Por Armando de Armas.
La periodista Idolidia Darias hace un aporte al esclarecimiento de los hechos relacionados con la lucha anticomunista en Cuba al publicar Escambray: El camino del guerrero, una breve biografía de Osvaldo Ramírez, quien llegara a ser el máximo jefe de las fuerzas rebeldes alzadas contra la dictadura en las elevaciones de la región central del país y el único guerrillero al que Fidel Castro ofreciera amnistía si decidía deponer las armas.
El libro de Darias, Exodus, 2020, se suma a obras como Escambray: La Guerra Olvidada, l989, y Cuba en Guerra, 1994, del autor Enrique Encinosa.
En la Antigua Grecia se pensaba que la Memoria o Mnemosine era la vía de la salvación del alma y que el Olvido o Lete era la vía de la muerte. Los griegos, tan sabios y a quienes debemos casi todo lo que ahora somos, consideraban a Mnemosine, a la Memoria, como una divinidad salvadora.
En el Hades se contraponen los ríos Mnemosine y Lete. Memoria y Olvido. Los muertos que bebían del río Mnemosine vivían eternamente, los que bebían de Lete vegetaban eternamente. A los pueblos les ocurre otro tanto, los que perseveran en la memoria, viven y se convierten en naciones de hombres libres, los que perseveran en el olvido, mueren y se convierten en masa indiferenciada, carne de cepo; a merced del amo que acecha en la manipulación del devenir. Por eso los usureros actúan como falsarios culturales, vendedores de humo y espejos, para apostados tras la partidocracia o el partido único y mediante el uso de los medios de difusión, más bien medios de disfunción, borrar la memoria de los pueblos para poder llevarlos, contentos eso sí, al matadero de la guerra o la esclavitud.
En ese sentido cobra capital importancia el libro de Idolidia Darias, para que el público conozca de la vida y el accionar de hombres como Osvaldo Ramírez, hombres sobre quienes ha caído toda la fuerza del fango de los disfuncionales medios no sólo en la isla sino en el exterior porque, va de suyo, tanto los unos como los otros, los del partido único y los de la partidocracia, se deben a los usureros que mueven el huso de la historia, histeria, desde 1789. ¿O es que de verdad nos creímos el cuento de que la primera potencia del mundo ha tenido por 62 años a su más grande enemigo aposentado en el traspatio? ¿O nos creímos el otro cuento, aún más inverosímil, de que tras la Segunda Guerra Mundial esa misma potencia entregó media Europa, así sin más, a su más grande enemigo, acción a resultas de la cual ese enemigo vino a aposentarse a poco en la isla? ¿O el otro cuento de que por casualidad, sólo por casualidad, los cargamentos de armas enviados por la CIA no caían casi nunca en manos de los hombres de Osvaldo Ramírez sino en manos de las milicias castristas?
¿Eran enemigos reales? ¿O eran enemigos reales manejados por el mismo amo apoltronado en la bóveda de un banco como sustituto del trono reventado allá por 1789?
La Guerra del Escambray sería no sólo larga sino feroz, además de desigual -librada entre bandas de campesinos mal armados y una fuerza militar capaz de vérselas con cualquiera de los ejércitos de este Hemisferio al sur del Río Bravo- y desconocida de todos en todas partes, incluyendo la mayoría de los isleños. Hace un tiempo un cubano -que ahora alardea de anticastrista como antes alardeaba de castrista- me aseguraba tan fresco como un lechugón y con la inquebrantable certidumbre de su ignorancia, en relación con las protestas antigubernamentales en Venezuela: ¡los cubanos nunca nos rebelamos así, por eso ellos saldrán pronto del chavismo, por eso nosotros tenemos castrismo! Le respondí imperturbable que nosotros en su momento nos rebelamos más y mejor y que, por tanto, era presumible que el chavismo se extendiera tanto o más que el castrismo; excepto que hubiese una intervención armada estadounidense. Años después el chavismo sigue gozando de buena salud con ayuda no ya de Maduro sino también de Guaidó.
