Por Ulises F. Prieto.
Con una lección magistral en la Universidad de Friburgo, Martin Heidegger, a la vez que aceptaba la Cátedra de Rector, le otorgaba una pátina de consistencia intelectual al nazismo. Su discípula Hannah Arendt se explicó a sí misma aquel error con dos conocidos pataquíes que se cuenta entre los filósofos. Según ella, como antes le ocurrió a Tales, su maestro había caído en un hueco por observar las estrellas. Luego comparó el apoyo al nazismo de Heidegger con el viaje a Siracusa de Platón, donde el platonismo fracasó para siempre en la práctica. El pasado lo percibimos como ficción, y lo racionalizamos sin dolor. Es común en los intelectuales enmascarar lo terrible del presente con alusiones al pasado. Otras veces se enredan en disquisiciones confusas, como aquella de la banalidad del mal en el juicio de Adolf Eichmann. Nunca sabremos qué especie esperaba encontrar Arendt para que le sorprendiera tanto que Eichmann parecía una persona. El mal lo hacen los hombres.
De todos modos lo del viaje a Siracusa estuvo bien traído. Hoy miramos al fascismo por sus crímenes, y por todo el dolor que generaron, pero hubo una época en que sólo era discurso y literatura, y era atractivo. Era el idealismo platónico, el espíritu de occidente que se encontraba aprisionado entre dos materialismos. Por oriente el comunismo ruso que empobrecía y destruía el alma de los hombres, y por occidente los anglosajones enajenaban el espíritu de la gente con el individualismo egoísta del capitalismo. Pero en el centro de Europa, en Alemania, específicamente en la cabeza de Martin Heidegger, había una salvación para la civilización. Una tercera vía que se proponía contra la frialdad utilitaria, esa nada incoherente que es el materialismo. Todo sonaba muy bien hasta que el verbo se hizo Gobierno. Aquel espíritu elevado finalmente fue arrojado a la sociedad, al “Dasein”. Y resultó que era la típica economía intervenida por el Estado, y ese Estado era otro Estado totalitario aún más allá de la tiranía. La sociedad alemana, se contaminó de demagogia y consignas simplonas. Hasta aquí el sueño de Heidegger se parecía al fracaso de Siracusa, pero fue aún peor. Hubo guerra y Shoá.
No importa qué discurso pronuncies antes de emprender la tercera vía. El destino es Siracusa. Puedes justificarte con la doctrina social de la Iglesia y llegarás al Peronismo y su degradación Kirchnerista. Puedes intentar recuperar la idea de la grandeza de Rusia, como la tercera Roma, y terminarás pidiendo el apoyo a los Persas para aplastar la parte más occidental de esa Rusia que sueñas, Ucrania. Puedes intentar un batido de Confucio con la estrella de Macy’s, y terminarás extrañando aquellos años en que el gato no era traslúcido. No cazaba ratón pero por lo menos no comía murciélagos con coronavirus. No importa cuál sea la poesía que te fumes antes de llegar al gobierno. Lo cierto es que el Gobierno trata con la realidad, y hay dos maneras de afrontarla. O intentas meterte lo menos posible en la vida de la gente, o te crees en el deber de obligar a la gente a hacer tu voluntad. O dejas a la gente en paz y te dedicas a perseguir la corrupción en el Estado para sanear las instituciones, o te pones a arreglarle la vida de las personas. Esa es la diferencia.
Entre los hispanistas está cuajando un discurso sórdido que los conduce a otra tercera vía. Hace tiempo que han dejado la posición defensiva de combatir la leyenda negra antiespañola, para pasar al ataque intentando sustituirla por una leyenda negra antiamericana. Errado empeño. La leyenda negra antiespañola no va a desaparecer como no desaparece la judeofobia, y al intentar agrandar el antiamericanismo sólo están colaborando para debilitar a Occidente. Esta aberración proviene de dos fuentes, ciertos elementos del peronismo católico argentino, y algunos neomarxistas que son discípulos del filósofo Gustavo Bueno. En estos dos grupos tienen peor visión de los Estados Unidos que de Rusia o China. Ellos creen que pueden cabalgar el tigre antioccidental de Rusia y China para así hacer renacer un occidente hispano de las cenizas de Estados Unidos.
Conmigo que no cuenten. Es evidente que en su quimera hispana no caben los cubanos ya escarmentados del comunismo. Podremos ser hispanos, podremos tener conciencia de la injusta leyenda negra antiespañola, pero debilitar a los Estados Unidos no construye nada. Gustavo Bueno dijo que el sistema filosófico de Heidegger había fracasado porque los nazis habían perdido la guerra. Bueno, Marx y Perón también viajaron a Siracusa en el siglo XX. Yo escapé de esa Isla.
Ulises F. Prieto es Profesor de Matemáticas y escritor.
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