Por Alejandro G. Acosta.
El hombre de pensamiento es valiente hasta la muerte… exclusive.
Michael de Montaigne.
En fechas recientes, alcanzó gran notoriedad el novel dramaturgo cubano Yúnior García Aguilera, por su controvertida participación en los sucesos ocurridos en la isla desde finales del año pasado, que tuvieron su momento culminante el 11 de Julio de 2021, y hasta parecía que detonarían en el anunciado estallido del 15 de noviembre de este año.
Pero no ocurrió así: el animador más visibilizado del movimiento, aislado primero y desaparecido después, reapareció sorpresivamente en Madrid el mismo día de la marcha tan anunciada, en un viaje que el propio García calificó como “una odisea.” Esa crónica de una marcha tan anunciada por este otro García nada macondiano, resultó contraproducente y frustrada.
Pero sin dudas, esa desaparición del convocante no sería aquella Odisea de Homero, que es el valeroso y arriesgado retorno tan accidentado del astuto guerrero a su patria: Ulises regresa a su Ítaca después de la Guerra de Troya, sufriendo muchas adversidades para recuperar su patrimonio y su honor.
Quizás le vendría mejor el calificativo de Anábasis (o Los Diez mil) de Xenofonte, pues este es el relato de un éxodo, que se quiere entender como una victoria, para esperar más adelante un regreso triunfal y en condiciones más propicias. Una anábasis, puede suponer también una catábasis, es decir, el retorno victorioso. Ese capítulo tropical tampoco fue eso.
Aunque en este caso, según lo que se ha conocido hasta ahora, al precipitado periplo de García Aguilera le correspondería mejor la semejanza con aquella Odilea, una versión paródica de la obra homérica, escrita por el valenciano Francisco Chofre (1924), que obtuvo en 1966 una mención en del Premio Casa de las Américas en el género de novela. No resultó epopeya y ni siquiera comedia: apenas fue una triste y decepcionante farsa.
Semejante aventura de la picaresca nacional contemporánea merece un nuevo “mensaje a García”, pero no aquel A Message to García que es una bella historia de sacrificio y tesón personal, escrita por el periodista estadunidense Elbert Hubbard en 1899, a propósito de la supuesta gesta de un soldado para cumplir su misión a toda costa, pasando por mil sacrificios y culminarla con éxito.
En realidad, nada fue así, ni antes ni ahora.
Pero si hoy otro soldado Rowan hubiera querido entregar ese supuesto mensaje al nuevo García -no al militar aguerrido, sino al dramaturgo evadido- habría sufrido muchos más tropiezos que su antecesor con el General Calixto García, pues cuando por fin llegara a Cuba y fuera por las calles de la anunciada manifestación, donde el movilizador había afirmado que estaría, “aunque lloviera, tronara o relampagueara”, le habrían informado con estupor “no está aquí”; y si entonces hubiera ido a su domicilio en La Lisa, le habrían reiterado con frustración mal disimulada, “tampoco está acá”, y finalmente sus sorprendidos compañeros de lucha le dirían algo avergonzados: “Ahora está en Madrid”. En definitiva, el añejo juego de “allí fumé”.
El affaire García ha puesto de nuevo sobre la mesa el antiguo tema del sacrificio por la causa de la libertad. ¿Hasta dónde aguantar y cuándo es legítimo, humano y razonable ceder? En otra escala y situación, y guardadas todas las proporciones, esto mismo se lo preguntaron también los judíos de Auschwitz, y los sitiados de Cartago, Numancia, Sagunto, Masada, y Zaragoza. La respuesta de todos estos hizo que por su sacrificio quedaran en las páginas gloriosas de la historia.
Pero esta época hedonista y de relativismo moral no es propicia para los heroísmos. Los héroes no sólo son cada día más raros, sino poco comprendidos, y menos aún admirados. Y casi nunca imitados. Contrariamente a lo que fue en un no muy lejano pasado glorioso, los muertos, y los vivos más “vivos”, están cada día más dóciles…
Pero, aunque muy pocos, hay héroes. Sólo hay que saber identificarlos. Y no abrazar a falsos profetas que brotan de sepulcros blanqueados y actúan farisaicamente.
