Cultura/Educación

Wellington y Napoleón en batalla caribeña

 

No me importa el pudor. Obra de Noel Morera

Por Andrés R. Rodríguez.

Las Américas fueron una refundación para europeos que querían escapar de las miserias materiales y/o de miserables estupideces del pensamiento de otros seres humanos, comprimidos en un pequeño continente, Europa, en que muchos pensaban. Los amplios espacios del Nuevo Mundo, permitieron nuevos bríos a la cultura europea. Luego, la industrialización y el empuje que le dieron algunos de sus hijos nacidos en nuevo contexto, reestructuraron la vieja Europa. Ya no fue tan sucia y gris. La ciencia y la tecnología de Occidente fueron sacando al mundo de sus encuadres feudales. Pero algo de lo feudal quedo cimbrando en el ethos occidental, por ejemplo, en su Sociología, que insiste en estudiar al fenómeno humano en cuanto a piara. Tambien en su Filosofía, que se reitera en convertir al filósofo en becerro de oro y adorar becerros de oro.

La América nórdica ha sido el hijo pródigo, el que devolvió a su parental parte de sus esfuerzos genitores. La América sureña, ha sido el hijo descarriado, el que la matriz tiene que atender, incluso de adulto, asombrada de su incapacidad para aprender. El centro de las Américas, el área Caribe, ni tan al Norte ni tan al Sur, es un inclasificable retoño de Europa, con su geografía insular más que continental, más marina que terrestre, sometida a las complejidades ecológicas de los trópicos, más bachatera que industriosa, más acuosa que sólida. Allí, en el cinturón intertropical,  yacen una serie de países y paisitos, que apenas pueden articular culturas de carnaval, jolgorio y pachanga de playa. ¿Cómo las adjetivaríamos: isleñas, saladas, tardas, carnavalescas, acuosas, bailarinas, somnolientas, ¿musicales…?

La América nórdica se esforzó por retomar el batón industrioso de Inglaterra. Y cuando vino el momento de divorciarse de la corona inglesa, se separó de sus estupideces aristocráticas, pero no del legado cromweliano, newtoniano, darwiniano. Por el contrario, los injertó en similar latitud y ecología, al ser un pueblo trasplantado, como lo llamara Darcy Ribeira. América nórdica se alimentó con el biberón europeo, sobre todo de base científico-tecnológica. Los de base humanística, los regurgitó. Allí no preponderaron ideas de sofistas europeos, por ejemplo, las de Kierkegaard, las de Marx, las de Lenin…

La América sureña se reconformó luego de su independencia en la tradición cuasi-feudal hispana. Cuando llegó el momento de divorciarse de la corona española, se dejó llevar aún más velozmente por sus confusiones ecológicas tropicales. Entonces, se desmembró en grandes y pequeños feudos, en los que los padres administraban haciendas-feudos, mientras los hijos soñaban con Rousseau, Robespierre, Napoleón…y luego sus herederos Lenin……y Stalin…y…Marcuse, Foucault, Sartre…

La intelectualidad de Norteamérica tanto fue creativa en Ciencia, como en Arte o Humanidades. Mientras, la intelectualidad púber de la América tropical, fue a abrevar casi exclusivamente a ¡¡¡Paris!!! ¿Qué intelectual de las Latinoamérica, que se respete, no ha ido a soñar en una buhardilla parisiense? A repetir una frase de Voltaire, Rousseau, Diderot……Camus, Sartre, Derrida, Foucault. ¡La lumiére! ¡La culture!

