Por Manuel C. Díaz.
En la Navidad del año pasado faltaron en la mesa no solo algunos miembros de nuestra familia sino también los amigos que siempre nos acompañaban. La celebramos solos. Y cómo no iba a ser de esa manera si apenas unos meses antes, el 11 de marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud había declarado que lo que estaba ocurriendo se trataba de una pandemia. Y de repente, todo cambió.
Nadie imaginó el largo y doloroso camino que teníamos por delante. Nadie imaginó tampoco lo que vendría: la muerte de millones de personas, la agonía de los contagiados luchando por sus vidas en los hospitales, los países con sus economías en ruinas y la terrible soledad que nos tocaría vivir con el confinamiento obligatorio. La incertidumbre y la inseguridad se apoderaron de nosotros y ya nada fue igual.
Por eso este año -vacunados hasta con la dosis de refuerzo y una suerte de vuelta a la normalidad- decidimos volver a celebrar la Navidad en familia. Sobre todo, cuando vimos las tiendas engalanadas con motivos navideños y escuchamos por la radio, una y otra vez, los acordes de El Burrito Sabanero.
Así que, después del Día de Acción de Gracias, fuimos al garaje y comenzamos a abrir las cajas con los adornos. Porque, ¿Qué es una Navidad sin ellos?
La primera que abrimos fue la del nacimiento grande que va sobre la credencia del comedor y las de las figuras lumínicas del jardín. Después, la de la villa que siempre armamos en la chimenea y la de los Santas que colocamos estratégicamente por todos los rincones de la casa.
Unos días más tarde, mi esposa preparó la mesa con un mantel rojo y dorado, compró todo lo necesario para la cena y se dispuso a esperar por el día 24 para comenzar a cocinar.
Sin embargo, hoy, a unos días de la fecha del nacimiento del niño Jesús, cuando creíamos que lo peor había pasado y comenzábamos a sentirnos a salvo, una nueva variante del virus que causa el COVID-19 ha llegado a Estados Unidos.
El miedo otra vez se apodera de nosotros. Algunas universidades han suspendido sus clases presenciales y ciertos eventos deportivos han sido cancelados. Y aunque la ciudad de Miami ya se prepara para enfrentar un posible aumento en los contagios y hospitalizaciones, nosotros seguimos con nuestros planes de volver a celebrar la Navidad en familia.
Pero será en el verdadero espíritu de ese día: la celebración del nacimiento del Niño Jesús, el Hijo de Dios. Un día propicio para la reflexión sobre los valores esenciales que compartimos como seres humanos, entre ellos la compasión y la solidaridad.
A todos los lectores de ZoePost queremos desearles una Feliz Navidad en familia y también que ese día, nacimiento del Niño Jesús, el Espíritu Santo ilumine nuestros corazones y nos permita encontrar el consuelo que tanto necesitamos en estos difíciles y dolorosos momentos.
¡Feliz Navidad a todos!
Manuel C. Díaz es escritor, crítico de arte y literatura y cronista de viajes.
Fotos del autor.
Manuel Felicidades
Un saludo Martin Oscarsson (Sandalio El Bolao)
Pingback: Celebrando la Navidad en familia – – Zoé Valdés
Feliz Navidad