Por Carlos Carballido*.
Existe un solo problema que ecologistas y liberales de izquierda jamás mencionan cuando hablan de eliminar la energía fósil y reemplazarla por las renovables y limpias. Todo va muy bien hasta que la luz solar o el viento desaparecen debido a las inclemencias del tiempo y ambos elementos naturales no dependen ni del hombre ni mucho menos de ideología verde.
Y hablo de hechos, no de suposiciones. En el momento de redactar este artículo, varios estados de la llanura sur estadounidense están bajo una tormenta invernal feroz que ha impactado negativamente en la producción de electricidad dejando a millones de familias a expensas de las bajas temperaturas. Irónicamente, en Texas, que genera el 28 por ciento de la energía eólica estadounidense, casi el doble de lo que hace las dos plantas nucleares del estado, han quedado sin efecto unos 12.000 megavatios, casi la mitad de la producción energética. El impacto además de inesperado ha sido demoledor para la población por los cortes de electricidad que se han extendido por más de 24 horas en varias localidades. El desabastecimiento de productos de primera necesidad debido a las bajas temperaturas y los cortes de energía han creado caos y muertes en casi todo el centro sur de EE UU.
El mismo problema ha ocurrido en Alemania donde las bajas temperaturas y la nieve han congelado los aerogeneradores creando el mismo panorama del sur estadunidense. Entonces la pregunta sería, ¿Cuán factible es una energía limpia y segura que depende de dos factores hasta ahora impredecibles: la naturaleza y el eterno problema del almacenaje?
Cuando desparece la luz solar o el viento, la energía renovable se vuelve incapaz de sustentar la red eléctrica nacional y no queda otra opción que producir la energía de manera convencional. Hasta ahora las teorías iban y venían alegremente, justificándose en supuestos estudios científicos y respaldados por el New Green Deal que, en la figura de Alexandra Ocasio Cortez, una bartender devenida congresista estadounidense, está siendo implementada poco a poco por la administración Biden/Harris, quienes han nombrado como Gurú ecológico al demagogo de turno John Kerry. Sin embargo, lo ocurrido durante esta tormenta invernal que congeló y cubrió de nieve paneles solares y aerogeneradores, ha tenido que ser suplantado por el sector mas vilipendiado por estos liberales de izquierda: Las plantas de carbón y gas natural como únicas que pueden cubrir ese vacío. Lo que los rusos llaman Papá Invierno, se encargó de desmentir a esos ideólogos ecologistas que hablan sin parar vendiéndonos una mercancía sin ninguna sustentación objetiva.
El fuerte invierno –que supuestamente no veríamos más por el calentamiento global– se ha encargado de decirnos que eliminar las fuentes convencionales de generación de energía a partir de combustibles fósiles y sus derivados es realmente un genocidio para una sociedad cada vez más dependiente de dispositivos electrónicos y de servicios avanzados en tecnología. Una nevada de casi dos semanas ha paralizado a dos potencias económicas del planeta, Alemania (considerada como la Capital Mundial de la Energía Eólica) y Texas, esta última considerada la 5ta a nivel planetario.
Si bien es imposible que cada familia de este mundo superpoblado pueda poner un aerogenerador en su patio trasero y cubrir de paneles solares todo su espacio habitable, existe el otro gran problema que no ha podido ser resuelto por los científicos y que evitan siempre mencionar: El almacenamiento de esa energía renovable que necesitaría de baterías de gran tamaño las cuales deben ser construidas de metales y aleaciones altamente contaminantes y a un costo extremadamente alto.
El sol y el viento no solo desaparecen durante horas; a veces lo hacen durante días o semanas, como ha ocurrido en este minuto. Así que, si queremos depender casi en exclusiva de las energías renovables, se necesita a fuerzas de mucho más almacenamiento que, con las tecnologías de baterías actuales, los costos se dispararían estratosféricamente, según ha reconocido el profesor asistente de la Universidad de Princeton (EE. UU.) Jesse Jenkins que investiga los sistemas de energía. Este enfoque, dice, requeriría muchos bancos de baterías de iones de litio, la mayoría de los cuales solo se usarían un par de veces al año, pero ocuparían un área extremadamente extensa y contaminante. Es obvio que esta parte de la historia no van a contarla los medios que insisten en renunciar al petróleo y sus derivados.
La historia del mundo como lo conocemos ha sido el registro de avances científicos que han encontrado fuentes de energía que nos permiten producir alimentos, comerciar y evitar congelarnos o hervir hasta morir. Sobre la base del ensayo y error, todos esos avances han servido para hacer eficiente una industria que ha llevado confort a las familias y que generan millones de puestos de trabajos que garantiza una vida decente y productiva. En vez de enfocarse en desaparecerla, lo lógico sería hacerlas más eficientes y menos contaminantes. En cambio, los izquierdistas que cabildean en gobiernos e instituciones siguen insistiendo en que la única forma de salvarnos es renunciando galopantemente a esas energías que continúa dándonos vida y comodidad pese a lo crudo de un invierno o lo caluroso de un verano.
No nos engañemos. Ellos son una especie de élite ecológica que cada año se enriquecen más con proyectos renovables extremadamente costosos que, por lo general, se manejan con muy pocos trabajadores pero que lanzan a millones de personas a su propia suerte para que el sol siempre brille y el viento sea lo suficientemente fuerte como para mover una turbina. Este invierno es una prueba de que no siempre es asi.
Carlos Carballido es periodista, columnista y Vice director de Zoepost.
Excelente artículo,no hay nada más apabullante que la mera verdad, ya no nos sigan vendiendo espejos y cuentas de vidrio como joyas, el desarrollo en el campo energético vendrá como resultado de la eficiencia no en las oficinas de los políticos .
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Excelente articulo . Ojala lo lean mucha gente.
Mas claro ni el agua, todos los que nos quieren vender cuentos ecológicos mas bien parecen graduados de la Universidad de Pijirigua que científicos certificados.
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