En nuestro criterio, se trata de 1 cientificismo de la herencia anglo y 2 acientificidad remarcada de la herencia hispana. Para solo mencionar algo, la Royal Society of London se fundó en 1663 como un proyecto del monarca. Es por tanto la más antigua academia científica dedicada a promover la excelencia en las ciencias y contó desde sus inicios con reales fondos cuantiosos. En el imperio español sólo se fundó la Sociedad de Amigos del País en 1763 como una iniciativa provinciana las Juntas Generales de Guipúzcoa. No es extraño que a las planicies subtropicales de Norteamérica se trasplantó a James Watt, Newton o Darwin, lo mismo que a Voltaire, Diderot y los enciclopedistas. En los Andes y a los bosques tropicales,  se resembró a Rousseau, Saint Simon y a Comte. Nada extraño que luego los habiten los espíritus de Lenin, Stalin, Mao… Sartre, Derrida, Foucault…….

En fin, cuando Norteamérica se desgajó de su matriz Inglaterra en 1778, lo hizo para darle curso a la creatividad científico-tecnológica, mientras el desgajamiento del imperio español, hacia 1821, no ocurrió como un impulso endógeno sino como resultado de la invasión napoleónica, pero los notables que se hicieron cargo de las provincias desmembradas impusieron su mentalidad cuasi-feudal y grandes latifundios, bien poco empapados en ciencia e ingeniería.

La América hispana se había conformado desde inicios del Siglo XVI como fuente de minerales preciosos, sin un enérgico proceso industrializador, en una forma de  letargo cultural. Y el Caribe, sólo fue la zona de paso del expolio imperial. Luego, ya en los siglos XVII y XVIII surgieron alli plantaciones de tabaco, café, y azúcar lo que se extendió en Cuba, Santo Domingo y Puerto Rico hasta el siglo XIX, dada la insistencia de España de retener estos territorios, sobre todo La Habana, que entonces era ya una excepción industriosa, más bien gracias al halón de las XIII Colonias empeñadas en carrera industrializadora y en ser EEUU.

Cuando en el Caribe comenzó la penetración colonizadora de ingleses, franceses y holandeses, lo hicieron primero de manera informal como piratas y corsarios (S XVI), apostados para participar de alguna manera del expolio de minerales preciosos. Luego (SXII-XVIII), vinieron ya como ejércitos regulares y des-hispanizaron grandes y pequeñas islas, las convirtieron en islas-enclaves-plantaciones francesas, inglesas, holandesas. Es entonces que se profundizó la confusión social caribeña. La presencia real de armadas y ejércitos Inglaterra y Francia,  determinó su confusa evolución posterior. Es absurdo, por ejemplo, que Haití fuera la más rica colonia del mundo en la segunda mitad del S XVIII, pero su industrialización se basaba en medio millón de seres humanos rebajados a ser bestias corta-caña. Luego, ese polvorín explotó y un ejército de mosquitos, armados de fiebre amarilla, derrotó a los ejércitos napoleónicos. Eso cambio el curso de la historia en las Américas.

Los hijos del Caribe soñaban con Rousseau, Robespierre y Napoleón,  más también recibían por ósmosis la influencia del gigante del Norte. Es decir, la tradición cuasi-feudal latifundista hispana, se vio mediatizada por la industrialización incipiente en el área continental norteña.

Lo anterior es una sintética y torpe explicación de por qué el Caribe se convierte en destino turístico, y no es un área industriosa. Por qué la intelectualidad caribeña, casi unánimemente, es alérgica a la Ciencia, a Newton y a Leibniz, y aun colectivista, prefigurada para aceptar como buenos en el SXXI los errores de Marx y organizarse en partidos políticos marxistoides, que en algo recuerdan a las turbas parisinas conducidas por incultas pescadoras. Se suceden en el Caribe épocas alternas de carnaval y de terror, de pescadores y pescaderas, de mambises y de bailarines playeros.

