Por Ulises F. Prieto.
Yolanda, la conocida reportera de ZoéPost en el inframundo, después de su mala experiencia la semana pasada con su casi tocaya Angelina Jolie, prefirió esta vez quedarse a la entrada del Infierno repartiendo mascarillas. De todos modos, ella contactó en el Limbo a su amigo Brujero, quien es el pintor de los frescos de la cueva de Altamira, y también de los del Limbo, para ofrecerle una subcontrata en la que él haría la entrevista de esta semana en ZoéPost. Brujero aceptó halagado y salió hacia al Centre George Pompidou, para asistir a la exposición Elle, donde estaría la conocida, reconocida y recontraconocida artista plástico que sería entrevistada. El nombre de la exposición es Elle en vez de Ella, no por los rigores del lenguaje inclusivo, sino porque está en francés. Aún no sabemos porqué Yolanda escogió entre sus amigos al Brujero para la entrevista. Tal vez fue porque también Brujero y su entrevistada eran casi tocayos. Advertimos que en este escrito las palabras “conocida”, “reconocida”, y “recontraconocida” no están en sentido bíblico, y que la combinación de palabras “artista plástico” tampoco está en sentido artístico. Sería lo mismo que llamarle compositor musical al DJ de la discovianda de Santo Suárez.
Brujero salió del Limbo a toda prisa con sus medios vestidos de piel sin curtir y manchado de tinta rupestre. Tampoco sería un traje inapropiado para la ocasión. Estaría acorde a la estética decontructivista de la exposición. El único inconveniente era el sexo del entrevistador. Era hombre y de los primitivos. Pero bueno, era pintor y pertenecía al ámbito de la Cultura. De todos modos Brujero cambió su nombre por el de Brujera y con ello soslayó esa dificultad de género. No tuvo que cambiar sus ropas, ni su aspecto, ni sus olores. Ni siquiera tuvo que cambiar sus gustos. Aún le seguían gustando las mujeres. Así que con el mero cambio de nombre se convirtió automáticamente en lesbiana, y por tanto en una sufrida víctima de la heteronormalidad. La pobre nueva Brujera, sintió por un instante, lo que se padece de que bajo la opresión del heteropatriarcado desde los tiempos de las cavernas. Luego recobró el sentido y recordó que sólo era Brujera de nombre.
Brujera, Brujero o Brujere (hay más géneros que vocales) se acercó a la obra de su casi tocaya y artista plástica para hacerle la entrevista. Aclaro que lo de “plástica” en vez de “plástico” no es un error tipográfico, ni tampoco refiere a la flexibilidad de carácter de la artista, ni queremos mostrar con ello lo evidentemente artificial que la tocaya de Brujere es. Simplemente intentamos un lenguaje inclusivo. Ante todo respeto.
La obra de la artista, como siempre, era ella misma. Estaba sentada en una balancín de nodriza, pero en vez de amamantar a un bebé, fingía leer un libro de Mises. Frente tenía un televisor roto que de vez en cuando lanzaba un flash. – Tal vez es así como bostezan los televisores cuando se aburren- pensó Brujere, y luego comenzó la entrevista:
-Estimada artista…
– Artivista – aclaró la tocaya.
– En todo caso estimada -lo intentó otra vez Brujera.- Me presento.
– No hace falta. Sé quién eres perfectamente. Estoy informada. Me encantaría que Ana Patricia Botín comprara todos mis trabajos como ha hecho con los tuyos.
– Estimada tocaya, la familia Botín no compró las pinturas de Altamira. Se las encontraron y se apropiaron, y yo no pude reclamar porque ya estaba muerto. Por otra parte, no entiendo cómo se podría comprar una obra tuya, si cada una te incluye a ti como parte. Tendrían que comprarte a ti también. Y eso sería tráfico humano.
– Me refiero a que me patrocinen mis exposiciones. Este tipo de trabajo se paga por adelantado y aunque pagues nunca termina de ser tuya.
– ¿Pagan por adelantado, y nunca la tienen? Ya en mis tiempos existía ese oficio.
– ¿Ya había artistas?
– Claro, pero no nos patrocinaban. Lo hacíamos con propósitos espirituales. Invocábamos a las deidades para que satisficieran nuestros anhelos, a la vez que honrábamos a nuestros héroes exaltando sus hazañas. Tal vez pudieran ayudarnos desde donde estaban.
– No hemos cambiado mucho desde entonces, querido primitivo. – Se atrevió la entrevistada -. Somos iguales desde el punto de vista artístico. Somos colegas.
– No me fastidies. – Soltó una carcajada el pintor. – ¿Me vas a decir que esto sin forma, ni color, y totalmente efímero, se parece en algo a mis pinturas? No tiene estética. Es patética.
– Estética, patética… Como vuelvas a mencionar mis pechos te denuncio por acoso. ¿Cómo vas a decir que estética cuando las dos son amplias como la sonrisa de Camilo?
– Siento sinceramente que se haya sentido ofendida, querida artista, pero no entiendo en qué se parece este inclasificable a las pinturas de Altamira.
– En el propósito.
El primitivo no despejó la duda de su semblante.
– Sí, en el propósito – insistió la entrevistada. – Por ejemplo, tú pintabas para que la cacería tuviera éxito, como si la pintura pudiera cambiar la realidad. Bueno, este performance es para empoderar a los cubanos contra el gobierno o la dictadura, da lo mismo. Todos sabemos que esto no sirve para nada, que los Castros van a seguir ahí, pero nosotros hacemos como si sirviera y fingimos entusiasmo. También es un modo de actuar indirecto como el tuyo con las pinturas.
