Por Ulises F. Prieto
Durante mucho tiempo lo único que supe de la Guerra Civil Española fue la novela “¿Por quién doblan las campanas?” de Ernest Hemingway. El título era una pregunta, como lo son muchos videos de YouTube que hoy se cuestionan si Milei será Presidente de la República Argentina. La diferencia es que en la novela sí se ofrece una respuesta. Al final se esparcen los últimos versos de un poema de John Donne. Traduzco: “Nunca preguntes por quién doblan las campanas, doblan por ti”. Es una incoherencia invocar aquel poema y luego quitarse la vida, como si una vida perteneciera a un solo hombre.
Tal vez la incoherencia no sea el haberse quitado la vida, sino el haber aludido al poema: “No Man is an Island”. Lo cierto es que Hemingway asistió a la Guerra como si fuese una Fiesta. Una fiesta cruenta como todas las de su gusto. Ciertas tardes, mientras en ambos frentes los combatientes habían llegado al acuerdo tácito de descansar las hostilidades, el escritor llegaba de improviso y disparaba la ametralladora para azuzar al enemigo. Una tregua nunca es una buena noticia para un reportero. Antes que escritor, era periodista, y antes un vividor. Aún así se mató a sí mismo, por sí mismo. Entonces los médicos se tomaban el juramento hipocrático en serio, y matar a inocente era un asesinato.
Hemingway se mató tras ser diagnosticado de cáncer. No resistía la certeza de su decadencia. Era humillante. Moriría delgado de muerte, adormecido por la morfina, mientras lo lavaba con distancia profesional una enfermera cualquiera. Para quien había asistido a dos guerras mundiales, una guerra civil, innumerables corridas de toros, muchas cabezas de sus presas en las paredes, y que había resucitado de todas sus resacas, aquel final ñoño no conjugaba con su biografía. Un final tan lento desentona con el ritmo del relato. Se iría debilitando, hasta llegar a no poder leer ni escribir. Es mejor morir. Al fin y al cabo se escribe para no morir, y se lee para imaginar otras vidas.
Milei será Presidente de Argentina. Es un liberal. Hace años me habría alegrado el triunfo del liberalismo, porque yo era liberal. Hoy no. Los liberales suelen llamarse a sí mismos los amantes de la libertad, pero no todos los que amamos la libertad podemos ser liberales. Tampoco todos los que aman el progreso son progresistas. Todos los liberales enseñan que el progreso es un efecto de la libertad. Del mismo modo la libertad es un efecto de la tradición. Priorizar el progreso sin libertad – los cubanos lo sabemos- trae miseria. Así, buscar la libertad renunciando a la tradición consigue la tiranía. Cánovas del Castillo dijo que ningún hombre honrado puede desear dos revoluciones. Tal vez una, y eso porque desconoce los efectos de la primera. No soy revolucionario, prefiero las contrarrevoluciones.
Cuando el golpe de Estado de los separatistas catalanes, algunos liberales de renombre escribieron esquelas luctuosas para España. Eran distantes. Argumentaban que los países nacían y morían. Ciertamente los países nacen y mueren. Las personas también, pero no las matamos. Intentamos extenderles la vida hasta donde den nuestras posibilidades y entristecemos cuando se nos van. En español las personas que queremos no se mueren, sino que se nos mueren, porque ningún hombre muere aislado. Las naciones tampoco.
La definición de liberalismo que asume Milei es la de Alberto Venega Lynch hijo: “El liberalismo es el respeto irrestricto al proyecto de vida de otros”. Lo cierto es que la vida viene sin proyecto ni prospecto. Se nos es dada. Nada de lo que hagas en tu vida es ajeno a los demás. Si te gastas tus ahorros en vicios, el capitalismo tendrá menos ahorros para invertir. Alguien tendrá que hacerse cargo de tu vida y la de los tuyos. Tu alrededor tendrá peor calidad de vida y alguien además de ti sufrirá, o incluso muera. Tu muerte, tu enfermedad y tu miseria, nos hace menos. Nadie es una Isla en sí mismo.
No Man Is an Island
No man is an island,
Entire of itself;
Every man is a piece of the continent,
A part of the main.
If a clod be washed away by the sea,
Europe is the less,
As well as if a promontory were:
As well as if a manor of thy friend’s
Or of thine own were.
Any man’s death diminishes me,
Because I am involved in mankind.
And therefore never send to know for whom the bell tolls;
It tolls for thee.
John Donne.
Ulises F. Prieto es Profesor de Matemáticas y escritor.