Por Carlos Manuel Estefanía.
Un fascinante debate ha surgido en los foros en YouTube de Cuba Española (ACC)[i] y Estado 51[ii]. La polémica se ha centrado en la cuestión de si a los cubanos les convendría optar por la ciudadanía española o si, por el contrario, deberían ser anexados a los Estados Unidos. Este intercambio de ideas es sumamente interesante y, pese a sus altibajos desde el punto de vista intelectual, lo recomiendo a mis lectores. Lo hago por la importancia del tema, aun cuando difiero de algunos puntos expuestos y creo que ciertos aspectos merecen ser precisados, sobre todo por la manera en que se repiten en el debate muchos de los mitos fundacionales del Estado nacional cubano, sembrados por ideólogos liberales y continuados por los marxistas sin apenas cambiar un punto o una coma.
En relación con el debate mencionado, es importante señalar que España no fue forzada a entregar a los cubanos por sus enemigos externos, como allí se dice, sino traicionada por el gobierno liberal de la época. En realidad, el gobierno español rindió la isla de Cuba a los invasores anglosajones, en lugar de a los insurrectos. La diferencia con lo ocurrido en Filipinas fue que allí los independentistas continuaron combatiendo al invasor, que ahora era apoyado por los famosos “últimos de Filipinas”, tan idealizados en el cine español. El argumento utilizado para dejar a Cuba en la estacada fue el temor a una posible invasión estadounidense a la península. Pese a tal justificación, aquello fue en toda ley una traición a la sangre derramada por los patriotas hispano-cubanos que lucharon contra el yanqui, derrotándolos en más de una ocasión, pese al apoyo que tenían de su quinta columna separatista en la isla.
Todos los españoles, tanto los cubanos como los madrileños, eran súbditos con más o menos semejantes derechos, aunque las diferencias que había, en lo que termina siendo una provincia de ultramar, eran propias de las singularidades y amenazas que enfrentaba la Capitanía de Cuba en un medio hostil, tras el desmembramiento separatista del continente americano, cuando la isla era vista, y no sin razón, como una base militar para la reconquista de los territorios perdidos a manos de los independentistas.
Más allá de los legalismos, es crucial reconocer que el concepto de Cuba como «nación soberana» es un constructo ideológico surgido, más que de una etérea identidad cubana, tan manida en los libros y en las logias masónicas, carente de un fundamento sociológico sólido más allá del peso de la sangre y la espada, donde el independentismo más de una vez estuvo ligado a intereses extranjeros inconfesables por parte de la historiografía oficial.
Es esencial evitar las ideologías y estudiar la historia de manera objetiva, perdiendo ciertos complejos de inferioridad al reconocer que La Florida era administrada desde Cuba y que ella, al igual que gran parte del sur de los Estados Unidos, fue civilizada por España dos siglos antes de que los separatistas mexicanos cedieran esos territorios a los protestantes. Además, Florida fue administrada directamente desde La Habana, un hecho histórico que pocos conocen, incluso en el propio estado de Florida.
La solución, aunque inviable en el corto plazo, no es del todo imposible a lo largo de un proceso histórico. Esta no radica en que Cuba se una ni a Estados Unidos ni a España, sino en la creación de una federación democrática en la que Cuba, España y los estados sureños de Estados Unidos —cuyos orígenes se remontan a la Nueva España— se unan, junto con el resto de los pueblos hispanohablantes. Este sería el verdadero camino hacia una unidad basada en nuestra herencia histórica y cultural compartida.
Referencias
[i] https://youtu.be/p_GwjBsnwFA?si=ZO8kF8tWH-1bTEyp
[ii] https://www.youtube.com/live/pxZxxsJaAiQ?si=GG9vRa0OZ8LmSrgd