Por Ray Luna.
«El estado de derecho es el derecho del estado» Dalmacio Negro
Rara vez transige. Jamás dobló el lomo ni conoció el sudor. Los hay grandes y pequeños, godinez y ministros. ¡Hercúlea tarea mover su seco, plomizo y frío corazoncito a compasión! Procurarlo es, a la letra, azotarse contra la pared. Tal vez algún emolumento fuera de orden lo anime a estampar, hacendoso, su firma en un papel.
Con todo, el burócrata debe mantenerse integérrimo en su estulta y, sin embargo, poderosa condición. Es ley.
Peras al olmo
Lo confieso, cuando Simón Fischer voló en pedazos la oficina de tránsito lloré como una quinceañera. Soy un sentimental. Me pregunto por qué Max Weber, en su tratado, no entretuvo la idea de estrangular a uno de estos hoscos y antipáticos angelitos.
La experiencia nos da absoluta certeza de que ir a plantarse frente a una institución burocrática —que, en primer lugar, ni siquiera puede justificar su propia existencia— a mendigar derechos que nadie, nadie, nadie, puede otorgarles, es un acto supremamente pueril.
En mi humilde opinión, Alpidio y Rojas merecen que les montemos una suerte de Operación Ogro. Pero ¡vamos, qué tampoco somos unos malditos salvajes! Al menos, por ahora.
Algún día, muchachos, cuando el cambio-fraude se haya consolidado al fin, cuando el ICAIC y el MINCULT existan solamente en la antediluviana memoria de algún agente de la seguridad pensionado, cuando no estén a cargo ya los esbirrócratas que hoy nos conceden el privilegio de tener una «cultura» totalmente dirigida, habrá que filmar, no La muerte, sino La vida de un burócrata.
Potentes e impotentes
Habrá ya, en otra parte, ocasión de decir sobre a quién —cuándo, cómo y por qué— se le ocurrió la gran idea de ir a limosnear frente a la casa matriz de todas las casas de cultura. Sólo tomen en cuenta que cuando los servicios de inteligencia quieren encontrar al líder en un mitin juvenil, lo primero que hacen es buscar al más viejo entre los presentes.
Aunque sospecho que el G2 lo tuvo difícil la noche del 27 de noviembre, porque había entre ustedes muchos jóvenes de cuarentipico, rozando los 50 años. (Bueno, ya sabemos que eso de la juventud es más que nada cuestión de actitud ¿cierto?)
No obstante, el gesto se agradece, muchachos. Después de todo, en Cuba hay una escasez tremenda… de rebeldía.
La gente joven, habitualmente, se rebela contra lo absurdo de la sociedad, nunca contra las ideas más complejas, sino sólo contra aquellas que parecen aún más estúpidas ante los ojos del sentido común.
El acto denota en sí mismo inmadurez ideológica. A la hora de actuar hace falta mucho más.
Cultura procústea
El castrismo tiene malas manías. Por eso nadie se sorprendió cuando aparecieron en escena —la noche del chasco— un par de sicarios del ICAIC, ni tampoco que se desplegaran en las redes blandas declaraciones de apoyo. El enano (¿o era el nomo?) barruntó: «¿Cuándo serán escuchados los nietos de Guillermo Tell?» Bueno, a este paso va a tener que dirigir la preguntica a los tataranietos del héroe suizo.
Verán, ustedes son, en honor a la verdad, y aunque pinten canas, aún muy niños en esto de la política porque cualquier hijo de vecino sabe que no hay libertad sin propiedad.
Salvo en lo tocante a la liberación de Solís, su pliego petitorio hiñe patentes contradicciones.
