El Eminente Jurado que otorga los premios Princesa de Asturias realmente no han podido saber a quién han premiado en la categoría de Comunicación y Humanidades. Adam Michnik se llevó este premio, aunque parafraseando un dicho de Sancho Panza: «Aunque lloviese Dios premios y laureles sobre la tierra, ninguno asentaría bien sobre la cabeza de Adam Michnik».
De hecho, sí, ningún laurel se asentaría bien en la cabeza de Michnik, porque en opinión de la gran masa de polacos, Michnik hace tiempo que perdió la cabeza, la conciencia y derrochó la leyenda que le rodeaba. Sin embargo, lo que todavía ha conseguido mantener es el imperio mediático, lo que se traduce en una especie del llamado “cuarto poder”, y lo que parece ayudar mucho a la hora de coleccionar premios y amigos. Michnik es un referente, un símbolo, pero no, como piensan muchos, de la lucha contra el régimen comunista, sino de la lucha para que el dogma de la izquierda y el globalismo se conviertan en la mentalidad de los polacos.
Michnik hace tiempo que perdió la cabeza, la conciencia y derrochó la leyenda que le rodeaba
Dibujar su silueta debe partir de las raíces. El hecho de que en famosa entrevista para “Der Spiegel”, Michnik “quitó la vida” de sus padres en el Holocausto, resonó un tanto en Polonia porque aquí no se puede engañar a nadie tal astutamente como lo hace habitualmente en el extranjero. Michnik nació un año después del final de la guerra, en 1946, y se crio en un barrio lujoso por la contribución de sus padres a la implantación del sistema comunista en Polonia. El padre de Michnik, Uzías Szechter, formó parte, en su juventud, de la Ejecutiva del Partido Comunista de Ucrania Occidental. En 1934, en el famoso juicio de Łuck, el tribunal lo condenó a prisión por intentar “cambiar violentamente el sistema del Estado polaco, reemplazarlo por el sistema comunista y separar las provincias de sureste del Estado polaco”. Después de la guerra, volvió a su actividad comunista, pero ya no hizo carrera política. Hasta la década de los 60 no se sintió decepcionado con el funcionamiento del sistema comunista y murió en 1982.
La madre, Halina Michnik, fue activista del movimiento comunista, historiadora, y autora de libros de texto escolares que falsificaban la historia de acuerdo con la línea soviética. Murió en 1969 como una distinguida activista comunista. Por supuesto, se debe enfatizar que Adam Michnik, de ninguna manera puede ser responsable de los errores de sus padres, y especialmente de los crímenes de su hermanastro Stefan Michnik, el fiscal estalinista. Su hermano siguió siendo un símbolo de terror comunista, pero también un símbolo de impunidad de los crímenes comunistas.
Polonia emitió una orden de detención europea para él en 2017, pero Suecia se negó a extraditar a Stefan Michnik por los motivos del “estatuto de limitaciones”. Quizás, sin embargo, las raíces familiares de Michnik expliquen su actual fervor por buscar fascistas entre los conservadores de VOX, de Fratelli Italia y también de los conservadores polacos.
Adam Michnik desde muy joven supo ser el líder; al principio era el papel de un líder en medio de sus compañeros en el Ejército Walter -una organización juvenil comunista-; luego en medio de los estudiantes críticos con el sistema de la Republica Polaca Popular desde una posición marxista; más tarde en medio de “comandos” que iniciaron la revuelta de marzo del 68, y finalmente en la oposición democrática. De hecho, desempeñó un papel importante en casi todos los eventos más importantes destinados a derrocar el sistema comunista. Michnik alcanzó el status de uno de los mayores héroes de la “Solidaridad” clandestina y fue entonces cuando lo conoció el corresponsal de El País en Varsovia, Hermann Tertsch.
En los ensayos, escritos y proclamas de Michnik de ese período, el rigor moral y el firme rechazo a los compromisos con el régimen comunista estuvieron en primer plano. Por lo tanto, la mayor conmoción fue el comportamiento de Michnik después de 1989, cuando después de un período de heroísmo optó por lavar los pies de los comunistas y raspar la sangre de sus manos.
Nunca hubo dos «Polonias» que necesitaran reconciliarse porque Polonia en masa era una nación católica
En los años 90 no ocupó ninguna función pública importante, pero paradójicamente tuvo la mayor influencia sobre lo que sucedía en el país debido a la construcción de su imperio mediático: Gazeta Wyborcza.