¿Qué lección nos puede dejar este affaire?
Todos tenemos el derecho incuestionable a nuestro miedo, pero no así cuando se impulsa a otros instándolos para que venzan el suyo, y después abandonarlos en la trinchera: “Aguántense de la brocha, que me llevo la escalera”. ¿Qué fue todo este paripé, esta boutade de ese Yúnior (nombre de rara elocuencia), que “compró cabeza y le agarró miedo a los ojos”? Su irresponsabilidad empujó al papelazo propio, y peor aún, al ajeno. Sus acólitos pidieron de inmediato una “Fé de Vida” urgente, que rápidamente se transformó en “Fé de Huída”, y luego en una decepcionante “Fé de Visa”. ¿Qué fue el triste protagonista, “Capitán Araña o Capitán Cebollita”? ¿Le pasó como al cura de pueblo: “Hagan lo que digo y no lo que hago”? Pasó por alto aquello de “no hagas cosas buenas que parezcan malas”, o todo lo contrario, y también olvidó que “la mujer del César no sólo debe ser honesta, sino parecerlo”. Porque en política, forma es contenido. ¿Qué fuga fue esa, cimarronzuelo de rojos pies”? ¿“La fuga fantástica” de Louis de Funes? ¿Qué personaje estaba interpretando el actor? ¿Houdini, Edmundo Dantés o Papillón? ¿Matías Pérez o Cantoya?
Entiendo bien el pavor, la furia y el espanto. Es muy cierto que el miedo en Cuba empezó mucho antes de Virgilio Piñera. Pero en tal inopinada circunstancia, ¿no pudo avisar a nadie de su huída, o digámoslo con benevolencia, “retirada estratégica”? ¿Cómo evitar entonces el papelazo ulterior que comprometió, mucho más que a su minúscula figura, la integridad y credibilidad de sus compañeros de lucha? Entonces no hay que andarse por las ramas para asumir con un mínimo de pudor y coherencia, que a lo hecho, pecho; pero ahora ya no se valen subterfugios.
Quien siente la ambición o el “llamado de la tribu” para ser un líder, debe examinar primero introspectivamente con total honestidad si tiene entre sus atributos viriles la vocación de mártir. Y por supuesto, no se puede olvidar que en la lucha por la libertad de los cubanos, quienes la asumen se enfrentan no con esbirros improvisados ni aficionados, sino con verdaderos profesionales de la represión, el espionaje, la manipulación y el aplastamiento. No se valen ingenuidades, porque entonces se crean falsas expectativas, que dejan todo peor de lo que estaba antes del intento.
¿Qué fue esa representación? ¿Un pirandeliano dramaturgo en busca de su propia performance? ¿Qué personaje quiso interpretar, con tan desastroso y anticatártico resultado? ¿El Conde de Montecristo, El hombre de la máscara de hierro o El burlador burlado?
Tristemente, este es un Yúnior más de los que ya habido tantos, y todavía seguimos esperando por el Senior.
Este Golden Boy de la Pseudoinsurgencia, ¿dónde se meterá ahora? Cuando las cosas llegan a cierto grado, ya no hay retorno, rebasado el punto del no regreso. Y no hay miedo, ni pánico, ni pavor que lo justifique, porque una decisión tan cobarde y traicionera implica a muchos más, y hay que ser plenamente responsable de sus actos. Si no estaba dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias, ¿para qué se lanzó? ¿por alcanzar rápida y fulgurante popularidad? ¿para hacer una pronta carrera política o artística?
Temo que por su atropellada actuación –sobreactuada- de lo que pudo ser un proyecto útil, ahora sólo quedan ruinas: del rimbombante Archipiélago sólo quedó un triste y minúsculo Cayo Confites. El éxodo y la deserción de las huestes comenzaron ya. Pero también, “los golpes enseñan”. Dicen los confucianos que “la experiencia es el nombre de los errores que hemos ya cometido”.
