Cultura/Educación

‘Morir de isla y vivir de exilios’, una estupenda colección de cuentos

POR MANUEL C. DÍAZ ESPECIAL/EL NUEVO HERALD.
06 DE MARZO DE 2022.
Como se sabe, gran parte de la literatura cubana, desde el siglo XIX hasta nuestros días, se escribió en el destierro. Heredia, Villaverde y Martí, primero; Baquero, Cabrera Infante y Arenas, después.
Sus obras, sobre todo las de estos últimos escritores del abarcador “después”, han estado marcadas por su carácter testimonial, tanto de sus experiencias en la isla -ostracismo, cárcel y muerte- como las de su nueva realidad: destierro, asimilación y nostalgias compartidas.
Es decir, las de sus dos mundos paralelos. Que son los mismos que aparecen en Morir de isla y vivir de exilios (Editorial El Ateje, 2021), el más reciente libro de cuentos del escritor Héctor Santiago.
Estructurado en dos definitorias secciones, Somos de donde hemos venido y Somos de a donde llegamos, este conjunto de excelentes relatos se balancea armoniosamente entre la sórdida cotidianeidad de la isla y las diferentes vivencias del exilio.
Y es justamente esta dualidad geográfica, abordada de una manera tremendamente original, la que le otorga a este libro su sello distintivo: la innovación estilística. Es decir, múltiples puntos de vista narrativos -solo diferenciados con cursivas- en un mismo texto; referencias musicales a través de las letras de canciones populares (Vieja luna que en la noche va…; Por algo está el cielo en el mundo…) que aluden a sus tramas y la utilización de técnicas correspondientes a otros géneros literarios.
La verdad es que no sabría decir cuál de sus cuentos es el mejor. Uno de ellos, incluido en la sección Somos de donde hemos venido, es mi preferido. Se titula, Héroes de la patria, un dramático relato contado en un tono surrealista que trata sobre unos combatientes de Angola quienes al regresar a Cuba (“el Chino sin la mitad del rostro que le arrancó un obús y el Flaco sin los brazos por la granada”) deben esperar por una pensión que no les llega.
Cuando al fin se cansan de “rumiar su amargura cotidiana” se reúnen, “entre nostalgias y recuerdos”, para comerse una mixtura improvisada cuyos ingredientes eran sus diplomas: el del Trabajo Socialista, el de Obrero Ejemplar y el del Mérito como mejor combatiente de su pelotón en Cabinda. El cuento termina cuando, al acabarse los diplomas, hacen una sopa con sus medallas.
En otro de ellos, titulado En el país de los patagones, se aborda el tema de las colas: “El carnicero gritó -Del cincuenta al…El eco de los números voló sobre las cabezas. -…ochentaaa. ¡Se me ha ido la vida haciendo colas! Sin poder detenerla la mente se escapaba de ella por su propia cuenta, hurgando en un laberinto de pensamientos e ideas. Otras veces sucedía lo contrario, la mente se vaciaba, sus dolores exacerbados por el peso de la barriga. A la cual -irónicamente- debía agradecerle la cuota extra para embarazadas”.
Héctor Santiago y José Abreu Felippe en Nueva York
De la segunda sección, Somos de a donde llegamos, que son los cuentos del exilio, a modo de muestra para resaltar la fluidez de su prosa y la musicalidad de sus palabras, escojo Memory Road: “No contaban con que a veces los laberintos de la vida se trazan fuera de nosotros. No contaban con que muy pocas veces tenemos la oportunidad de escoger por cual andamos. A Él el oro de las calles de Hialeah le resultó unas rocas coralinas, sus árboles con frutas de gemas preciosas unos aguacates. Ella se convirtió en la guardiana de los otros miembros de la familia que siguieron a su padre. La distancia se convirtió en un delito perseguido, los teléfonos se quedaron mudos, las cartas ciegas, las ausencias sordas”.
Héctor Santiago
Morir de isla y vivir de exilios es uno de los mejores libros de cuentos que he leído en mucho tiempo. Ni siquiera su novedosa fórmula narrativa logra disminuir la calidad de sus relatos. Y es que en ellos están resumidos no solo nuestros dos mundos -isla y exilio- sino también nuestro único dolor, ese que quizás sin saberlo todavía llevamos dentro. Héctor Santiago (La Habana, 1944) es escritor, dramaturgo, director y coreógrafo. Vive exiliado en Nueva York desde 1979. Sus obras han sido estrenadas en Estados Unidos, México, Brasil, Perú y Paraguay. Ha obtenido varios premios internacionales. Es autor de la novela ‘La memoria del agua’ (Aduana Vieja, 2012) y de las obras de teatro ‘El loco juego de las locas’ y ‘El último vuelo de la paloma’ (Editorial El Ateje, 2020).
Manuel C. Díaz es escritor, crítico de arte y literatura y cronista de viajes.
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