Por Lucimey Lima Pérez.
Si bien en las Clasificaciones de Trastornos Mentales no aparece ni emigrante ni inmigrante, el hecho de desplazarse voluntaria o forzosamente en nuestro Planeta, acarrea una serie de reacciones muy variadas e individuales que conllevan a la atención por Profesionales de la Salud Mental. Entre ellas señalaremos algunas, tales como la depresión mayor, la ansiedad generalizada, el trastorno de pánico, el estrés post-traumático, entre otros. Estos estados conducen a aislamiento, pobreza, miedo a la xenofobia o al racismo, todo lo cual resulta en detrimento y deterioro de la persona y de la familia.
La variedad de orígenes en nuestras tierras latino-americanas es extensa, sin embargo, la acogida y el proceso de adaptación, son más llevaderas que en otras latitudes. Mi experiencia reciente como Psicoterapeuta ha sido, no un libro, muchos libros con nombre y apellido y con raíces profundas en la lejanía.
Los términos aculturación y desculturación provenientes del inglés han sido dejados en desuso por significar un abandono a lo propio, una transformación en otro y una relegación casi absoluta. Por esto los expertos en Antropología, Filosofía y Salud Mental se abocaron por años a realizar los cambios correspondientes.
Fernando Ortiz Fernández (La Habana, Cuba, 1881-1969), etnólogo, antropólogo, jurista, arqueólogo y periodista, introdujo el término transculturación en una de sus obras, Contrapunteo cubano del tabaco y del azúcar (1940). Ortiz sabía que era un neologismo, pero que podía ser definido con maestría. La aculturación se refiere a un desprendimiento de lo propio y a una conversión hacia lo ajeno, lo nuevo, lo desconocido. Es un concepto destructor, a mi juicio y con propiedad profesional. Sin embargo, así como tenemos madre y padre y somos el conjunto de ambos, pero diferentes, en la transculturación se recibe y se da, se gana y se otorga. Si se incorporan nuevas tendencias culturales, disímiles maneras de enfrentar al mundo, esto se asimila sin abandonar lo propio, es un intercambio rico y provechoso.
El legado que nos dejó Ortiz es valiosísimo y lo considero una piedra angular para contribuir con el desenojo y con el alivio del dolor de desprenderse de todo y ser un asimilado acultural. La acogida internacional del término transculturación ha sido estupenda, y es un orgullo conocer la historia.
La comprensión del proceso de transculturación no es fácil en muchas ocasiones. Obedece a diferencias personales y a factores ambientales que son negativos. El trabajo del Psicoterapeuta es de aliento y de fuerza, el cambio lo hace el afectado, orquestado por un experto.
Los temores no tienen límites para algunos inmigrantes y se vinculan a experiencias traumáticas que dejan huella a largo plazo. Por tanto, el proceso de curación o al menos de mejoría puede tardar años. El aprendizaje es difícil y las huellas muy contundentes. La Psico-Educación es crucial, de acuerdo con la disposición individual, el progreso se realiza y la persona no se amedrenta ante cambios, algunos en su contra. Si bien hay sociedades más cerradas que otras, la apertura proviene esencialmente del propio afectado, de sus valores arraigados y de su capacidad de asimilación de aspectos muy diferentes.
La historia familiar puede no ser de ayuda, aunque en muchas ocasiones el inculcar el orgullo de ser lo que es cada cual, y sentirse Ciudadano del Mundo refuerza el progreso terapéutico y alivia las manifestaciones citadas y, probablemente, más frecuentes que vivimos los migrantes.
No existe un protocolo estructurado y definido. Cada inmigrante lleva un malestar propio que, si no es un trastorno, es un estrés sostenido, una amenaza y una soledad.
Acompañarse adecuadamente, valorar la propia idiosincrasia, son aspectos muy relevantes. Si hay dificultades en el camino, la ayuda profesional es ineludible.
Sí podemos…
Lucimey Lima Pérez es Psiquiatra, Psicoterapeuta, Máster y PhD en Neuroquímica.
Muy informativo. Gracias.🙏🏽