Por Carlos M. Estefanía.
Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti.
John Donne
Los propagandistas del comunismo son expertos en señalar la paja en el ojo ajeno y nunca la viga en el propio. Fue con ese objetivo, que crearon un programa humorístico, San Nicolas del Peladero, en el que demostraban de manera exagerada, las miserias del modelo liberal político, importado de Estados Unidos, tras finalizar la ocupación de la isla por aquel vecino en 1902. Hay que reconocer a decir verdad que la alternativa no fue mejor, y que los comunistas terminaron creando su propio Plutarco Tuero, el alcalde liberal del Peladero, en la figura de Díaz Canel, algo que con ojo clínico captó muy bien el actor en la pequeña serie digital titulada El Sucesor, claro la situación era otra y más que explotar la condición tragicómica del actual presidente, como suele hacer Juan Juan Almeida en sus directas, la serie terminó siendo un apelativo para que el mismo cambiara la historia. No es extraño lo pronto que terminara en YouTube. Su vida fue corta, no como la de aquel programa televisivo cubano que duraría entre 1969 y 1983. Y es que una cosa es meterse con el presente y otra muy distinta burlarse del pasado, como aquel programa televisivo que ideología aparte tanto nos divirtió a los cubanos con su alcalde Liberal, la alcaldesa Remigia, Montelongo Cañongo, el camaján del Partido Conservador-por supuesto que también hubo camajanes comunistas, pero sus herederos eran los que hacían el guiño, no podían delatar la politiquería del estalinismo nacional-, con su periodista vendido al poder Éufrates del Valle y su servil periódico “El Imparcial”, con el Sargento Arencibia, jefe de la Guardia Rural etc., etc., etc. Mejor inspiración no habría el escritor y humorista norteamericano O. Henry, humorista para concebir su expresión «república bananera», bueno mejor salvo que viajara en una máquina del tiempo al presente de su propia nación.
Pensábamos que nunca veríamos algo parecido a lo que nos narraban en San Nicolás del Peladero hasta llegado el cambio Fraude, que no es el que denunciaba Oswaldo Payá en Cuba, que tan bien conocemos, sino el que descaradamente tuvo lugar durante las elecciones del 2020 en Estados Unidos, con el respaldo pleno, de sus “Tueros”, Cañongos y sobre todo los “Éufrates del Valle” locales, es decir la prensa adocenada por el poder global. Es por eso por lo que ese país que tantas veces se ha presentado al mundo como modelo de la Democracia Universal, está pidiendo a gritos su propio Oswaldo Paya, en su condición de disidente universal.
El último capítulo de este “San Nicolás del Peladero”, ha dejado corta la más exagerada parodia del original. Fue el que hemos visto, gracias al internet, casi en vivo y en directo el pasado 6 de enero, el Congreso de Estados Unidos (EE. UU.) fue tomado por un grupo de manifestantes.
Interpretado por los analistas de izquierda, entre ellos el influenciador Edmundo García como frustrado intento de Golpe de Estado. Sin embargo, no todo el mundo ha caído en la trampa de tal interpretación. Un medio nada sospechoso de derechista como el boletín alternativo Posta Porteña describe el hecho en los siguientes términos:
“…la policía se incautó de solo cinco armas, por lo que la mayoría de los intrusos probablemente estaban desarmados; los únicos disparos fueron de la policía que mató a una manifestante desarmada; el video y las fotos mostraban a los manifestantes tomando fotografías de cámaras y obras de arte como si fueran turistas; y los ocupantes fueron sacados pacíficamente del Capitolio seis horas más tarde.” Incidente del Capitolio un Ensayo General, Por Joe Lauria, 08.ENE | PostaPorteña 2176
Ciertamente no se trató de una Marcha sobre Roma, al estilo de la de realizada entre el 27 y el 29 de octubre de 1922 por Mussolini como líder que sirvió para poner fin al parlamentarismo italiano y dar inicio régimen nacional fascista. Mucho menos como el golpe de estado del 11 de septiembre de 1973, con el que se derrocó a la coalición de la Unidad Popular, encabezada por Salvador Allende.
