Por Carlos M. Estefanía
Antonini de Jiménez, es un youtubero nacido en Andalucía que suele aparecer en sus videos disfrazado de chico marginal. Pero no se confunda, es una técnica para llamar la atención de los milenials. El andaluz, es también Doctor en Economía, profesor de Universidad en Pereira (Colombia) y filósofo autodidacta, enamorado del autor que menos yo recomendaría: Federico Hegel. Para colmo nos ha salido también freudiano, lo que faltaba humanismo anti-ciencia.
Con un libro publicado en Amazon bajo el título de “Despierta, razones contra una vida en aislamiento”, parecer que el hombre no resulta muy subversivo al poder global, su obra no se la han retirado de la plataforma, como sí hicieran sus sensores con el libro de un auténtico pensador y cuestionador de la realidad en que vivimos, el pensador, también español, Félix Rodrigo Mora, cuyo libro “Sé el mejor médico de ti mismo. Yatrogenia, coronavirus y pandemias ya no se puede comprar en Amazon, donde había sido publicado.
Volviendo al profesor de llamativa estampa, hay que decir, por lo que se ve en sus intervenciones en redes, que no le da mucho resultado el intento de mezclar a Hegel y otros de sus admirados Antonio Escohotado Espinosa, se trata de otro académico, excomunista y mariguano devenido en gurú de la joven grey del liberalismo español, y por tanto descalificador de la etapa imperial de la nación española como admirador de las potencias que pusieron fin a aquella.
En el video más reciente de Jimenez, titulado “Antonini explica por qué @Juan Ramón Rallo se equivoca al defender los confinamientos en libertad´”, publicado el 17 de mayo de 2021, el influenciador, ha salido a enmendarle la plana a su compatriota, colega y correligionario Juan Ramón Rallo, doctor en Economía y licenciado en Derecho. Actualmente es profesor de Economía en la Universidad Francisco Marroquín, en el centro de estudios OMMA, en la IE University y en la IE Business School. Es analista económico de esRadio, La Sexta Noche, Al Rojo Vivo o Espejo Público. Colabora habitualmente en prensa con El Confidencial y La Razón.
Sin embargo, todo este saber no le impide meterse en empresas intelectualmente tan disparatadas como la de defender al unísono las tesis de los liberales de la llamada escuela austríaca y la biopolítica tan propia de sociedades cerradas como son los confinamientos* o las presiones para conseguir las pseudo inmunización de masas a base de inyecciones. De ellas, a Rallo solo parece preocuparle que el mantenimiento de patentes** (monopolio), no sus efectos reales, ni las presiones para obligar a las personas a entregarse a la “vacunación”, y levantando auténticas barreras discriminatorias entre los que se rinden a la obligación del pinchazo y quienes aún se le resisten desde un sano escepticismo cuando no plenamente informados y convencidos de lo innecesario e insano de la medida “sanitaria”.
Para Antonioni de Jiménez el problema radica en que Ramón Tomás parte del concepto, según el reduccionista, de libertad que Frederick Hayek entendía como una situación no sujeta coacción derivada de la voluntad arbitraria de un tercero. A lo que el hegeliano responde que no toda coacción es voluntaria y no toda arbitrariedad viene de un tercero. Para explicarlo cita el ejemplo de la involuntariedad de la presión social y la extorsión de nuestra voluntad que sería la desigualdad latinoamericana, la que diferencia de la del viejo continente sin darse cuenta del precio que paga el europeo, por ejemplo; en reducción poblacional bajo extorsión de la ingeniería social que lo controla.
En una suerte de autoinculpación en favor del Estado, dice que si bien este todavía ejerce presión violenta contra la autoridad y existe un amo aún superior que aquel; la autocensura no viene de un tercero si no de nosotros mismos. Puro idealismo subjetivo, al que el propio Hegel habría regañado. Es lo normal que ese mal que conlleva el liberalismo, el de hiperbolizar al individuo, más allá de sus propias circunstancias.
En lo que sí resulta el hispano un buen discípulo del profesor alemán es en el uso falaz de la dialéctica afirmando la paradoja de que en un mundo “donde hay libertad para opinar se impone lo políticamente correcto” y donde libertad de consumo; “todo dios se acaba en un centro comercial”. Afiebrado de metafísico prefiera ontologizar la contradicción cuando aquella no es más que el resultado de una falacia verbal, pues las libertades a las que se refiere, si en algún lugar existe es en su ideología o si acaso en los libros que la contienen.