Michnik estuvo encantado con la Transición española, pero la entendió mal, y participó en la imposición de su «versión polaca» con consecuencias fatales para nosotros. Nunca hubo dos “Polonias” que necesitaran reconciliarse porque Polonia en masa era una nación católica, conservadora y maltratada por el poder de Moscú impuesto después de Yalta. Más de 10 millones de polacos pertenecían a Solidaridad, por eso el Gobierno comunista podía perseguir, encarcelar, matar y aun así los polacos eligieron la libertad contra el socialismo traído al suelo polaco por los tanques rusos.
En 1989, después de recuperar la independencia, Michnik, entre otros responsables activistas, decidieron lo que la Transición polaca debía implicar: la amnesia absoluta a los polacos: el perdón de los crímenes de los comunistas (aunque ellos mismos no estuvieran dispuestos a buscar perdón) y el olvido del nuestro pasado, la renuncia a las tres palabras más importantes para los polacos durante siglos, es decir: “Dios, honor, patria”.
Michnik pasó de ser una víctima de los comunistas a ser su el mayor abogado. Fue su Gazeta Wyborcza, que tenía casi el monopolio de los medios en la década de años 90, la que inhibió la descomunización y la investigación, comparando ambos fenómenos con la caza de brujas o una inquisición española. Fue Michnik quien dio inmunidad a los comunistas, por eso hoy los jueces de esa época o sus discípulos anarquizan nuestro poder judicial con la ayuda del TJUE Europeo, y en el Parlamento Europeo, y junto a Tusk animan a castigar y sancionar a la Polonia derechista y conservadora, la que odian igual que vuestros separatistas odian a España.
Para el imperio mediático de Michnik el patriotismo polaco y el catolicismo fueron las causas de nuestras desgracias. Ninguna campaña en LaSexta o El País me sorprenderá porque era Wyborcza la que promovía ya antes en Polonia consignas como “¡El aborto es OK!”, “El patriotismo es como el racismo”, “Yo no lloré por la muerte del Papa JPII”.
Si se puede premiar a Michnik hoy, lo deberían hacer solo por su eficacia en difundir las tendencias de la izquierda europea y por ser un “trendsetter” desde hace muchos años de la llamada “cultura de la cancelación”. Ya desde año 2000 Michnik supo “cancelar” a los artistas, autoridades e intelectuales cuyas opiniones amenazaban su posición o la cosmovisión que promovía su entorno. Quien estaba en la lista negra de Michnik dejaba de existir en el espacio público, era condenado a un cordón sanitario. Con el monopolio mediático que tuvo su diario Wyborcza, todas las mañanas nos enterábamos de quién era el enemigo actual de la democracia. Michnik nos parecía ser el Caudillo con un poder absoluto. Claramente, también se lo debió a su inteligencia, brillantez, encanto personal con cual sabia a hipnotizar no solo a las damas.
Empezó a dividir Polonia en dos bandos de una manera muy cómoda para él: porque puso todo lo noble y bello de su lado, y todo lo vil y vergonzoso lo atribuyo a sus oponentes. Por lo tanto el actual Gobierno y presidente polaco es una emanación de mal contra el que a Adam Michnik le gusta movilizar a las autoridades extranjeras, las organizaciones internacionales y la prensa extranjera.
Acuso a Michnik de ser un antidemócrata modélico
Los españoles deben saber que el “Nobel español” (así lo llama todos los días Wyborcza) será utilizado por Michnik para golpearnos aún más a nosotros, sus oponentes. Con el Premio Princesa de Asturias se reafirmará a sí mismo en su misión de dominar las almas polacas y seguirá dividiendo Polonia en dos tribus hostiles que se odian entre sí. El final triste de tal maniobra proveniente del espíritu de Caín es muy fácil a prever, y lo sabéis demasiado bien queridos españoles.
Por eso acuso a Michnik de ser un antidemócrata modélico que destruye aquello por lo que él mismo luchó: el derecho de Polonia a la libertad y la soberanía, el derecho de vivir y prosperar lejos tanto de los dictados de Moscú como los de Bruselas.
Gracias por tan desmistificador artículo. Lo comparto.