Por Jonathan S. Tobin /El Medio/Redacción ZoePost.
Aunque sólo una minoría de los estadounidenses sigue de cerca el campeonato mundial de fútbol, como cada cuatro años, el resto del planeta se vuelve loco con él. Y, como siempre ocurre en los acontecimientos deportivos internacionales en los que el nacionalismo se mezcla con la pasión que sienten los aficionados por sus equipos favoritos, en Qatar está habiendo momentos desagradables. En uno de ellos, los palestinos son protagonistas.
El apoyo expresado a su causa durante los campeonatos cuatrienales de lo que en todas partes se denomina «fútbol» excepto en Estados Unidos se está interpretando ampliamente como una prueba de la enorme brecha existente entre la opinión pública y las políticas gubernamentales en el mundo árabe.
Esto no deshace los Acuerdos de Abraham, por los que Emiratos y Baréin normalizaron sus relaciones con Israel, ni que condujeran a acuerdos similares entre el Estado judío y Marruecos y Sudán. Otros Gobiernos árabes, como los de Egipto y Jordania, que ya tenían en vigor acuerdos de paz con Jerusalén, consideran a Israel un aliado contra Irán, el país que realmente les preocupa. Y los hay que no han seguido formalmente el ejemplo pero aprueban tácitamente los Acuerdos, como el de Arabia Saudí, que permite a los aviones israelíes sobrevolar su espacio aéreo y mantiene estrechos lazos de seguridad con Jerusalén. Mientras tanto, el comercio y el turismo entre los países del Golfo e Israel están floreciendo.
Todo esto habría sido inimaginable hace unos años. Pero, gracias a la valentía y la habilidad diplomática mostradas por Benjamin Netanyahu (pasado y futuro primer ministro de Israel) como por la Administración del expresidente de Estados Unidos Donald Trump, la atmósfera política en Oriente Medio ha cambiado.
Ahora bien, las noticias que llegan desde Doha sobre el acoso a turistas y periodistas deportivos israelíes en medio del entusiasmo generalizado por los palestinos no pueden descartarse como insignificantes. Aunque es cierto que el proceso de normalización es lento y tardará muchos años en completarse, quienes piensan que el sentimiento antiisraelí en Oriente Medio se limita ahora a Ramala, Gaza y Teherán ignoran una verdad básica sobre la cultura árabe y musulmana.
Puede que los Gobiernos árabes y musulmanes hayan abrazado el realismo y el interés propio en su afán por dejar de ser rehenes de la intransigencia palestina y de reconocer que Israel es su aliado natural, no un enemigo. Pero la opinión pública, incluso en algunos de los países que mantienen relaciones plenas con Israel, sigue viendo al Estado judío a través de la lente distorsionada de su guerra centenaria contra el sionismo…