de las neveras y frigidaires apagados. Niños y ancianos desvanecidos y vencidos por el hambre, hospitales paralizados con enfermos ingresados, reportados de graves.
El títere Miguel Díaz-Canel Bermúdezsiguió mal gobernando desde X. «Las termoeléctricas no funcionan, trabajamos en ello», afirmó quien no ha doblado el lomo ni una vez en su vida. ¿Y, qué hicieron con los millones que les regalaron los rusos para la reparación y reconstrucción de termoeléctricas en el 2015? ¿Qué han hecho en más de sesenta y cinco años de comunismo? Es obvio que nada positivo, sólo robar, burlarse de todo un pueblo, matarlo de hambre.
Los diez millones de cubanos (la población ha descendido de 11 millones a 10) sometida bajo una oscuridad total, y sin ninguna explicación convincente o esperanzadora. La gente no soporta ni un colapso más del sistema eléctrico, están hartos, pero al mismo tiempo exhaustos…
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