Al final llega a una conclusión pesimista que intenta embellecer, la de que la libertad es la elección de nuestras propias cadenas, esa sería la elección, según Antonioni de Jiménez de los hombres que, a diferencia de los liberales como Juan Ramón quieren ser libres. Sin embargo, eso no es libertad, eso es la esclavitud en que hemos vivido siempre hasta que los coronoviristas en su arbitrariedad extrema y universal nos quitaron las vendas.
Parece mentira que el profesor de la Universidad Colombiana termine haciendo lo mismo que hacen los filósofos de las universidades soviéticas e incluso cubanas seguidores de Evald Ilyenkov, disfrazarse de hegelianos para poder hacer filosofía sin meterse con la concreta, una muestra más de que existen muchas formas de totalitarismo que el que imperaba en la URSS del siglo XX que era solo una forma de ellos. El que tenemos ahora en pleno siglo XXI ya tiene nombre, le llamo pandemismo que no es lo mismo que pandemia, aunque se valga de ella para conseguir unos objetivos de control social, donde lo que menos importa es la salud o la evidencia científica y técnica.
La dictadura pandemista que estamos viviendo ha significado una derrota moral y practica del liberalismo, lo mismo da el que defiende de Jiménez que Rallo. Lo mismo ha ocurrido con el anarquismo, cuyos teóricos y activistas, apenas se han revirado, más bien han terminado adaptándose al totalitarismo pseudo científico que nos han impuesto desde ese mismo estado cuyos excesos por décadas criticaron.
Esta consecuencia se hace más evidente cuando el liberal pandemista asume el papel de Mandatario, como ocurrió con Sebastián Piñera en Chile e Iván Duque Márquez en Colombia, quienes desoyendo a médicos y epidemiólogos que cuestión las ordenanzas de la Organización Mundial (privada y politizada) de la Salud, ha aplicado en sus países medidas tan draconianas como las del régimen social comunista español.
Se está perdiendo de vista, como a todas luces demuestras las actuales revueltas colombianas, cuyo detonante fueron no solo las reformas sino las medida draconianas con la que se enfrentó la pandemia, que a los pueblos solo se les puede encerrar, solo si se está dispuesto a reprimirlos de manera total y contemplaciones, algo que al menos en teoría no contempla la doctrina liberal, una ideología que no solo ha demostrado cuanta demagogia había en su discurso sobre la libertad individual, de mercado y de freno al estado, sino que también descubierto su falta de defensas ante la famosa “pandemia”.
Notas:
* “Sin confinamiento, la economía también habría colapsado”.
**”Por qué suspender las patentes no solucionará la escasez de vacunas”.
Carlos Manuel Estefanía. Nacido en La Habana en 1962, realizó estudios de Filosofía en las Universidades de La Habana y Moscú, licenciándose en 1987 en la especialidad de Materialismo Histórico. Posteriormente realizó estudios de postgrado en materias tales como, economía, relaciones internacionales, periodismo, lingüística, teoría de la comunicación y semiótica. Así mismo recibió cursos por encuentro en la Facultad de Derecho en la Universidad de La Habana, en materias tales como: Historia del Estado y el Derecho, Teoría del Estado, Derecho de Familia, entre otras. En mayo de 2009 recibió el título de Magister en Pedagogía del Español y de las Ciencias Políticas por la Universidad de Estocolmo.
Radica en Suecia desde 1993, donde es fundador e integrante de la directiva de la Sociedad Académica Euro cubana, así mismo, es presidente de la Asociación de Graduados Extranjeros en Suecia. Es además miembro de la Asociación de Corresponsales Extranjeros en Suecia (PROFOCA) y del Colegio Nacional de Periodistas de la República de Cuba en el Exilio.
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Este concepto de los pueblos, no existe. Es una muy inexacta aproximación hablar “del pueblo parisino” y pensar en la turba que tomo la Bastilla. Eso fue una estampida humana-vacuna. Las filosofías y más las sociológicas, no tienen herramientas para explicar lo que está pasando.
Gracias por su comentario. Veamos que dice la Real Academia Española sobre el término pueblo y deduzcamos si su uso en el texto en plural (“que a los pueblos solo se les puede encerrar…”) sería válido o no:
Pueblo. Del lat. popŭlus.
1. m. Ciudad o villa.
2. m. Población de menor categoría.
3. m. Conjunto de personas de un lugar, región o país.
4. m. Gente común y humilde de una población.
5. m. País con gobierno independiente.
Gracias, Carlos.