Por Félix Antonio Rojas.
Con la mirada pérdida entre los copos de nieve que caían en una danza fría y fantasmagórica sobre la ciudad de Washington, el General pensaba inevitablemente en las palabras enigmáticas, que todavía retumbaban en su interior de aquellos dos seres humanoides, que le presentaron en la Base Aérea de Holloman una gélida mañana del lejano mes febrero de 1954… Después de los años, aún sin recuperarse de la más grande experiencia que un ser humano puede experimentar, el encuentro con entidades de otras civilizaciones planetarias, y de comprobar que la creación de Dios no fue exclusiva en este brazo de la galaxia, sino que se extendía por todo el universo como un vergel con sus diferentes formas de vida y lógicas de interpretación de la realidad, tras de sí, el sonido de la puerta al abrirse le hizo anular sus pensamientos y girar bruscamente… La habitación oval se llenó de una corriente de aire extraño y denso casi tóxico cuando la figura sombría y extremadamente circunspecta de Allen Dulles entró protocolariamente al encuentro de la traición; la C.F.R (Council on Foreing Relations) había dado vía libre para ejecutar el plan final; con una señal de reverencia y un gesto de aprobación, el señor Dulles, director de la CIA, le manifestó al presidente Eisenhower que era el momento que William Pawley viajara a la Habana para reunirse con el ¨Hombre¨ y darle la noticia…
La Habana de 1958 era una ciudad mágica en su eclecticismo al azar, desde lo colonial al art-nouveau y art-decó, desde lo tradicional a lo moderno, era el reflejo de una Cuba prospera que caminaba con pasos firmes en seguir alcanzado grandes cuotas de desarrollo económico y social inimaginables; es obligatorio recordar que la isla poseía niveles e índices socioeconómicos superiores a las zonas del sur de Europa y del centro y sur de Estados Unidos como el estado de la Florida, el PIB era unos de los más importantes y representativos en la región y se situaba en el número 29 a nivel mundial. Así y todo, Cuba hacia años que estaba sumergida en un caos social provocado por gánsteres, pandilleros, delincuentes y organizaciones terroristas, que se nutrían de esos elementos violentos, psicópatas y desequilibrados, como DER, ABC, DR, M26J, penetrados, manejados por los hilos ocultos del Partido Comunista y apoyado por la prensa sensacionalista y amarillista como la revista Bohemia que se encargaban de limpiar la imagen de esos grupos fuera de la ley convirtiéndolos en indefensos estudiantes universitarios, y en acusar de brutalidad y del terror solamente a la policía nacional, con el único objetivo de crear una inestabilidad lacerante en todos los estamentos de la sociedad cubana. Uno de esos delincuentes devenido líder político era Fidel Castro que en 1948 fue reclutado y entrenado por William D. Pawley, Willard Beaulac, el coronel Roberts, Mr. Davis, y posteriormente enviado a Bogotá, Colombia, donde participó en los disturbios del Bogotazo y en el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán.
Cuando el 24 de febrero de 1957, el general Fulgencio Batista abrió las páginas del New York Times (el cuarto poder) y leyó la entrevista de Herbert Mattews realizada a La Bestia en la Sierra Maestra, supo de inmediato que su gobierno estaba sentenciado, no solamente porque existía un bloqueo de armamento, y logístico, por parte del gobierno de Eisenhower, también se sabía que la International Armaments Corporation IAC, le suministraba armas al M26J y que la CFR los financiaban para sobornar a los oficiales corruptos del ejército.
Desde las ventanas de Palacio se podía ver el oleaje romper con furia sobre las rocas de un Morro inmóvil e inerte; a lo lejos bajo un cielo gris y encapotado un grupo de gaviotas volaba en forma de V, se alejaban de la tormenta que se avecinaba del norte. Transeúntes bajo la lluvia torrencial, impecablemente vestidos, se apresuraban a refugiarse en los amplios portales de los monumentales edificios de la ciudad. Batista detrás del buró se irguió cerrando la ultima página del libro Pájaro Lindo de la Madrugá. Observó sonriente la portada del dibujo, aquel camino sin final que se perdía en la campiña de sus nostalgias. En aquel instante, el timbre del teléfono lo despertó del sueño, y al descolgar, escuchó la voz entrecortada y nerviosa de su secretario que le decía: “Sr. Presidente, el enviado del general Eisenhower, el señor Pawley acaba de llegar”…
Félix Antonio Rojas es Freelance.
Magnífico artículo, cierto lo que escribe y el final con Batista cerrando el libro Pájaro Lindo de la Madruga entrañablemente original.
Siempre he pensado que Estados Unidos nos embarcó poniendo al delincuente Fidel Castro en el poder. Pues deberían ayudarnos a tumbar la dictadura. Gracias.
Gracias Rebeca, por tus cálidas palabras…
Fantástico. Y el final superior!
Genial articulo y con un gran final, a veces pienso que nosotros fuimos un experimento para ver el resultado de lo que se pretende imponer, es de terror.