Vamos a ver, el artista necesita llevar pan a la mesa ¿no es cierto? Para conseguirlo, históricamente, hubo de recurrir al mecenazgo privado. Con la deflagración comunista se institucionalizó todo tipo de mecenazgo en Cuba. Además, academias, casas editoriales, tiendas de discos e instrumentos, librerías, imprentas, galerías, espacios para el performance, circuitos de bares (el café cantante y el piano bar), cabarets, explanadas para festivales, teatros, cines, revistas, la radio y televisión, fábricas de vinilos y cualquier clase de parafernalia, en fin, toda la materia prima, toda la industria del arte pasó a manos del estado. Como era de esperarse, se dejó de atender las demandas del mercado y se comenzaron a obedecer los caprichos de la burocracia.
Lógicamente, varias generaciones de artistas han ido quedando atrapadas entre las redes de instituciones policiaco-culturales como el Instituto del Libro, la UNEAC o la infame Asociación Hermanos Saíz (creada en 1986). Aparato burocrático cuyo propósito consiste exclusivamente en controlar los brotes de arte independiente a través de becas, premios y la procuración condicionada de medios para crear la ilusión de «promoción artística», de que algo «se mueve». En pocas palabras, década tras década, el régimen va asumiendo el mecenazgo del arte más o menos libre.
(La Casa de Las Américas fue un proyecto a otra escala. Su premio de literatura está hoy bastante desprestigiado; sin embargo, su misión, entre otras muchas cosas, consistió en impulsar lo que Vargas Llosa llamó «falsos géneros» y movimientos refiriéndose a fenómenos como La nueva trova cubana, la Nueva canción; en literatura, al Realismo socialista e indigenismo.)
La gran mayoría de los artistas cubanos, desgraciadamente, terminan por comprender demasiado tarde el hecho incuestionable de que el socialismo es necesariamente tiránico, intrínsecamente liberticida.
Basta comparar el arte monumental y la arquitectura de la era republicana con la decadente situación actual para entenderlo. La evidencia es abrumadora.
Nadie tiene lo que tenía que tener
Las conversiones religiosas, ideológicas y filosóficas tienen lugar allí dentro, en el paraje más recóndito y cavernoso del ser: nuestra mente, adonde nadie más puede llegar. Ni la tortura que suponen las doctrinas de la educación pública, ni la propaganda oficial, ni la bota machacando tu cabeza para que grites una consigna esclava; allí dentro uno sigue siendo libre. Pero pensar nunca ha sido el problema. Decir lo que uno piensa, ¡esa es otra historia muy diferente!
Para tener una voz independiente en la sociedad hacen falta medios económicos.
El arte, como todo en la cultura, es un producto del hombre para el hombre. La fama contemporánea, el éxito, la posterior inmortalidad del artista no se dede únicamente a la particular calidad de su arte, también a la oportunidad. Esto es, a los medios de difusión y dereproducción técnica que tenga a su disposición.
A las generaciones previas no les quedó más remedio que o alinearse y continuar navegando —con más o menos suerte— por los vericuetos de la esbirrocracia institucional, o, simplemente, marcharse con su arte a otra parte.
¿Tertium datur? La renuncia definitiva.
El reggaetón como arma ideológica
«L’État, c’est la grande fiction à travers laquelle Tout Le Monde s’efforce de vivre aux dépens de Tout Le Monde.»Federico Bastiat
La Revolución trajo al cubano libertad, pero sólo de la cintura para abajo.
El término propiedad privada es redundante. No hay tal cosa como propiedad colectiva, porque lo que es de todos no es de nadie. La propiedad inicia con la posesión del propio cuerpo y el derecho exclusivo a explotarlo.
Se puede, como dijo un filósofo bigotudo, «bailar en cadenas», de manera que el arte, aunque sea censurado, pueda abrirse paso y encontrar un resquicio, aunque sea diminuto, de libertad. El arte es como una fiera cautiva que, en cuanto los hierros empiezan a magullarle las carnes, furiosa, se desencadena.
Lo que muchos, infortunadamente, no alcanzan a comprender —a tiempo— es que la libertad tiene que tener una base material.