Ahora pretende, desde “distante ribera”, fidelistamente “convertir el revés en victoria”. La obra que compuso el dramaturgo fue engañosa, y su mise-en-scène, pésima. Pero parece que quiere cubrirlo componiendo otra pieza, aún peor, con una llamada alianza opositora internacional izquierdista Cuba-Venezuela-Nicaragua… Eso es ir con inocencia pueril contra la naturaleza gregaria y congénitamente cómplice de las izquierdas, que se defienden unas a otras contra toda lógica y razón. Como dijo resignadamente Octavio Paz hace 50 años sobre los intelectuales orgánicos que cojean de esa pata, cuando quemaron su efigie de cartón en el Paseo de la Reforma: “No tienen remedio”.
Dentro de la multiplicidad de propuestas de la auténtica oposición cubana combativa dentro y fuera de la isla, al menos hay que coincidir en un punto, que permita la convergencia y la unidad de propósito. Cuando se tira de una carreta desde distintas direcciones eso impide que se mueva. Queda detenida porque las fuerzas opuestas se anulan. Pero debe buscarse esa única coincidencia que identifique y defina a toda la oposición. Y esta puede ser la realización inmediata y urgente de un plebiscito que decida hacia dónde quieren ir los cubanos, consultados libremente. Un plebiscito con todas las garantías, por supuesto. Pero la disyuntiva de ese ejercicio referencial no es entre socialismo o capitalismo, sino entre libertad y servidumbre, entre el individuo y el Estado, entre el futuro y el pasado, con un simple y rotundo sí o no, que dé paso a lo que proceda después.
Esta idea no es nueva: en 1991, ante el ejemplo del Chile de Augusto Pinochet, Reinaldo Arenas, tan clarividente siempre, juntó numerosas firmas de personalidades del mundo, para exigir la convocatoria de un referéndum resolutivo y vinculante, que consultara la voluntad de la nación, dispersa por los cuatro confines del mundo. Hay que retomar esa propuesta, y hacerla un reclamo central y priorizado de cualquier programa político de una auténtica oposición. El resto de los puntos incluidos en cada programa, ya se verían después, con un sistema democrático imperante y soberano. Hacer lo contrario sería poner la carreta delante de los bueyes, y no detrás, como debe ser.
El que se niegue, con cualquier pretexto, motivo o argumento para esa coincidencia, será el enemigo encubierto. Quienes pongan como condición previa el levantamiento del embargo, serán expuestos. Quienes aduzcan cualquier otro impedimento, serán señalados como los traidores infiltrados. Aquí, lo contrario de El Padrino I, quien se niegue a asistir a la cita, será el traidor, el Judas ya desenmascarado.
Lo que empieza mal, termina peor. Desde que el azorado Yúnior soltó su discurso de profesión de fe socialista, ya olió putrefacto. ¿Cómo es posible que hoy alguien decente y medianamente informado, a estas alturas de la historia, no sienta vergüenza y aún repulsión para confesarse “de izquierda”, con más de 150 millones de víctimas ocasionados por esa causa desastrosa y criminal? ¿Y los que dicen eso se espantan, como Tartufos, de los 20 millones de muertos del nazismo? Son, mínimo, siete veces más asesinos y crueles los zurdos que sus primos alemanes. Por lo menos, estos no mataban a otros alemanes por el sólo hecho de serlo. Ese “socialismo humanista”, glosando a Oscar Wilde, sólo “es el comunismo que no se atreve a decir su nombre”.
Y eso de que persistan en que “levanten el bloqueo”, es patético. Primero, ¿cuál bloqueo? Lean el diccionario, al menos: bloqueo y embargo son términos totalmente diferentes, y no quieran confundir la gimnasia con la magnesia.
¿Que el embargo no ha dado todo el resultado esperado? Por supuesto, y menos con las debilidades y vacilaciones, y los algunos estira y muchos más afloja que implica la alternancia partidista en Estados Unidos. Pero, clínicamente, cuando una medicina suministrada a un paciente por un tiempo no lo cura, la solución no es sólo cambiar de médico o de medicina, pues hay otra opción: aumentar la dosis. Y así el paciente, se cura o se muere. Pero ante esa otra posibilidad, esconden la bola y se colocan el antifaz “humanista”.
