Por Armando de Armas.
Estaba hospedado en uno de esos hoteles de Orlando, en Florida, fabricados como en un molde; asépticos y aburridos. En la cama, bocarriba. Afuera abruma la sinfonía de la selva infesta de sapos, serpientes, patos, panteras, tarántulas, cocodrilos y mosquitos.
A la mortecina luz de una lámpara tengo un pensamiento referido a la frágil frontera que separa lo determinado de lo indeterminado, lo doméstico de lo indomesticado. Me vence el cansancio… Empiezo a descender de espaldas, a caer vertiginosamente por el oscuro túnel de un sueño…
Avanzo al frente, abriendo una vía a golpe de espada en la espesa floresta, andamos con el agua a mitad de pierna, pisando por encima de ostiones que dan continuas cuchilladas en los pies descalzos y causan mucho sufrir. Atravesamos lagunas, marismas y canalizos manteados de caña y juncos meneados por el viento, donde sobresalen algunas islas de tierra firme, cubiertas de abigarrada vegetación de pinos, nogales, laureles, robles, encinas y cedros.
Al oscurecer entramos en una hondonada y nos recibe una lluvia de flechas en medio del mucho gritar de los indios desnudos; a mis espaldas caen varios compañeros. El hidalgo Avellaneda va a socorrerlos y los infieles le aciertan con una flecha por el canto de la coraza, y la herida es tal que pasa casi toda la flecha por el pescuezo, y luego ahí se muere. Me vuelvo para ayudar al Avellaneda y recibo un flechazo en el rostro. La sangre corre bajo la armadura hasta anegar mi natura que extrañamente espabila, erecta una cobra desmesurada en loor de muerte.
Se me anubla la conciencia. Empiezo a descender de espaldas, a caer vertiginosamente por el oscuro túnel de un sueño… Despierto en la cama, bocarriba. Afuera abruma la sinfonía de la selva infesta de sapos, serpientes, patos, panteras, tarántulas, cocodrilos y mosquitos.
Me maravilla la mortecina luz de una lámpara que alumbra sin quemar dentro de un huevo, y tengo un pensamiento para la frágil frontera que separa lo determinado de lo indeterminado, lo doméstico de lo indomesticado. Me vence el cansancio…
Escrito en Miami, 19 de julio de 2014.
Armando de Armas es escritor y periodista. Ex preso político. Editor Cultura/Educación ZoePost.
Simplemente genial!
Gracias, Armando.