Por César Reynel Aguilera.
Imaginen que un amigo me escribió para decirme:
— Cesi, hay un sitio web sobre asuntos cubanos, llamado Hypermedia Magazine, que anda pidiendo plata a izquierda y siniestra. Se me ocurre que podrías proponerles algunos de tus artículos y así, como quien no quiere las cosas nos enteramos, de primera mano, de qué patica cojean de verdad.
Imaginen que mi respuesta fue esta:
— Eso es perder el tiempo. Todas esas revisticas tienen un sistema infalible para lograr financiamientos de los despilfarradores neo marxistas. Lo primero que hacen es invitar a colaborar a agentes castristas que han llegado a estas costas disfrazados de opositores. Casi siempre son miembros de los aguerridos CDRs de poetas de provincias en el exilio. Son unos personajes que se dedican a defender al Partido Demócrata y a diseminar la ideíta malsana de que los neo marxistas americanos son lo peor que le puede pasar al castrismo. Para compensar, claro está, esas revisticas invitan a unos cuantos librepensadores a publicar en sus pantallas y los usan, de inicio, como prueba del carácter centrista y plural de la publicación. En cuanto uno de esos librepensadores se sale del plato, y escribe algo que realmente molesta a la agenda neo marxista, lo censuran y usan esa censura para demostrarles a los posibles financiadores neo marxistas que esa publicación sí se toma muy en serio la defensa de sus intereses ideológicos. Si el escritor censurado se queja, entonces recurren a la manida receta de que se trata de un tipo con un ego tan grande que no concibe la idea de que le rechacen un texto por razones puramente editoriales. De esa forma, como quiera que te pongas, la revistica gana. Créeme, es perder el tiempo.
Unas semanas después de ese intercambio, que quizás ustedes ya han imaginado, me escribió el amigo de un amigo para decirme que trabajaba en Hypermedia Magazine y que andaban buscando escritores de calibre para levantarle el perfil editorial a la revista. Entre elogios innecesarios, y la tristeza de no poder pagar por las colaboraciones mientras no les llegara el “grant” que estaban pidiendo, el amigo de un amigo me invitó a colaborar con ellos.
Mi respuesta, en esos casos, siempre es la misma: claro que sí, cómo que no, siéntanse libres, por favor, de publicar en el sitio de ustedes cualquiera de los textos que yo publico en mi blog. Solo tiene que copiar y pegar. Para más, pueden hacerlo sin tener que hacer referencia alguna a la publicación original.
Eso habría bastado para quitármelos de encima; pero el amigo de un amigo insistió en que, al menos de inicio, a Hypermedia le gustaría publicar unos cuantos textos originales míos para, de esa forma, establecer las bases de la colaboración.
Por esos días yo le estaba dando los toques finales a un artículo —titulado “La última investigación”— sobre el asesinato de John F. Kennedy. Así que decidí enviárselos con la aclaración de que era muy largo y que, por eso, les rogaba que si decidían no publicarlo me lo hicieran saber cuanto antes para entonces ponerlo en mi blog.
Decidieron publicarlo. Me enviaron el link. Leí aquello y descubrí, con asombro, que el texto había sido mutilado hasta hacerlo no solo incomprensible, sino hasta lograr que perdiera toda su originalidad e interés. Sonreí. Sacudí la cabeza para no ver la larga mano, una vez más, y decidí escribirles. Les expliqué por qué el texto publicado había perdido toda su lógica interna y les pedí, por favor, que lo sacaran de circulación.
La respuesta de Hypermedia fue restaurar el texto a su versión original, pero eso no impidió que el incidente me dejara un mal sabor en la boca. Una de las cosas que más me llamó la atención fue que la persona que editó el texto decidió, sin que mediara racionalidad alguna, eliminar un pasaje en el que yo identifico a Fidel Castro como “el sátrapa cubano”. Digo sin que mediara racionalidad alguna porque si hay una palabra que describe a Fidel Castro en cuerpo y alma es, precisamente, la palabra sátrapa.
Eso me llevó a preguntarle al amigo de un amigo sobre quién había sido esa persona que tanto había confundido la edición con el tijereteo. La respuesta que recibí me dejó boquiabierto de asombro y falta de aire. Resulta que el dizque editor de Hypermedia Magazine es una señora que vive en Cuba, que se llama Royma Cañas y que se formó, como experta en tijeras, nada más y nada menos que en la tristemente célebre editorial “Ciencias Sociales”, ese engendro del castrismo que es famoso por haber convertido la censura en una ciencia social y exacta.