¡Qué ingenuidad es necesaria para pensar y tratar de hacer creer a otros, que si se levanta el embargo ya terminará el conflicto del régimen contra los cubanos? Además de la victoria moral para el castrismo, sólo los muy cretinos podrán pasar por alto que lo que realmente le interesa al régimen no es el comercio, sino los créditos para los préstamos, que haciendo uso de su antigua vocación para no honrar sus deudas, terminará pagando el contribuyente americano. Y, además, aunque se le concedieran a un nuevo Aladino cubano los tres deseos por un genio salido de la Lámpara maravillosa ¿ignora que es una añeja política del régimen castrista presentarse como víctima, y que el MINREX en su página oficial tiene un apartado sostenido por 60 años con la creciente “deuda” que por la supuesta reparación de “daños y perjuicios” guarda como reserva, para una vez que le quiten el pie del embargo de encima, inmediatamente morderá ese tobillo? ¿No les basta esto para admitir que su “idea” es loca e insensata? Quienes proponen, generosa y humanitariamente, levantar el embargo al castrismo, ¿alguna vez se han tomado la molestia de preguntar a los jerarcas del régimen, si aunque sea 60 años después del atropello, indemnizarán a los perjudicados por el despojo (no “expropiación” ni “nacionalización”) de sus incautaciones, o si considerarán saldada ya la “deuda” por los presuntos daños y perjuicios? También podrían, ya que quienes votan en la ONU son unos gobiernos tan generosos y benefactores, empezar a reunir la cantidad de recursos suficientes para poder indemnizar a los despojados hace más de seis décadas, y no con las reiteradas condonaciones de dudas (incobrables) que suelen acordar a favor del régimen castrista y no del sojuzgado pueblo cubano. Así las hipócritas votaciones en la ONU tendrían algún sentido práctico y palpable, y no se evidenciarían como las farsas periódicas que son. Cada vez que votan contra “el bloqueo”, los generosos cómplices debían depositar una cantidad significativa de dinero para apoyar su voto y contribuir así a la desaparición de la causa del embargo. Empezando por la “culta Francia” (que olvida que hoy no habla alemán gracias al generoso valor de los soldados americanos quienes fueron a defender esa libertad que los mismos franceses abandonaron), que hasta le cobró con creces y usura su libertad al recién independizado y muy hambreado Haití durante siglos. Y ya puestos en los pedidos: ¿por qué no acompañan su lastimero pedido y se ven realmente humanos exigiendo que ya liberen todos los presos políticos en las cárceles cubanas?
Esos falsos opositores (colaboracionistas más bien) no lo ven, o no lo quieren ver, porque “viste bien”, y es elegante ser “solidario”, “humano” y “de izquierda”… pero siempre a costa de otros.
Algunos piensan (a veces con razón) que los gobiernos americanos son irremediablemente tontos, y sobre todo en temas, más que políticos, de dinero.
Quienes persisten, con esfuerzo digno de mejor causa, en insistir en la derogación del embargo, o el “levantamiento del bloqueo” (que no es decisión de ningún presidente por muy presionado que esté, y ni siquiera de su gobierno, pues es una ley que necesita la aprobación del Congreso), en su inefable “inocencia” ¿creen acaso que si se levantara el embargo el régimen cubano dará las gracias, y se pondrá a trabajar en el progreso y la prosperidad del país?
El régimen cubano actúa y justifica todas sus acciones haciendo uso del antiguo derecho de conquista: “Llegamos a tiros y sólo a tiros nos sacarán”, comentan que ha dicho alguno de ellos. Ha impuesto como normal lo monstruoso: acusaciones sin pruebas ni argumentos, leyes liberticidas, supresión total de derechos elementales, condenas brutales y, además, el asesinato de la reputación, el paredón moral que sigue al paredón material… Y aún a pesar de todo esto, no han logrado apagar la persistente llamita que sigue latiendo, oculta y temerosa, pero con molesta incandescencia, amenazando siempre con detonar la pólvora y convertirse en un incendio arrasador: esto hace de la lucha de los cubanos por su libertad la gesta más ignorada, desvirtuada y atacada del mundo, y la convierten por lo mismo en la más heroica y empecinada de la historia. Invito a que se piense en otra que pueda superarla.