Rousseau fue un soñador del siglo XVIII, tal vez entonces fue un intelectual prometedor. Hoy, es una pieza de museo y si se pretende darle validez, un derroche imperdonable. Al menos eso es lo que a mí me parece. Esos que lo absorbieron en la buhardilla, deben considerar que, al exportarlo al calor tropical, se descompone. ¿Por qué? El salvaje inocente. ¿De dónde sacó tal cosa?  Rousseau nunca conoció antropológica y científicamente a los salvajes de ningún lado, tampoco en el Caribe.  ¿Inocentes? Los aborígenes caribeños siempre estaban en guerra, en especial la SS-Caribe, cuyo plato preferido era yuca con carne humana.  Científicamente,  Rousseau es una nulidad inculta y verborreica. Nuestros ancestros no eran nada buenos y nosotros no somos malos porque nos corrompemos sino porque nos hacemos gobernar por los menos dignos, que repiten estupideces de intelectuales desubicados, hoy refugiados en las escuelas de humanidades de las universidades, que van por el mundo como Doctores, pero no son doctos.

Los caribeños, sin embargo, tenemos nuestro París del Caribe: La Habana. París caribeño en que se representó la sangrienta toma de la Bastilla a manera hollywoodense. Errol Castro hizo un papel estelar, con su ejército de extras.  Y si la Revolución Francesa fue olímpicamente rectificada por Napoleón, restituyendo el ancien régime bajo código napoleónico, la Revolución Cubana tuvo su “Rectificación de errores y tendencias negativas” bajo código camaleónico, restituyendo en el poder maneras feudales de Luis XIV y Felipe II.

Nada extraña que Jean Paul Sartre, en los 60s fuera a la Habana a ver si habían allí algunas pescaderas. No las encontró. Creo que, en Francia, un intelectual de su calibre es un rock star perseguido por bellas universitarias, y Jean Paul, que había sido bien poco solicitado de joven, por su ojo estrábico y cuerpo enclenque, ya había tomado revancha con la pluma. Además, en su trip a La Habana estaba viejito y ya no le eran muy útiles las jineteras. De todas maneras, ofreció su apoyo a la Revolución. Como no.  Afirmó, se trataba de un eco existencialista de la gloriosa revolución francesa, nada de contaminadora revolución industrial.  Y afirmo que Rousseau había tenido razón. El buen salvaje sí habitaba el Caribe y bailaba en el Malecón. Allí jamás Wellington venció a Napoleón.

Andres R. Rodríguez es Científico, Biólogo. Investigador premiado con varios libros editados, entre los que se encuentran: «Lista de Nombres comunes y científicos de peces marinos cubanos (Nomenclator)» (1984, CIP, 82 pp); «Breve Diccionario de Biología Pesquera” (Mar y Pesca, 1986-1987 80pp), «Peces marinos importantes de Cuba» (1987, Ed. Científico-Técnica, 236 pp), “Ecología Actual, Conceptos Fundamentales” (2000, UdO, 134 pp.), “Maritime Dictionary-Diccionario Marítimo (Eng-Spa)” (2009, Ed. Myths and Books, 400 pp) ¨Fábulas vivas¨ (Amazon/Alexandria Library, 2015), «Colonial Havana˗Trinidad” (2018, Amazon/Ed. Alexandria 150 pp), «Havana 500 Anniversary” (2019, Amazon/Ed. Myths and Books 120 pp). ), «Destellos al Alba” (2019, Amazon/Ed. Myths and Books 120 pp, Ensayo). «Caribbean Touristic Dictionary” (2019, Amazon/Ed. Myths and Books 165 pp), «Ecologia para Ecotourismo» (2020, Amazon/Ed. Myths and Books 380 pp), «La Verdad es llama” (2020, Amazon/Ed. Myths and Books 180 pp) En preparación: «Caribbean Ecotourism and Submarinism Eng-Spa”, «Ecotourism Multilingual Dictionary”, «Diccionario de Biología Pesquera”. Ha sido finalista en los concursos literarios “Historias sobre la Historia”. Silva Editorial (2006, Barcelona.) y Premio Orola con “Tacto”, (2009, Madrid). Actualmente es hombre de negocios, consultor de pesca, turismo, medioambiente, periodista freelance.

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