Debemos decir que la contienda en la isla duró desde el mismo 1959 hasta 1966, siete años de guerra entre guerrillas campesinas y una sofisticada maquinaria militar; sitieros de honor contra soldados al servicio de un sofisticado sistema internacional con armas pero sin alma. Desprovistos de suministros, acosados, vilipendiados, vendidos por los que debían ser sus aliados exteriores en la lucha contra el comunismo, murieron y mataron ante la indiferencia, la complicidad o el odio del mundo frente a unas bien armadas y entrenadas huestes enemigas; los montañeses fueron así finalmente derrotados pese a la furia y el heroísmo con que combatieron. Poco se ha documentado sobre esta etapa de la historia de Cuba. Las guerras por la independencia de la isla fueron exhaustivamente documentadas. Cerca de quinientos años atrás la Conquista de América fue exhaustivamente documentada. ¿Qué pasó pues con la libertad de información en la supra modernidad financiera?
La guerra de los sitieros isleños contra el comunismo abarcó las seis provincias de Cuba y fue la campaña militar más grande desarrollada en la isla desde 1898. Olvídense de la folclórica revolución castrista, esa fue más que nada una contienda mediática, mayormente en Life y The New York Times. ¿Recuerdan aquello de Castro bautizado como Robin Hood cubano retratado con su fusil de mira telescópica en el periódico presuntamente más imparcial del mundo? ¿Recuerdan a Herbert Matthews dejándose engañar para a su vez engañar al mundo sobre la verdadera dimensión de las huestes castristas en la Sierra Maestra en su amañado y famoso reportaje para el Times? ¿Quiénes eran los dueños de Life y The New York Times? ¿No se nos ocurre pensar que pudieron ser los mismos dueños de Castro que luego, a la vuelta de unos meses, fueron los dueños de Cuba? ¿Por ventura los mismos dueños de aquella CIA que mandó a desembarcar a la Brigada 2506 de exiliados cubanos no por Trinidad –literalmente al cantío de un gallo de las fuerzas alzadas en el Escambray con la que hubiesen conformado un frente de guerra probablemente imbatible-, como original y certeramente estuvo planeado, sino por una desolada y perdida playa en Bahía de Cochinos a unos 200 kilómetros del Escambray y, venga Dios y lo vea, con un insondable pantano preñado de cocodrilos de por medio? ¿Los mismos dueños de aquella CIA que enviaba los cargamentos de armas de modo que caían en manos de los milicianos a las órdenes de Castro y no de los campesinos a las órdenes de Osvaldo Ramírez? ¿Será por eso que Osvaldo Ramírez nunca apareció en portada de The New York Times? ¿Será por eso que The New York Times, tan imparcial, escribió más de una decena de editoriales a favor de las infaustas relaciones entre Barack Hussein Obama y Raúl Castro?
Fue una guerra pautada, pactada, para que perdieran los guerreros de la libertad, para que ganarán los soldados al servicio del socialismo financiero internacional. Un sucio negociado en que se levantan y vienen a resplandecer cual relámpagos de seres solares, héroes helenos, los hombres de la estirpe de Osvaldo Ramírez, Cheíto León, Plinio Prieto, Porfirio Ramírez, Sinesio Walsh Ríos, Margarito Lanza Flores, alias Tondike, Benito Campos, conocido por Campitos, Julio Emilio Carretero, y Agapito, el Guapo, Rivera -quien aún vive en Miami cosido a balazos tras cumplir larga condena de cárcel en la isla-. El escritor argentino Jorge Luis Borges dijo algo así como que los caballeros sólo defienden causas perdidas, puede que tuviese razón, pero le faltó acotar que las batallas que libran los caballeros son para la eternidad y que, por lo mismo, en un punto en la infinitud del tiempo sus batallas se vuelven victoriosas.
¿En qué punto de la infinitud del tiempo es que vencerán los caballeros escambraicos nimbados aún por el fuego de las ametralladoras? ¿Cuándo es que será libre Cuba? Creo que ciertamente ello acontecerá cuando sean derrotados, probablemente pronto, los usureros que usurparon el poder en EEUU, desde los años treinta al menos, y que desde allí impunemente impusieron el comunismo en Cuba. Una victoria que agradeceremos en grande no sólo a Mnemosine sino a los que, como Osvaldo Ramírez, moran ahora en el Valhalla cubano más vivos que los usureros y sus serviles.
Armando de Armas es escritor, novelista, ensayista, periodista. Editor de Cultura/Educación de ZoePost.
Foto tomada del artículo de Idolidia Darias en Martí Noticias.
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Gracias. A leer ese libro.