Por Zoé Valdés.
Encerrado en un apartamento de Kiev resiste un cubano que puntualmente informa de lo que ocurre a su alrededor a los canales de televisión de Miami. Cuenta que a veces consigue salir para avituallarse en los mercados que todavía funcionan a medias y que, otras, oye ese ruido ensordecedor de la guerra y se queda quieto, inmóvil, y luego sobreviene un silencio perturbador, todavía más apabullante.
Otras familias cubanas con niños rezan tomados de la mano, formados en círculo, en medio de una profunda nevada; se hallan en los bosques fronterizos de Ucrania con otros países. A ellos les cuesta más trabajo que los acepten en alguna parte como refugiados, ¿la razón? Son cubanos. Y, a nadie le importa si van acompañados de menores de edad. No aplican.
Si grima da esta guerra, más impotencia dan sus víctimas: 700 muertos y más de dos millones de refugiados. Justo en una especie de tierra de nadie, vemos a estos cubanos, quienes seguramente salieron del infierno isleño, encontraron la manera de rehacer sus vidas en algún rincón de Ucrania, y ahora vuelven a perderlo todo, con un riesgo mayor: el de perder sus vidas. Duelen esos destinos a la deriva, desolados seres al pairo.
Viendo las noticias desde esta ciudad, ayer lluviosa, he sentido de nuevo esta ira intensa que me acapara el pensamiento cuando asisto al espectáculo del ruego de mi gente para que una vez más sean salvados del horror, sin ser atendidos. Sí, lo sé, no es la primera vez, y sé también que no será la última. Ruego por ellos. ¿Qué más podría hacer?
El periodista que entrevista al cubano de Kiev le aconseja que se cuide. Entonces él, sereno, responde al despedirse: “Patria y Vida”. No sé si los Yotueles, las Beatrices y los Gente de Zona, han dicho algo sobre el conflicto ucraniano, lo dudo. Debieran manifestarse, porque allí hay un cubano que repite como un mantra el temita oportunista que les dio a ellos un Grammy y un puñado de billetes. Pero “así son las cosas cuando son del alma”, que cantaría el célebre bolerista.
Hoy, mientras desandaba Miami y sus expressways no podía apartar de mi mente a los niños y a sus padres, casi congelados bajo esa monumental nevada. Los pequeños con unos carteles apenas legibles en las manos temblorosas, debido al frío y al hambre. Las voces, los susurros en una oración infinita que dura ya demasiado tiempo. Una oración que comenzó en los patios de las prisiones, entre calabozos y disparos de fusilamientos.
No sé en qué parará esta guerra. Pero no puedo aceptar que me quieran hechizar con aquello de que Vladimir Putin está haciéndola para salvarnos del globalismo. Si es así, reitero, esta guerra, esta invasión, no tiene el menor sentido. Incluso si quisiera darle una justificación liberadora, no la tiene.
Hay que ser muy indolente e insensible para continuar con la cantaleta y la paranoia que desinforma e indigna. Gente que quiero y respeto se ha apuntado a eso, convertidos en unos Simons Pakers de andar por YouTube.
Por cierto, ya salió el iluminado de Pakers con uno de sus vídeos argumentando a favor de Vladimir Putin. No esperaba otra cosa de este otro sinvergüenza que mantiene abducidas e inermes a miles de personas en esa plataforma.
Recen por esos cubanos de Ucrania, ojalá puedan ser recibidos como refugiados en cualquier otro lugar de Europa. Ah, para terminar, me niego a que el criminal de Putin me salve del globalismo o de lo que sea.
Zoé Valdés es escritora y artista. Fundadora y Directora General de ZoePost y de Libertad de Prensa Found. Fundadora y Voz Delegada delMovimiento Republicano Libertario Martiano.
Zoé Milagros Valdés Grande de Cuba
P🇨🇺L
Viva Ukrania!!!