La tiranía no sólo masacra a sus víctimas, sino que además les exige a sus opositores que sean masoquistas y que no rehúyan el zarpazo, que aguanten a pie firme la embestida brutal, sin riposta posible, pues si obrando con alguna salud mental se sustraen al golpe, los acusa de cobardes, traidores y vendidos al enemigo extranjero. Los represores quieren que sus víctimas aguanten hasta la muerte su feroz represión, y hasta se sienten traicionados o frustrados cuando sus objetivos escapan al suplicio. Entonces, como en los viejos tiempos, los quema en efigie. Los difama sin derecho a prueba, reclamo ni réplica. Para eso tienen el poder absoluto y lo ejercen absolutamente, con total impunidad. Pero olvidan que “con la misma vara que midan, serán medidos”, y que una auténtica reconciliación sólo será posible con la aplicación de la justicia, y no con el olvido ni el perdón.
Pero los aficionados de la lucha por la democracia, deben tener muy presente que se enfrentan a profesionales de la represión, y que si algo funciona en la desdichada isla es precisamente ese control absoluto omnipresente, ese bosque de ojos de una Alicia en el pueblo Maravillas, que sigue vigente con el primer día de su azaroso estreno. No se puede ser ingenuo con ellos y deben prepararse siempre para lo peor, por muy “pacifistas” y conciliadores que quieran ser.
Los opositores deben ser eso, precisamente, opositores, no “disidentes” lights, de “sí, pero no; bueno, mas no demasiado”: el enfrentamiento es total, porque hace más de sesenta años que el régimen le declaró la guerra al pueblo cubano.
Ni se puede aceptar tampoco una retórica socialistoide (que sería igual o peor, la misma puerca revolcada), ni hacerle el juego al régimen levantando un inexistente embargo, y dejar ya la hipocresía de la lucha pacífica, con los santones de Martin Luther King, Mahatma Gandhi y Nelson Mandela: deben entender que estos tuvieron éxito porque ambos enfrentaban a un sistema de leyes y garantías como el estadunidense, el inglés y el sudafricano (una extensión del anterior), y por un acompañamiento permanente de la prensa internacional, que reportaba y magnificaba cualquier golpiza o atropello. Pero los opositores cubanos no viven en Inglaterra, ni en Suiza.
Esto recuerda aquel macabro chiste del negro esclavo en el circo romano, enterrado en la arena con sólo la cabeza fuera, a quien le sueltan un león hambriento, y cuando éste lo examina para devorarlo, el desesperado nubio sólo atina a darle una mordida en la pata al felino, que ruge de dolor. Dos segundos después, el populacho del Coliseo grita: “Pelea limpio, negro traicionero…”
Los sicarios cubanos son idénticos a la plebe romana. Y además bendicen a sus Nerones, Calígulas y Tiberios: “Nerón vive”. “Seremos como Calígula”. “Yo también soy Tiberio”.
Pero:
“Un pueblo que se ve obligado a soportar un yugo y no teniendo otra opción obedece, hace bien. Pero si en algún momento puede sacudir ese yugo violentamente y lo hace, actúa mejor aún, recobrando su libertad por el mismo derecho con que se la han quitado”.
Esas palabras del Contrato social de Juan Jacobo Rousseau, las citó hipócritamente Fidel Castro en su alegato La historia me absolverá. El derecho (y hasta la obligación moral) a la rebelión, lo consagran Hobbes, Montesquieu y Condillac, y aún los mismos Padres de la Iglesia, como Santo Tomás de Aquino. Y hasta el teólogo jesuita Juan de Mariana, uno de los representantes de la Escuela Salmantina, defiende como legítima y necesaria la opción del tiranicidio: cuando el gobernante es un tirano, el pueblo tiene el derecho supremo a deponerlo y si se opone, liquidarlo.
