EDITO

Blanqueo

Por Fernando Savater.
Acaba el festival de cine que empezó bajo la sombra del Ternera que rechaza ese apodo. Algunas precisiones sobre la polémica en la que todo se embarulló. La carta que medio millar de ciudadanos firmamos iba dirigida al festival, no a Jordi Évole. Solo nos faltaba ya tener correspondencia con ese señor: la decadencia de Occidente. Por tanto, no pedíamos cancelar esa entrevista filmada, sino que no se proyectase en ese escaparate costeado con dinero público y que lleva el nombre de la ciudad más agredida por los salvapatrias asesinos.
Lo que blanquea a Ternera no es lo que diga o deje de decir a Évole: lo único interesante que podría declarar es el nombre de los compinches que bajo sus órdenes cometieron crímenes aún no esclarecidos o hacer un acto de contrición perfecta ante los padres de los niños asesinados en Zaragoza. Nada de eso se le pasa por la boina ni a él ni a su entrevistador. Pero lo que le blanquea y dignifica es que un festival de primera categoría (también en hipocresía, en condenas a guerras lejanas y escaqueo ante la que asolaba su país, en subterfugios para no comprometerse proyectando documentales valientes de verdad como los de Arteta) programe esa entrevista como si fuera un acontecimiento cinematográfico, cuando es simplemente negociar con el morbo.
Cuentan con los felpudos vocacionales. Uno que suele hacerse el interesante dice que es un testimonio periodístico de excepcional importancia. Otro asegura que gracias a Évole sabemos que es un asesino fanático, con ideas de bombero torero (pido perdón al gremio) y la empatía de un rinoceronte. ¡Qué sorpresa! Le creíamos un sabio lleno de benevolencia universal y resulta que es más patético que peripatético. Han hecho bien en ponerle alfombra roja para despejar el equívoco. Aunque la ternera con chorizo me sigue pareciendo indigesta.
El País, 30 de septiembre de 2023
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