No es que hayan faltado víctimas, pero en este caso en su mayoría pertenecían al bando presuntamente golpista la primera fue una mujer baleada por los custodios del recinto. Para comenzar tenemos el caso de Ashli Babbitt, de 35 años, procedente de Huntington, Maryland. Participante habitual en los mítines a favor de Trump. La víctima del maltrato policial (expresión que ningún medio se atreve a usar) había volado a Washington desde San Diego, California, para sumarse a la protesta de esta semana por el fraude cometido en las elecciones norteamericana. No se trataba de una ciudadana cualquiera, mucho menos de una anarquista sino de un miembro de la Reserva de la Fuerza Aérea enviada a misión cuatro veces. En cuanto a su ejecutor solo sabemos que fue puesto bajo licencia administrativa y sus poderes policiales han sido suspendidos en espera de una investigación conjunta de la Policía de Washington y la Policía del Capitolio.
La cobertura de los medios es radicalmente diferente, a la que se le dio al caso del afroamericano George tras muerte no intencional a manos de la policía de Minnesota) el 25 de mayo pasado, poco después, cuando un empleado de Cup Foods, una tienda de abarrotes en Minneapolis, lo denunció a la policía por pagar con un billete falso de US$20. Lo cierto es que a los muertos del seis de enero a nadie parece interesar cuales fueron sus últimas palabras, por lo visto no se les dio tiempo a decir “no puedo respirar”. La prensa oculta los detalles de esas ejecuciones, es lógico, son los derrotados y ellos no escriben la historia. Algún día se verán los caídos en ese asalto en invierno al Palacio de la politiquería norteamericana, como hoy se ven los patriotas que se insurreccionaron durante la Revolución de las 13 Colonias,
Pero la antigua combatiente no fue la única asesinada ese día por los custodios del parlamento. También cayeron en el evento; Benjamín Phillips, de 50 años, de Ringtown, Pennsylvania; Kevin Greeson, de 55 años, de Athens, Alabama. En definitiva, son par de vejetes inocuos, que no estarían para muchos trotes violentos, como el caso de otro de los activistas, sobre el que si se ha enfocado la prensa (y las autoridades) el pobre Richard Barnett, de sesenta años, preso en Arkansas, por el crimen letal de dejarse fotografiar sentado en la oficina de la presidenta de la Cámara Baja, Nancy Pelosi, con un pie sobre el buró de la sacrosanta funcionaria. Pero nadie y mucho menos en los medios, debe tener compasión con ellos, pertenecen al género masculino y eso no vale mucho en los tiempos de androginia generalizada en que vivimos.
En cambio, tomando en cuenta el feminismo al uso, la reacción debió haber sido otra frente a la primera y la última víctima de entre los “asaltantes” que mencionaremos y a cuyo sexo no suele hacerse referencia: Rosanne Boyland, una chica de sólo 34 años, originaria de Kennesaw, Georgia; dos mujeres fallecidas durante una manifestación política a manos de la brutalidad policial, una suerte de machismo de estado sobre el que las feministas prefieren callar y el internet censurar.
De ninguna de estas personas se ha hablado tanto como del policía que se reporta murió (o lo murieron, en tiempos de coronavirus ya no se sabe que pasa en los hospitales) un día después de los acontecimientos; un tal Brian D. Sicknick, de 42 años. The New York Times dice que fue atacado por los asaltantes con un extintor hace referencia a declaraciones de otros guardias. Sería bueno que confirmara esta versión con una fuente más imparcial, por ejemplo, con el testimonio de las cámaras que inevitablemente debería existir en el Congreso; una institución que ya había sido víctima de un ataque terrorista. Me refiero a los acontecimientos del 1 de marzo de 1954, cuando un comando nacionalista portorriqueño liderados por Lolita Lebrón, entró a tiro limpio en el Capitolio hiriendo a cinco congresistas.
