Por Julio César Soler Baró.
El rumbero a la rumba… Bien por la canción Patria y Vida, «en 4×4» como todo lo que se pega y sirve de consigna. Y punto… Nos dio un lema, que marca la diferencia, pero hasta ahí. Como el «Taxi Driver» que te recoge infartado en la calle Z de la Ciudad R y te suelta en la entrada de emergencias del Hospital Nacional de la Nación X a la hora Y, donde los camilleros J y H, ya tú encasillado te montan en el ascensor de la Izquierda o de la Derecha, en dependencia de cuál esté funcionando a esa hora, 4 años después de las elecciones administrativas más recientes, desencamillándote luego en las manos del team de traumatología de guardia y ellos, ya tú sabes: a lo suyo contigo.
Dime tú, cubano, cubana, ¿permitirías a un rumbero, por más ricote que esté, por el hecho de también tener corazón en el pecho, que trastee el tuyo? ¿No, verdad? No debería ser la respuesta tuya a mi pregunta si la imbecilidad no te define, pues para trastear corazones están los cardiólogos. Lo mismo pasa con la política, que todos la sufrimos y que todos la gozamos, pero cuando hay que componerla es algo que ha de dejarse a los políticos.
La política como la cardiología son ciencias y se estudian.
Entonces: a hacer la tarea leyendo lo que NO escribe El Pollo…
Julio César Soler Baró, poeta y antropólogo cubano exiliado en Suecia. Oluwo Otura-Nico.
#JullArts
Pingback: El Rumbero de Hamelin – – Zoé Valdés