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Por Manuel C. Díaz.
Hay dos frases, La Cuba de Ayer y La Cuba infinita, que han quedado para siempre insertadas en el vocabulario del exilio cubano. Ambas nacieron de la nostalgia que sentíamos por la patria que habíamos perdido y a la que todavía, en aquellos primeros años del destierro, soñábamos regresar.
Antes de 1959 a nadie se le hubiese ocurrido hablar de una Cuba del ayer ni de una Cuba infinita. La razón era sencilla: solo había una Cuba.
Sin embargo, ya en abril de 1961, cuando desde una improvisada tribuna en el cementerio de Colon, entre mausoleos y metralletas al aire, Fidel Castro declaró el carácter socialista de la Revolución, todo el mundo comprendió que desde ese día en adelante Cuba ya no sería la misma.
Fue así que poco después, en los comienzos de nuestro largo y doloroso exilio, ambas frases nacieron casi al unísono.
La primera de ellas nació con el estreno de un documental del destacado director de cine Manolo Alonso titulado, justamente, La Cuba de ayer, en el que no solo se demostraba, a través de dramáticas imágenes (juicios sumarísimos, fusilamientos y confiscaciones), la manera en que Fidel Castro implantó el comunismo en la isla, sino que también se daban a conocer los adelantos económicos, tecnológicos, artísticos, civiles y políticos que el país había alcanzado antes de que la revolución los destruyera todos.
La segunda frase llegó más tarde con el libro Cuba infinita, del periodista José Guerra Alemán, un ambicioso proyecto editorial de varios tomos que recogía la historia de Cuba, en fotografías, desde el periodo colonial hasta enero de 1959, comenzando con una de las antiguas Puertas de Monserrate, tomada alrededor de 1858 y terminando con la última foto de Batista en Cuba, hecha en los momentos en que se disponía a abordar el avión que lo llevaría al exilio en República Dominicana.
Desde entonces, las comparaciones entre las dos Cuba se hicieron inevitables. Y es que tanto el film de Manolo Alonso como el libro de Guerra Alemán, nacieron del amor por la patria perdida.
Tanto en las escenas de la película como en las páginas del libro, renacen los gráficos testimonios del desarrollo de una nación: la llegada de la televisión, la creación de nuevas fábricas, los avances médicos, la inauguración de grandes centros docentes y el éxito internacional de sus artistas.
La Cuba de ayer y La Cuba infinita, fueron el esperado rescate -fílmico e impreso- de la República que se nos fue. Dos obras imperecederas. Un hermoso legado a las futuras generaciones que Manolo Alonso y José Guerra Alemán nos dejaron después de una vida dedicada al cine y al periodismo.
Y fueron también, además de un rescate histórico, la reafirmación de una verdad. Que es esta: sí, hubo una Cuba de ayer y una Cuba infinita. Y sí, ambas estarán en nuestros corazones hasta que vuelva a ser una sola.
Manuel C. Díaz es escritor y crítico literario.
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Greetings…
MANOLO (Bebo) ALONSO..y su hermano «Guayo».. Cubanos «Profecionales» Patriotas, hicieron y trajeron las «Noticias del Dia» hacia teatros (cine) y todo a la ISLA! .» cortos ‘Videos» diariamente para la Television.. .tambien….
Todos los años eran LAS NAVIDADES! …entraban «LOS TRES REYES» ..Enero seis (06) (Seis) «Los JUGUETES» Cientos por cientos..eran para nuestro NIÑOS de nuestra CUBA!. a las oficinas a la !!AVENIDA DEL PRADO! Habana CUBA!
Charlie G/Sr………………………………The USA!
Aveces quiero mantener la Cuba de ayer en mi memoria y olvidar la de hoy pero me es imposible. Tengo fe en verla libre y prospera
Muchas gracias por su bien escrito artículo. Mi padre José Guerra Alemán, fue amante de la verdad y amante de la Cuba que conoció antes del 1959. Mi bisabuelo el General José Braulio Alemán y Urquia fue el autor principal de la última Constitución Cubana escrita en el campo de batalla.
Manolo amigo de padre fue un gran patriota también. Quedan pocos con los mismos valores y la misma integridad.