Por Zoé Valdés/El Debate.
En 1958 la isla de Cuba no era solamente la Llave del Golfo, la Perla de las Antillas, además era la isla más iluminada del mundo; no de la zona, no, del mundo. La Habana ganó en notoriedad por ser una de las ciudades más frecuentadas por los turistas del mundo entero, competía con París. Sin embargo, ya saben lo que hace el social-comunismo, empobrece lo enriquecido, apaga hasta la luz del sol, seca ríos y mares, esquilma, borra, encarcela, asesina.
Cuba lleva meses en oscuridad plena, para colmo la tierra resecada se ha vuelto estéril, no se da en la otrora isla de fértil economía agropecuaria ni un boniato. No hay manera de que esto se solucione, porque con lamentos y críticas es poco probable que se halle la solución radical que necesitan los cubanos. A alguna prensa independiente, que también vive de los apagones y de la miseria provocada por el castrismo —todo sea dicho—, lo único que se le ocurre después que le quitaran las ayudas millonarias de la USAID de las que han mamado décadas, es comenzar a pasar el cepillo en las redes sociales. Da grima, pero es lo que trajo el barco.
No pasa una semana sin que asesinen a un preso político en una celda de las tantas cárceles del castrismo. Porque no tendrán para alumbrar a un país, no tendrán para darle de comer a un pueblo, pero para construir cárceles para presos, y hoteles para turistas fantasmas, sí que les sobra. En Cuba existen más cárceles que playas; y eso que estamos refiriéndonos a una isla rodeada de mar. En los hoteles no se ve ni un alma, vacíos, los turistas brillan por su ausencia; semejante aquel conglomerado de hoteles y casas que construyeron los Kirchner en Argentina y que se mantuvieron la tira de años como construcciones fantasmas para venta y reventa.
Las denuncias se multiplican desde Cuba: «Yoleisy Oviedo Rodríguez, presa política del régimen comunista, murió en prisión tras meses denunciando problemas de salud sin recibir atención. Su ‘crimen’ fue exigir luz y comida para sus hijos. Otra víctima de la dictadura castrista. No puedo llorar por mi país, no me quedan más lágrimas.
El 7 de febrero del año en curso, Yolanda Huerga denunciaba en Martí Noticias lo siguiente: «El pasado día 1 de febrero falleció en el hospital de aquí de la prisión el recluso Johny Castañeda Fonseca. Después de ser remitido por el médico del penal para ser trasladado a un hospital en la ciudad de Bayamo, muere, penosamente, en espera de la reacción de los oficiales de guardia que, al parecer no les importó nada, como suele suceder», dijo el preso político Fernando Michael Bárzaga desde la prisión. Me imagino que usó la llamada familiar para informar…