Por Félix Antonio Rojas.
Las dictaduras y las tiranías a lo largo de la historia jamás se han detenido en percibir a sus contrarios. Todo acto de reconciliación y de diálogo con el ego del poder lleva intrínsecamente al fracaso más absoluto, no por la disponibilidad del que quiere ser escuchado si no por la negatividad del interlocutor indiferente.
Como se ha demostrado durante 61 años la dictadura cubana, nunca dio señales ni dará, de aceptar demandas para cambiar su sistema político y social fallido, anclado en un inmovilismo lacerante y en un discurso excluyente a lo contrario.
Si utópicamente el individuo da el paso al coloquio desde su ingenuidad y su pensamiento crédulo, se debiera comprobar primero que el verdugo que lo escucha tenga el órgano sensorial y el tímpano en perfecto estado, y segundo y lo más importante, debe cerciorarse que antes de sentarse a hablar, no le hayan arrancado la lengua desde que era un niño.
Toda acción contra la dictadura que sea desde lo dócil y lo apacible queda en la no solución a los problemas reales que ellos mismos han creado para que el diálogo nunca sea posible.
Como diría el filósofo y sacerdote IFA Julio César Soler, Ade’ Oñi hijo de Oshu’n Olololdi y Chango Oluo Otura Niko: “La oposición cederista cubana tiene lo que se merece. Ministerio de Cultura. Hay que ser un punto para creer en el diálogo o estar muy prestado desde un principio para proponerlo… Aquellas estructuras sociales castristas son tan sofisticadas que incluso producen la oposición política necesaria para que aquello no explote. La oposición cubana es hoy el anticuerpo necesario de la dictadura castrista”.
Si a eso le añadimos el nuevo exilio de regguettoneros convertidos en sufridos patriotas, como el youtuber Otaola, que desde su confort en Brickell arenga sin ningún escrúpulo desde la manipulación y la mentira, a que los nuevos disidentes inocuos se inmolen en su histerismo teatral y que, mientras se derrumban los balcones y las casas en La Habana Vieja él muestra su nueva mansión, símbolo de la ostentación, fausto y boato en tiempos difíciles, demuestra claramente que esa anomalía que padece la nueva diáspora, también es necesaria para la supervivencia de la dictadura, poniéndose en el mismo plano que las palabras del teniente coronel del minint Silvio Rodríguez y del nuevo productor de “cerdos orgánicos” (según palabras del youtuber Otaola) a las afueras de Miami. La dictadura de la otitis externa contra el mutismo acinético de los cómplices…
Que feliz
el patriota
con su flor
en el país
sin tijeras.
Dialogar con el verdugo que te espera, automáticamente te convierte en su victima predilecta…
Félix Antonio Rojas es friki freelance.