Piénsenlo, no es casualidad que el enano (¿o era el nomo?) se quejase: «(…) a veces me pasan en la radio,/a veces nada más».
El problema de la libertad creativa se ha agravado muchísimo a causa del férreo monopolio —factual e ideológico— del mercado del arte (y la producción artesanal) que el régimen mantiene. Es, en una nuez, como la cama de Procusto.
Verán muchachos, cuando se habla de un movimiento artístico, básicamente se está hablando de un mercado de arte. Es decir, un movimiento artístico no es otra cosa que un grupo de artistas con una misma filosofía que florece durante un tiempo gracias a la previa existencia de un mercado capaz de impulsar el consumo de sus creaciones.
Precisamente, si el reggaetón ha tenido tanto éxito económico en Cuba se debe a los medios de reproducción técnica que estaban vigentes cuando surgió. Internet, las redes sociales y el abaratamiento de la digitalización permitieron a los reggaetoneros grabar y distribuir su obra de modo independiente, sin necesidad de recurrir al estado.
El patrocinio privado (productores musicales independientes), aunque discretamente, ha resurgido en Cuba. La suerte del reggaetón parece residir en el hecho de que no existe una Agencia Nacional del Reggaetón.
Generación Peter Pan
A diferencia de los reggaetoneros, ustedes parecen no comprender algo muy simple: no hay que buscar un arreglo con la dictadura. El Candongazo demostró muy bien que la reconquista de la libertad en Cuba no nos la traerán muchachitas portando ramos de flores.
Ustedes, muchachos, se niegan a romper el cascarón, crecer y dejar el nidito. El castrismo no sólo carece de sentido, sino de humanidad. Nada lo hará separarse del poder mientras la correlación de fuerzas no esté a favor de la oposición.
Crecer es, fundamentalmente, reconocer que la fuerza es un poder físico y ceder a ella es un acto de necesidad, no de voluntad. En el mejor de los casos, puede ser un acto de prudencia. Y la fuerza que tiene el régimen es poderosa. Y es mejor, en la vida real, tratar de negociar que tomar represalias. Sin embargo, creer que el castrismo es reformable, como pretenden algunoscobardes de toda la vida es, a estas alturas del partido, no una ingenuidad, es una idiotez. La experiencia europea y venezolana nos dice que es aún más peligroso dialogar con los tiranos que derribarlos.
¡Moderen su romanticismo, muchachos! El diálogo no es un medio realista para destruir el estado actual de las cosas. Lo que el país necesita de ustedes es un cambio en la correlación de fuerzas. Por desgracia, eso no se consigue negociando, sino luchando.
Atole con el dedo
Es comprensible que la larga lucha por acabar con la era que sigue pariendo un corazón puede hacer que algunos líderes políticos y la intelligentsia se sientan tentados a dialogar, pero la realidad es que los tiranos jamás cumplen su palabra.
Varios pensadores contemporáneos nos aseguran que la ola de incruentas «revoluciones» en Europa no fue más que una treta de los aparatos de inteligencia. Lo que, a la distancia, tiene bastante sentido.
La noche del 27 de noviembre, muchachos, se llevaron un buen chasco. El régimen les hizo creer que se estaban sentando a la mesa como iguales, que conversarían hasta resolver el problema que produjo el conflicto. Les hizo creer, por un instante, que eran potentes, que podían dictar el contenido del acuerdo. Mas no fue así, porque el poder está en la boca del cañón. El resultado no sorprendió a nadie, el poder absoluto es sordo.
Los ideólogos detrás del 27N parecen no entender algo muy simple: los regímenes totalitarios debilitados dialogan sólo buscando reacomodarse como fuerza política en el futuro, para conservar cuotas de poder en el escenario político que, inevitablemente, se avecina. Pero el castrismo no necesita dejar de ser un poder indiviso. No necesita convertirse en una fuerza política más, ni tampoco tiene que manejarlo todo tras bambalinas, escondido tras las Fuerzas Armadas. No, el castrismo es puro poder. Es el poder total.
