Por Zoé Valdés(El Debate.
Cuba fue invadida durante treinta años por los soviéticos, a tal punto que hasta un lujoso reparto habanero fue convertido en búnker bolchevique y renombrado La Siberia, con costumbres, habitantes, y olores y pestilencias, mientras Castro le vendía al mundo, su producto de marketing: el de una revolución amenazada por los yanquis; convoyada con una invasión norteamericana que, como en el célebre poema de Constantino Cavafis, nunca llegó.
No, «los bárbaros» gringos jamás llegaron, pero los soviéticos sí, mucho más bárbaros, y en lugar de haber sido una solución, como en los versos del poeta griego, fueron una auténtica catástrofe para la isla. El mundo decidió aferrarse al producto de marketing que les vendió Castro, y se hizo el sordo y el ciego frente a la verdadera invasión de técnicos y militares ‘bolos’ que es como llamaron a riesgo y en tono despectivo los cubanos a los ‘hermanos’ soviets.
Tras el derribo del Muro de Berlín, y la visita de Mijaíl Gorbachov a Cuba, la evidente tirantez de Fidel Castro frente al líder de la glasnost y la perestroika, las relaciones se deterioraron, pero nunca se enfriaron del todo. A la llegada al poder de Vladimir Putin, íntimo de Raúl Castro y tutor de su hijo, Alejandro Castro Espín, que es quien hoy manda realmente en Cuba, los nostálgicos soviéticos de antaño, hoy rusos recuperados, regresaron de manera semi oculta, o enmascararon su retorno bajo justificados viajes turísticos, acompañados de sus nietos.
En noviembre del 2017, el periodista independiente Luis Cino, escribía desde Cuba en un artículo titulado ¿Nostalgia por la avalancha soviética?, para Martí Noticias, lo siguiente:
«Se les desbordaba la añoranza por los soviéticos a Raúl Castro, Ramón Machado Ventura y los generales de las FAR que asistieron el pasado 7 de noviembre al homenaje por el centenario de la revolución bolchevique…