Otra persistente obsesión del régimen y sus epígonos es el asunto del “financiamiento” de los movimientos opositores. Pero, ¿con qué fuerza moral puedan cuestionar el origen de los recursos cuando desde el mismo origen del comunismo en el poder, fue financiado por intereses espurios? ¿Han olvidado el siniestro “Tren sellado” donde los alemanes metieron a Lenin y sus cómplices, y lo enviaron como bomba de tiempo para reventar a la naciente democracia rusa de la Duma y Alexander Kerensky? Banqueros judíos alemanes financiaron a Lenin, como Jacob y Mortimer Schiff (de la firma Kuhn-Loeb de Rothschild, que años después emplearía el padre de Al Gore), Félix Warburg, Otto Kahn, Olaf Asxhberg, y Armand Hammer, siguiendo los manejos del tenebroso Alexander Parvus. El capital judío internacional ha estado siempre involucrado, desde Rothschild hasta Soros, con el proyecto de dominio comunista y su designio de un “Nuevo Orden Mundial”. Y esto no es una entelequia conspiracionista, sino una realidad documentada y comprobable.
¿El mismo Castro no recibió con gusto el dinero de Carlos Prío para comprar el yate Granma? ¿Acaso no hizo una gira por Estados Unidos colectando dinero para “su causa”, como muestra una foto suya ante una mesa donde se amontonan los dólares? ¿Y no recibió con impudicia total durante más de treinta años el apoyo “sin medida ni tasa” de una potencia extranjera como la Unión Soviética, a cambio de ser su activo y explosivo satélite en el Tercer Mundo? ¿Dónde metió Castro el dinero del rescate de los hermanos Born de Argentina en 1975? ¿Y los otros secuestros y asaltos bancarios cuyos botines fueron a parar a Castro, como cuenta Jorge Masetti en El furor y el delirio? ¿Con qué vergüenza pueden cuestionar de dónde vengan los dineros para apoyar la precaria oposición cubana?
El choteo cubano empieza por ser auto-choteo: cuando alguien toma la iniciativa y se lanza con arrojo por una causa, la reacción multitudinaria inmediata es: “Se quemó”, “Se tostó”. Y como resumen y moraleja incomprensible en otras regiones, la sentencia. “Allá él”. “Si te vi, no me acuerdo”. Esa egoísta carencia de solidaridad que conspira contra su propio interés y bienestar, es uno de los resultados del profundo daño antropológico que ha impuesto a los sometidos cubanos el régimen castrista, donde los esclavos aplauden –aunque sea hipócritamente- a sus verdugos.
El personaje de “la fuga maravillosa”, sintiéndose un héroe histórico y literario, le colocó la manzana en la cabeza a sus ilusionados seguidores, los hijos de Guillermo Tell. Y salió corriendo, porque lo amagó el tirano Gésler nada más asomar la pluma de su sombrero. Con su actuar imprudente y cobarde, les dibujó a sus incautos creyentes una enorme diana, un tiro al blanco en sus espaldas. Y luego, puerilmente, dijo: “Yo no fui, fue Fefé”.
No avisó a nadie que se iba. Ni siquiera con el diplomático español que le entregó la visa, ni con el taxista que lo llevó al aeropuerto, ni con algún extraño que pudiera haber visto y transmitir al menos un mensaje de su fuga. Al menos, “diles que me fui, que luego les explico”. Nada de nada. Ni siquiera un correo electrónico, o un whatsapp desde el aeropuerto o desde la cabina del avión de Iberia antes de despegar… Nada. Niente. Sus traicionadas huestes se enteraron por el Granma o por el NTV.
Ahora bien, tampoco hay que concederle demasiada importancia al personajillo –diría Julius Fucik- y no perder de vista que aunque momentáneamente nos distraiga y hasta nos solace sabrosamente, el verdadero adversario es la tiranía, y contra ella tienen que dirigirse los cañonazos. “Estocadas, no alfilerazos”, como dijo Tartarín de Tarascón ante sus enemigos. Habrá que “trazar una oscura cruz de ceniza y de olvido sobre el oscuro nombre que padece”, y seguir adelante, sin perder de vista el horizonte y la meta final.