– La diferencia es que nosotros sí creíamos en que los espíritus nos ayudaban. Pintar no era un modo indirecto. La cacería ya empezaba con la pintura. No nos engañábamos.
– Bueno, nosotros tampoco nos engañamos. No podemos engañarnos, porque no creemos que exista la verdad. Dice en este libro que uno para actuar tiene que tener alguna estructura de causalidad. Nosotros los postmodernos hemos roto con la causalidad. Los hechos ocurren sin causas, y eso es si existen los hechos. Nosotros hacemos cosas a sabiendas que no van a lograr lo que decimos que va a ocurrir.
– ¿Y por qué quieren que te patrocinen?
– Porque sin dinero no puedo hacer estas obras de arte.
– Me habías dicho que habías roto con la causalidad.
– Bueno no siempre. Otra ventaja del postmodernismo es que puedo decir una cosa y su contraria y siempre hay que tomarme en serio, porque si no te acuso de la fobia que se me ocurra. También hemos roto con la lógica.
– Me acabo de dar cuenta de que ya teníamos postmodernistas en las cavernas, pero no decíamos que eran artistas. En aquella época la palabra artista no era un insulto.
El televisor soltó un flash y las Brujeras se asustaron a la vez. Luego el entrevistador volvió.
– ¿Qué libro lees?
– Es un libro sobre Misses. Lo dice el título: “Von Mises”. Eso quiere decir “Va de Misses”. Trata sobre la opresión ejercida por el heteropatriarcado en los concursos de Miss Universo. Abajo se lee “La Acción Humana”. No lo he terminado de leer, pero por el título sé que nos da estrategias para convencer a las mujeres de que las mujeres no existen. De ese modo desactivaríamos al heteropatriarcado. Otra manera sería convencer a los humanos que dejen de ser humanos y nos convirtamos en seres de otra especie más elevada. Ese ese transhumanismo. Para allá va la ciencia. Por eso quiero dialogar con Diaz Canel, para ver si lo convenzo de que se convierta en el burro Platero. Así se resolverían todos los problemas de los cubanos. Nada mejor para un pueblo que tener un peluche de dictador, bueno, Presidente.
– Pero eso es imposible.
– No importa. Recuerda que para nosotros los modernos nada es imposible, porque nada es posible. Nada es real y por tanto nada es irreal. No importa lo que se diga. Lo importante es estar en la pomada.
Brujero, había escuchado las historias junto a las fogatas de los bisontes, rinocerontes, y elefantes, que hablaban y ayudaban a los hombres, pero jamás imaginó historias tan entretenidas. Así que volvió con su rueda de preguntas:
– Te quería preguntar sobre tus orígenes. Dicen que no te llevas muy bien con tu padre. Parece que todas las exitosas artistas de performance son hijas de padres importantes y complicados. Tu padre fue un efectivo represor de cubanos, y Marina Abramović, por el apellido, bien podría ser hija de Abraham. Hace mucho que no vengo a la Tierra y no sé cuánto tiempo ha pasado desde que Abraham preparó la pira para sacrificar a su hijo. No sé si después tuvo una niña.
– Ah, sí, ese Abraham, que preparó todo para sacrificar a su hijo y luego no lo hizo. ¡Buenísimo ese performance! De eso se trata: de aparentar y no hacer nada. Sólo provocar.
El Brujero levantó la vista sorprendido y quiso cambiar de tema:
– Para Brujera, pero me gustaría saber cual es el motivo de ese televisor.
– Esos flash de electrones son guiños de la Mecánica Cuántica, querido Cavernícola. La más postmoderna de todas las Ciencias. Según Feynman el principio de mínima acción en el macro mundo es tan sólo un hecho estadístico, y puede ser violado. Existe la posibilidad. Todo es posible. No me mires así. Todos hemos visto las veces que se pueden incumplir las leyes de la probabilidad durante una noche electoral. Las leyes naturales no son más que efectos estadísticos de la indeterminación cuántica. Así que el que algo sea lo que es y no lo contrario es simplemente una cuestión de probabilidad. Lo que llamamos causas y efectos son meros engaños para pensar que tenemos capacidad de acción. La acción humana es irracional. Lo sensato es la inacción. Por eso yo siempre aparezco meciéndome en un silloncito. Luego hago un performance para hacer creer que hago algo, pero no sirve ni para engañar. Sólo es útil para cobrar de los contribuyentes. Le llamo contracción.
Al escuchar la palabra contracción, el primitivo periodista Brujero tuvo un retortijón en el estómago, y temió estar embarazado. Sin despedirse abandonó corriendo la exposición y salió hacia el Infierno. Allí entre los muertos todavía gobierna la lógica Aristotélica.
Ulises F. Prieto es Profesor de Matemáticas y escritor.
Luant es pintor y bongosero.
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Hahahaha ay me meo.. que clase de trajinada!! si la Brujera lee esto le da porque no hay nada que odien mas los comunistas es la satira y esta es demasiado fuerte hahaha
Me encanta que te guste. Ojalá en vez de molestarse se ría, pero bueno casi nadie se ríe de sí mismo. Abrazos.
Genial. Qué manera de reír.
Gracias, Edmme. Siempre muy amable. Abrazos