Lo curioso es que, durante “el golpe” de enero de 2020, ni se haya reportado ni una bofetada a los dignos representantes del pueblo. Eso sí, no les ha faltado tiempo para tronar contra los asaltantes y en eso no se han diferenciado demócratas ni republicanos, en ejemplo emblemático lo ha dado el senador “conservador” Mitt Romney por Utah. Este se desempeña entre otros cargos como presidente del Subcomité de Relaciones Exteriores sobre Cercano Oriente, Asia Meridional, Asia Central y Contraterrorismo en el parlamento norteamericano, Romney también es miembro del Grupo de Trabajo de Seguridad Nacional del Senado y ha sido desde esta posición tan relevante que el 6 de enero pasado ha condenado lo que calificó como insurrección en el Capitolio de EE. UU.:
“Nos reunimos hoy debido al orgullo herido de un hombre egoísta y la indignación de sus partidarios a quienes deliberadamente mal informado durante los últimos dos meses y movido a la acción esta misma mañana. Lo que pasó hoy aquí fue una insurrección, incitada por el presidente de los Estados Unidos. Aquellos que opten por seguir apoyando su peligrosa táctica objetando los resultados de unas elecciones legítimas y democráticas serán vistos para siempre como cómplices de un ataque sin precedentes contra nuestra democracia. Serán recordados por su papel en este vergonzoso episodio de la historia de Estados Unidos. Ese será su legado”.
Otras fuentes intentan des responsabilizar al trumpismo acusado de la acción a la acción exclusiva de una secta dentro del mismo la del QAnon; el movimiento, diz que, de extrema derecha, que respalda a Donald Trump, en lo que consideran un enfrentamiento una a secta liberal global formada por pedófilos satanistas.
Por su parte, la publicación sionista Aurora -así como el Crucero cuyo cañonazo sirvió de señal para el golpe de estado bolchevique-, anuncia el 7 de enero que el primer ministro, Benjamín Netanyahu, condenaba ese día hoy el “vergonzoso” asalto al Capitolio estadounidense por parte de seguidores del presidente saliente, Donald Trump. No es el único el establecimiento político europeo, de izquierda, centro y derecha se pronunciaba en el mismo sentido, quizás aterrado por el mal ejemplo que recibían los pueblos, y que un día cuestionarán con acciones directas, esos teatros de muñecos en los que ha devenidos sus respectivos parlamentos.
Lo más rocambolesco ha sido el intento de reducir el asalto al capitolio a una maniobra de los demócratas. Así lo intenta hacer, en sus editoriales y entrevistas, como presunto experto en temas norteamericanos el escritor evangélico español radicado en Miami, Cesar Vidal, y no solo el, en la misma cuerda de encuentran como algún que otro político o analista republicano de la Florida.
El caso es que diga lo que digan no fue esa presunta izquierda la que puso los muertos durante el evento de la que se afirma fue protagónica. En esta línea el caso más gracioso por no decir retorcido es el del intento de convertir en infiltrado enemigo al ícono más vendido por los medios como emblemático del asalto al Capitolio.
No hemos visto en la prensa globalista la cara de los manifestantes muertos, pero si se mostró hasta la saciedad la imagen de un hombre joven disfrazado de Chaman, otro que ya está preso, por cierto. Se trata del célebre Jake Angeli alias “Yellowstone Wolfe”; tiene 32 año, es artista y segura ser capaz de ver dimensiones superiores donde descubre a violadores de las clases altas. Sin duda alguna es una persona afín al movimiento de Q. Sus tatuajes han sido malinterpretados por la derechita correcta como símbolos “antifas” peor aún como pertenecientes a una secta pedófila, la misma que QAnon combate. En realidad, tienen más que ver con creencias laponas o si acaso nórdicas, tan puestas en boga últimamente por Netflix con su serie Vikingos, que con otra cosa.