Gracias a su mala obra, lo que prometió ser un grandioso orgasmo democrático popular, terminó en un artero coitus interruptus. Nadie le pidió que fuera líder de un movimiento, pero él solo lo decidió y se apuntó: vio pasar el carro y se subió, para apearse en la primera parada. Debió, ya subido a la guagua, llegar hasta la terminal.
Es un tropezón, pero no una caída definitiva. Si bien la tiranía ha demostrado su capacidad para mantenerse a costa de la represión y del terror, también debe reconocerse que no hay en la historia otro exilio como el cubano, que durante más de seis décadas se ha sostenido, contra viento y marea, contra la complicidad o la sordera y miopía del resto del mundo, firme en sus trece. Son al menos cuatro generaciones de exiliados, que sostienen viva la llama de la libertad, caso único en la historia mundial, cometiendo errores, por supuesto, pero manteniéndose firme en su trinchera y dispuestos a no ceder nunca, con una admirable y grandiosa tozudez. Si alguien tropieza en el camino y cae (“es un decir, si cae”), puede levantarse y sumarse nuevamente al empeño, o apartarse en uso de su libre albedrío y dejar que otros continúen con la maratón. Cada quien carga con su conciencia.
Traigo a cuento una leyenda ilustrativa: en algún momento de la terrible pelea de la Segunda Guerra Mundial, se reunieron en Versalles Hitler, Mussolini y Churchill, a tomar el té frente a uno de los estanques palaciegos. Desesperado y muy molesto por la resistencia británica ante el empuje nazi, que no cedía ni a los bombardeos masivos sobre Londres y otras ciudades inglesas, Hitler propuso: “Debemos acabar esta guerra ya. Propongo que quien capture una de las carpas que nadan en el estanque sin utilizar ninguno de los medios tradicionales, sea el ganador”. “De acuerdo”, dijeron los otros dos.
Hitler desenfundó su pistola Luger y la descargó con abundante saña contra los dorados peces, que ágilmente esquivaron las balas sin ningún daño; entonces se volteó hacia el italiano: “Arriba, Musso, que tú eres un gran nadador: agarra una carpa”. Benito se despojó de la ropa y se lanzó de cabeza al agua, probando a atrapar con la mano algún resbaladizo pez, pero después de mucho esfuerzo tampoco lo consiguió.
Cuando llegó el turno de Churchill, esté se arrodilló junto al borde de la alberca y con una cucharilla del té que estaban tomando, empezó a sacar cucharadas de agua y arrojarlas detrás su hombro. Los otros dos, extrañados, le preguntaron: “¿Qué haces?”
El Bulldog Británico los miró y dijo: “Nos va a tomar mucho tiempo y mucho esfuerzo, pero les aseguro que nosotros ¡vamos a ganar la guerra!”.
A la larga, como saldo de todo este funambulesco capítulo de la picaresca cubana, quedará la confirmación de que “todos los golpes enseñan”, y que al menos habremos continuado en ese difícil proceso de “pérdida de la inocencia”: crecer duele. Pero en estas lides, el que se cansa, pierde: hay que continuar. La diferencia entre los buenos, los mejores y los imprescindibles, radica precisamente en su nivel de perseverancia, en su consistencia y coherencia. Lo mejor es pasar esta página cuanto antes y que quede todo como un mal recuerdo, de lo que pudo ser y nunca fue, como parte de una lucha muy larga y muy dura. No todos tienen madera de santos ni de mártires, pero para emprender una gesta así estos son requisitos indispensables, como sí los tuvieron y en abundancia, quienes desde el mismo origen de la tragedia pusieron sus verdades y sus vidas en juego, sin reservas, y padecieron cárcel, destierro, torturas, ensañamientos y paredón. Los que no puedan, que se aparten y dejen a quienes ya llevan un buen tiempo entregando sus vidas en este empeño. En todo caso, fórmense al final de la cola, que es muy larga, y no quieran saltarse turnos pícaramente: hay ya demasiados caciques y muy pocos indios.
A ver ahora si, al menos, después de todo este sainete burlesco, por fin aprendemos algo.
