Por Esteban Álvarez-Buylla.
Ayer, hace muchos años, no sabía tu nombre.
Sin mirarte dos veces, mi cerebro te registró y encontró
que eras la llave maestra de mi cerradura mayor.
Ya te sigo mirando de vicio, corroborando, convirtiéndome
en y cambiando,
al parpadear, todo lo que pudieras tocar y en nivel superior, acariciar.
Tus ojazos negros son como la noche
en que estuve en la guardarraya del cañaveral de la cárcel abandonada por insalubre.
Inolvidables, inolvidable.
Ojos que sonríen, alegan y pulverizan.
Despertando de un sueño cualquiera,
Compartiendo su intenso brillo con los míos.
A tu paso, recojo mis regueros y la barriga.
Ni el saludo cuaja, casi, porque solo pasas.
Mujer divinamente imperfecta y única.
Esteban Álvarez-Buylla es pintor y poeta, cubano exiliado en Estados Unidos.