Política

Antonio Rodiles: curiosidad, justicia y verdad

De izq. a der. Alejandro Rivero, Antonio Rodiles, Ulises Fidalgo. Archivos del autor

Por Ulises F. Prieto.

“Inasequible al desaliento” es una expresión que se usa en España para reprochar la tozudez. Es evidente que se trata de una ironía porque esa expresión debería aludir a la voluntad de alguien. La primera virtud que uno reconoce en Antonio Rodiles es su voluntad. Lo hemos visto sufrir insultos, indiscreciones mezquinas, difamaciones, o directamente secuestros y golpes. Los ataques han venido de todas las direcciones. De los enemigos, desde luego, pero también ha experimentado traiciones de antiguos amigos y aliados, y hasta de alguna joven muy querida por él. Su voluntad no es una de esas murallas autistas que le impide a uno cambiar de criterio ante la realidad. No resiste por mero amor propio, sino por amor a la Verdad. La mayoría apreciamos la verdad, pero solemos desalentarnos cuando constatamos que la virtud no triunfa. Hay personas excepcionales que, aún con esa certeza, no se fatigan ni ceden, ni tuercen sus pensamientos para acomodarlos a lo conveniente. La verdad y su búsqueda explican toda la vida de Antonio. Así que por adelantado les digo a los que pretenden callarlo con sus ataques, Antonio Rodiles es inasequible al desaliento ante la mentira.

Éramos cinco amigos adolescentes, entre los que contamos también al actual sacerdote P. Castor Álvarez. Superficialmente podríamos decir que nos unía el rechazo a la dictadura, pero había una razón anterior. Contrario a muchos de nuestros contemporáneos, nosotros sabíamos que vivíamos en una tiranía porque habíamos querido enterarnos. El rechazo a la dictadura era  sólo una consecuencia de nuestra curiosidad, y de cierta valentía para aceptar la realidad. Discutíamos sobre casi todo: matemáticas, física, filosofía, arte, literatura, cine, música, y con Castor entre nosotros, no pudimos soslayar la Religión. Era inevitable que intentáramos hacer algo “tal vez” contra la “cosa”. Nos hicimos llamar DORA, acrónimo de Dominio de la Razón, por aquello de que “Sea el poder de la razón y no la razón del poder”. Salíamos en las noches para hacer algunas pintadas en las esquinas, pero al pasar al otro día ya estaban borradas. Intentamos entonces algo diferente. Llenamos los libros de algunas librerías con tarjetas de mensajes contra la dictadura. Las tarjetas sí permanecieron. Muchos años después entré a una de aquellas librerías, básicamente para coger aire acondicionado, y las tarjetas aún estaban. Nadie las quitó. Nadie las descubrió. Nadie las leyó.

Antonio es apasionado con lo que aprende y lo que hace, si es que se puede diferenciar en su caso. No es de los que pasa sobre los libros como un turista que acaricia el conocimiento a la distancia. Se sumerge en todo. Supongo que cuando era nadador la metáfora de sumergirse era literal. Si leía a Lin Yu Tan, entonces  dejaba de apresurar  al té removiéndolo, y esperaba que se hiciera antes de beberlo. Y luego tendría que leer a Lao Tze, y aprender chino para acercarse al I Ching. En aquel entonces todos leímos el Don Juan de Castaneda, pero sólo Antonio viajó a México a conocer la realidad. En Chiapas tropezó con la hipocresía de los revolucionarios de Cátedras, que hablaban de las maravillas de las revoluciones en otras partes, pero que se asustaban cuando los revolucionarios amenazaban su tranquilidad. Se adentró en las comunidades indígenas y vio cuan abandonados estaban. Cualquier otro habría mirado para otra parte, y habría hecho de aquella experiencia un tema para las tertulias con los amigos. Pero Antonio es un líder. Un líder emprendedor. Si sólo hubiera trabajado para sí mismo, ahora sería millonario. Pero además de líder y emprendedor, tiene vocación de servicio. En Chiapas aún debe estar la panadería que organizó para los indígenas. Por buscar la verdad llegó a Chiapas, y por encontrarla enfrentó la realidad ayudando a la comunidad.

Luego llegaron los años de la licenciatura en Física en la UNAM, la maestría en Matemáticas FSU (Florida State University). A veces me encuentro con colegas que cuando saben que soy cubano, me preguntan si conozco a Antonio. Dejó un buen recuerdo su paso por la Academia. Comenzaron también las lecturas sobre la Libertad, Adam Smith, los austriacos Mises, Hayek, también Rothbard. Tenía un mentor. El ensayista Adolfo Rivero Caro, uno de los grandes intelectuales del exilio, que por fortuna lo conocimos al ser el padre de nuestro amigo Alejandro Rivero, otro del DORA. Ante tantas lecturas sobre el liberalismo era imposible que Antonio se quedara de brazos cruzados y no intentara llevarla a sus compatriotas. Su amor a la Verdad lo lleva a la curiosidad, y la curiosidad a la justicia.

Ulises F. Prieto es Profesor de Matemáticas y escritor.

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4 Comments

  1. Heidys Yepe

    Excelente artículo. Muchas gracias.

    • Ulises Fidalgo

      Me alegra que te haya gustado. Antonio tiene una biografía muy interesante, fabricada por sí mismo. No lo recuerdo nunca abandonado a que las cosas pasen.

  2. Maria E. enriquez

    Me gusto mucho este articulo! 👏🏻👏🏻👏🏻

    • Ulises Fidalgo

      Me encanta que te haya gustado el artículo. Antonio tiene una personalidad interesante, y una historia apasionante que contar. Ojalá algún día tenga el tiempo para contar sus memorias.

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