El caso es que diga lo que diga “El imparcial”, término con lo que englobó la media establecida y sus sucursales en las redes sociales. Opino que lo que ocurrió ese día es que una parte pequeña y a su vez significativa del pueblo americano, más que del Trumpismo cuyo liderazgo no ha querido dar su espaldarazo público a la acción, fue la que se presentó en su casa -que otra cosa debería ser si no el parlamento- sin ser invitada.
Ha sido entonces esa representación popular no elegida, más allá de cualquier conspiratoria, la que tomó la iniciativa y ejecutó la tarea de “asaltar” ese circo que es el congreso norteamericano Esto es independiente del uso dado al hecho por los prensa o los analistas o los propios políticos, o que los policía una vez que se les fuera la mano, antes de que actuaran como vienen haciendo desde hace meses como lo ha hecho con los disturbios organizados y financiados por los opositores a Trump,. dejando pasar y hacer. por ahora se les llamará matones como hace el peruano liberal Bayly desde su programa televisivo; o “Lumpen proletarios” y “vándalos” como los califican desde las “imparciales” páginas de Cubaencuentro, respectivamente los agitadores pro-demócratas disfrazados de periodistas en los que se han convertido Alejandro Armengol y Waldo Acebo Meireles.
No importa el escarnio mediático, algún día, los caídos en el cumplimiento de su deber cívico, el 6 de enero del 2020, serán horrados como hoy lo son aquellos patriotas que se jugaron la vida por la independencia de las 13 colonia. Por el momento el entierro de esos cuatro mártires también lo es de la democracia en esa república bananera en que han terminado convertidos Los Estados Unidos de Norteamérica. Entonces no lo olvides, como diría el poeta metafísico inglés John Donne, campanas que doblen por ellos también lo estarán haciendo por ti.
Carlos Manuel Estefanía. Nacido en La Habana en 1962, realizó estudios de Filosofía en las Universidades de La Habana y Moscú, licenciándose en 1987 en la especialidad de Materialismo Histórico. Posteriormente realizó estudios de postgrado en materias tales como, economía, relaciones internacionales, periodismo, lingüística, teoría de la comunicación y semiótica. Así mismo recibió cursos por encuentro en la Facultad de Derecho en la Universidad de La Habana, en materias tales como: Historia del Estado y el Derecho, Teoría del Estado, Derecho de Familia, entre otras. En mayo de 2009 recibió el título de Magister en Pedagogía del Español y de las Ciencias Políticas por la Universidad de Estocolmo.
Radica en Suecia desde 1993, donde es fundador e integrante de la directiva de la Sociedad Académica Euro cubana, así mismo, es presidente de la Asociación de Graduados Extranjeros en Suecia. Es además miembro de la Asociación de Corresponsales Extranjeros en Suecia (PROFOCA) y del Colegio Nacional de Periodistas de la República de Cuba en el Exilio.
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Estefania,
Leo con horror lo que escribes. Te voy a responder con un opinion en un escrito en un sitio de mi eleccion y te dejare saber a traves de amigos comunes y con una nota a tu sitio. Que escribes, huevon???
Creencias Nordicas:-) los vikingos!!! El tipo es un racista!!! como la mayoria de los “martires” que tu defiendes en esta ignomia que escribes. La forma en que describes al policia asesinado “un tal Brian Sicnick” es curiosa, que tratas de insinuar que el hombre no era policia?
Escribe esta basofia desde la premisa que las “elecciones fueron fraudulentas” por lo tanto todo lo demas que concluyes es errado.
No gasto mas palabras en esta inmundicia.
Esos que invadieron el Capitolio no cumplian un deber civico, estaban tratando de destruir los valores civicos de la democracia Norteamerica.