Alejandro González Acosta es Investigador, ensayista y académico cubano con residencia prolongada en México, donde vive desde 1988. Graduado del Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona en la especialidad de Español y Literatura. En el Colegio de México colmex realizó estudios para el Doctorado en Letras Iberoamericanas, título que finalmente por la Universidad Nacional Autónoma de México unam. Miembro del Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana iili, la Academia Mexicana de Estudios Heráldicos y Genealógicos, la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística smge y la Modern Language Association mla, miembro de número de la Academia Cubana de la Lengua acul y Correspondiente Hispanoamericano de la Real Academia Española rae. Desde 1989, es profesor de la Facultad de Filosofía y Letras ffyl (unam) e investigador titular del Instituto de Investigaciones Bibliográficas iib (unam). Especialista en historia, literatura y cultura virreinal mexicana y en literatura hispanoamericana y cubana del siglo xix.
Trabajó como profesor de literatura en el Instituto Superior Pedagógico y como periodista en el Ministerio de Cultura; también se desempeñó como vicepresidente y director de promoción en contex. En 1989, obtuvo el Premio Internacional de Ensayo Sor Juana Inés de la Cruz y en 1990 mención honorífica en el concurso de la revista Plural.
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Despues de este largo y maravilloso articulo es que los cubanos ni aprenden ni se respetan ademas de tirarse de barriga por el primer “mascalzone” que les toque la flauta de Hamelin y este es el verdadero daño antropologico, lo he dicho siempre no tienen remedio
Ahora todos buscan un culpable. En el’preciso. Momento en que se necesita actuar. En Cuba no hay líderes. Todos están esperando que ocurra el gran milagro. Mientras tanto se mantienen en sus puestos publicando de vez en vez un post. No creo que nadie pueda decir esto o aquello de éste órgano ésta. Qué haces tú? Todos saben que aquello no cae si no es por la fuerza. Aún si todo el mundo le diera la espalda al régimen, habría que tumbar lo. Qué se hace al respecto? La teoría de la conspiración les sirve a algunos para darse importancia. Cómo hablar de un cambio fraude cuando la oposición no supone un peligro aún?
Su comentario no se entiende. Aquí todos hemos hecho algo. ¿Y usted que hace o hizo?
Maravilloso. Gracias querido Ale por tu enseñanza, siempre.
MAGNÍFICO.
Ñoooo Alejandro hiciste polvo al dramaturgo YunioL jajaja
Excelente, gracias Alejandro. Muy refrescante 😎
Re bueno!
Muy buen artículo
Muy buen artículo que pone en evidencia el característico ” valor ” de un traidor y un cobarde como Junior .
Fantastic o ,con magia negra desnudas pedazo a pedazo a este engreido petulante ‘DRAMA TURCO’ que padeciendo de fuegofobia , quizo atizar una hoguera…CUANDO HABLA DE LAS TORTURAS SICOLOCAS
SUFRIDAS…Pienso …que hubiera experimentado si hubiese o hubiera estado preso en Isla de Pinos?//
En el reclusorio modelo,creator por Machado y Re-modelado para los enemies de La Piedra -Patilla-…
Puede documentarse someramente vie do la pelicula PLANTADOS , PARA MUESTRA LE BASTARA ESE BOTON…
QUE PANA QUE SE FUE Y AHIRA SE PERDERA DEFINITELY EN LA MULTITUDE…
GRACIAS NUEVAMENTE POR TU ARTICULO…
Pero acaso esa propuesta de plebiscito no es otra utopía que emana de la misma ingenuidad de la marcha liberadora, como se puede celebrar un plebiscito en cuba sin la anuencia del régimen y su compromiso previo a respetar el resultado ??? Si tuviera lugar el afamado plebiscito y los resultados fueran contrarios a la libertad del pueblo legitimado por observadores internacionales como ocurre con tanta normalidad en LATAM, perdona pero quien me hable de plebiscito es otro Yunior
A mí pareció un excelentísimo artículo todo lo extenso que requiere la amplia cultura del autor, quien aborda con profunda exquisitez el tema de un probable doble agente cubano.
Este es peor que aquellos. Excelente tu escrito. Gracias.