Los ideólogos del 27N parecen vivir en una realidad alterna, como en otra dimensión, donde no existen Nicaragua ni Venezuela. Parecen no entender que el castrochavismo está desarrollando una resiliencia inaudita. La intelligentsia anticastrista se haya como evadida de la realidad, allá arriba en su torre de marfil.
El totalitarismo del siglo XXI puede lo que no pudo el siglo pasado: soportar el total colapso económico sin perder por ello el poder.
¡Despierten muchachos! Los burócratas del régimen son capaces de prometer cualquier cosa con tal de que regresen a sus casas y a la mañana siguiente, violar esos mismos acuerdos.
¡Está en el puto manual de Gene Sharp, carajo!
«Cuando cesa la presión de la oposición interna o internacional, los dictadores pueden ejercer la opresión y la violencia aún más brutalmente que antes (…) En casi todos los casos la resistencia debe continuar hasta que los dictadores sean expulsados del poder. El triunfo lo determina con más frecuencia, no la negociación de un arreglo, sino el uso acertado de los métodos de resistencia más apropiados y poderosos posibles (…) los negociadores democráticos o los especialistas extranjeros aceptados para asistir a los negociadores pueden, de un solo plumazo, dotar a los dictadores de una legitimidad doméstica e internacional que previamente se les había negado a causa de haberse apoderado del estado, las violaciones de los derechos humanos y las brutalidades cometidas (…) Sin esa legitimidad, tan desesperadamente necesitada, no pueden los dictadores continuar gobernando indefinidamente»
No permitan que ese perro negro los muerda otra vez, muchachos.
¡Suerte!
Ray Luna Rodríguez es filólogo y bloguero reaccionario.
Gracias a Ray Luna. Un lujo leerlo. Uno de los mejores pensadores de su generación.
Ray Luna,
Cada cual lucha como puede. Estoy de acuerdo que el Castrismo no es «reformable» pero a la vez me asombra cuanta gente a tomado este «tono» de supra consenjeros, expertos en la lucha civica con un tono «paternilista». El regimen no les hizo creer nada a estos muchachos. Ellos eran y son potentes en su momento con sus verdades, con su discurso, con sus realidades. Esto no es question de «suerte’ es question de apoyo, de festejar lo que hicieron como un comienzo y una continuidad de esta lucha civica de tantos y tantos 27 de Noviembres. NO es suerte lo que necesitan, pero apoyo autentico para instrumentar el manuel de Gene Sharp para si es necesario estar con ellos y si es necesario caminar con ellos su «evolucion natural de disidentes a opositores»…El poder total dejara de ser total si logramos convertir en adulto al N27 teniendo en cuenta las estrategias particulares de la sociedad cubana…la meta es mostrar que el total siempre a sido nuestro pero no hemos sido capaces ponerle musica a esta tonada oara terminar el comunismo en Cuba. Pero sin dudas el N27 a reafirmado mi certeza y mi fe en el futuro. El «cascaron» lo romperan ellos con la ayuda de nosotros pero debemos tener mucho cuidado muchos errores pudieran destruir el huevo son reales empezando por los nuestros.
Señor, cada cual piensa y opina como lo necesita y quiere, y se une o junta con quien quiere o puede o cree conveniente. Se llama libertad. Gracias por opinar. Espero que Ray Luna le responda directamente.
Por cierto, yo a ese lamentable espectáculo no lo llamaría lucha, no se lucha dialogando con las tiranías.
Ulises no exageres 😂😂😂
Zoe, gracias. Los cubanos de ahora se parecen a sus directores, todos vacunados contra el sarcasmo y la ironía. Los de ahora no tienen sentido del humor, sino humor en el sentido.
Espectacular este escrito!
Nunca mejor dicho, gracias Ray!
Muy buen artículo Ray. Y dicho, no se habla con quien te pone su bota encima…
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