Por Eleggua Irosoumbo
Desde que tengo uso de razón, en Cuba, siempre han habido colas para todo. Observo en las redes sociales cómo las colas se han convertido en las protagonistas de la gran tragedia en la isla. Es como si jamás hubiesen existido, cuando desde el mismo 1 de enero de 1959 empezaron esas colas.
Hubo hasta colas en La Cabaña para ser fusilados, han habido colas gigantescas en la Plaza para aplaudir a los tiranos, colas para hacer actos de repudio a los opositores. En el año 1994, vi una cola gigante de balsas en el Estrecho de la Florida, vi colas en la prisión del Combinado del Este y en la de Taco Taco para poder acceder al comedor, ¡a comer el sancocho que ellos llamaban comida!
Es como si la libertad y los derechos dependieran del tamaño de la cola. ¡Ojalá algún día ese pueblo haga una cola gigante para alcanzar la libertad. Y nadie pregunte por el último, sino por el primero.
Ahora nos vienen con otra revolución, esta de ahora es de girasoles, mañana será de clarias o moringa. Otra revolución más, como si no nos bastara con una; se han cogido en serio eso de que las calles son de los revolucionarios.
Hemos ido de Posada Carriles a Otaola, de la Niña del Escambray a Liu, del negro alzado Tondique a Eliécer y de Oswaldo Payá a su hija Rosa María. De recoger firmas para un Proyecto Varela que reclamaba derechos a recoger latas para llenar estómagos y pañales Pampers, de aeropuertos vacíos por dignidad a verlos hoy llenos de mulas y pachangueros turistas. De Willy Chirino con su “Ya viene llegando” a “La Gozadera” de Gente de Zona.
La libertad de Cuba está tan cerca como lejos ven mis ojos. Otros pueden. ¡Yo no!
(Tomado de las redes).
Excelente texto de Eleggua…
Aplausos de pie. Genial