Mundo

A la rueda rueda, de Biden y Maduro…

Joe Biden y Nicolás Maduro

Por Zoé Valdés.

Libertad Digital.

No hay nada más podrido que la política, y si va de la mano de los socialcomunistas, el asco conduce directamente al vómito. Mientras Vladímir Putin masacra y comete un genocidio en Ucrania, pues, bien, los negocios son los negocios: Biden ya no concibe tan dictador a Maduro, y a Maduro no le molesta irse a bailar un rato con el representante del imperialismo yanqui. Petróleo mediante.

Quede claro que quien vende el país a la republiqueta venearepana de Maduro es Biden, y no al revés. Maduro, claro, pasa página y se afila los colmillos; cuidado antes de ser presidente de España, como anhelaba, no lo sea de Estados Unidos. Díaz-Canel ya se ve como la First Lady de USA.

Pienso, por encima de todo, en los venezolanos que votaron por el viejo chocho fraudulento, no creo que estén muy felices con la noticia, aunque no queda otra. O. Nunca se sabe, el popolo es como es. Ahora, eso sí, a llorar al parque, a jeremiquiar que se perdió el tete, o a cantar aquello de “No quiero llanto, mamá, no quiero llanto…”.

Sin embargo, no lo duden, son capaces de seguir culpando a Trump de todo lo que está ocurriendo, incluida la traición de Biden. Es lo que hizo un analista político, uno de esos todólogos francés, en BFMTV: culpar a Trump de lo de Ucrania. La arcada me viró al revés.

Por cierto, probablemente yo no me he enterado mucho, pero no sé, como que noto a los líderes de la oposición de esos países del socialcomunismo del siglo XXI bastante calladitos, frente al coraje de Zelenski. Uy, cuidado, caquita.

Ah, y claro, cómo no, tampoco han dicho ni esta boca es mía Leonardo Padura y Wendy Guerra. No vaya a ser que se les caiga el negociete con la tiranía y con el exilio rosa, que en cualquier momento es lo mismo. No, perdón, ya lo es.

De modo que mientras el presidente Volodímir Zelenski, desde Kiev y tal… espera… ¿no decían que había huido a Polonia? Que no, que se ha quedado en Kiev, y desde allí ha resistido a una de las potencias militares más brutales del mundo junto a sus soldados, o sea casi todo un pueblo.

Putin ha recibido la humillación de su vida. Porque, vamos a ver, Rusia no tiene una gran economía, su economía es más pequeña que la de Texas; su fuerte es lo de ser potencia militar, y ya es algo… Pues después de diez días, esa suprapotencia militar no ha podido rendir a los ucranianos. Yo soy Putin y dejo de retratarme tirándome dentro de un tanque, como Fidel Castro saliéndose y saltando fuera cuando la Crisis de los Misiles, y me pongo a darle taller a la humillación que está teniendo que aguantar con la retreta de yitis o cocotazos que está recibiendo, por tullido mental.

Por cierto, hay un libro que quiero recomendar, se titula L’Éclaireur. Un libro muy necesario en los tiempos que corren, su autor Sergueï Jirnov ha participado en numerosos debates para aclarar quién es realmente Vladímir Putin. Del reclutamiento a la formación, la historia del único espía de la KGB que integró la ENA para infiltrar la Administración francesa.

La presentación reza así:

No eliges unirte a la KGB, la KGB te elige a ti. Cuando se unió al Instituto Estatal de Relaciones Internacionales (MGIMO) en Moscú a la edad de diecisiete años, Sergueï Jirnov estaba lejos de imaginar que sus pasos pronto serían guiados por la KGB. Y, sin embargo, este último lo eligió para formar parte de la élite suprema de su manada de espías: los exploradores. Así designamos a los ilegales, aquellos que tienen como misión infiltrar en profundidad y con el tiempo al enemigo occidental haciéndose pasar por uno de los suyos. Se trata de un entrenamiento clandestino que se desarrolla fuera de los circuitos tradicionales, obligando al elegido a conducir en su propio país el clásico curso de ciudadano unido al de agente secreto. Cuando el servicio lo considera listo, el explorador se une a la Escuela del Bosque, el lugar más misterioso de la URSS, para seguir el plan de estudios común a los oficiales de la KGB. Poco a poco Sergei aprenderá a mentir, a engañar, a manipular, hasta infiltrarse en la ENA, en París, para identificar los potenciales ‘objetivos’ que esconde este vivero de futuros altos funcionarios franceses y extranjeros. Desde su infancia hasta sus misiones, seguimos la extraordinaria vida cotidiana de Sergei Jirnov en un país inmenso donde el comunismo aún reina supremo pero cuyos días están contados. Somos testigos con él del colapso de la Unión Soviética y su brazo armado, la KGB. Con él, descubrimos las técnicas de espionaje, el kompromat, los spetsnaz y los traidores que ejecutamos. Finalmente, como la naturaleza aborrece el vacío, Sergei Jirnov verá renacer a la hidra chekista con la creación del SVR y el FSB. Desde entonces, ha echado una mirada aguda al uso de los servicios secretos en la Rusia de Vladímir Putin, un hombre atormentado cuyos caminos ha cruzado en varias ocasiones. Si realmente quieres entender el pasado y el presente del espionaje ruso, tienes que leer L’Éclaireur.

Lo mejor es cuando cuenta acerca de Vladimir Putin, de su misma promoción, pero el más mediocre de todos. Está clarísimo: a un mundo mediocre, un mediocre conduciendo una guerra mediocre.

Zoé Valdés es escritora y artista. Fundadora y Directora General de ZoePost.com y Libertad de Prensa Fond. Fundadora y Voz Delegada del MRLM.

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