Por Andrés R. Rodríguez
Those who can make you believe absurdities can make you commit atrocities.
Voltaire
El Comunismo se declara una raza de la Razón, cuando en los hechos es una variedad degenerada de la Pasión.
Como ideología y sistema social, el Comunismo es una ralentización de la sociedad, es una mala puesta en escena de las bajas pasiones humanas, en especial, la Envidia y la Vanidad. En el igualitarismo, se envidia a todo lo que brille, todo lo que sea excepcional. Se le cubre con una pátina de saliva, chismoteo y resquemor desde los mediocres, lentos o resentidos, que creen que la excepcionalidad es solo pura arrogancia. Y no.
Bajo el comunismo (y sus variantes), Envidia y Vanidad devienen las piezas centrales del comportamiento social humano.
La envidia, que es autorizada ideológicamente porque se exalta al ser humano común y mediocre, que quiere que todo esté a nivel promedio. Esa es la felicidad del comunista. Ver al de al lado embarrado y apestado. Que todos sean cojos. El que brille un poco, tiene que declarar que su luminosidad no es la del Sol (que emite con luz propia), sino la de la Luna (que es un reflejo). Para ello, puede que tenga que usar el mismo tipo de ropa que el promedio, delatar a sus padres por acomodados burgueses y dejar claro que no tiene ideas propias sino repite los mismos viejos mantras y dogmas de Marx, Lenin, Bujarin, Trotsky, Mao, Marcuse, Sartre, Foucault y un largo etc. de teóricos arquitectos e ingenieros de la “igualdad”. Este es el concepto central que aportan al mundo las “ciencias” sociales.
Aparentemente el Comunismo ensalza al común, al humilde, al pobrismo. Mas en los hechos lo que hace es quitar voltaje a todo lo que brille y concentrarlo en una sola figura autorizada, el secretario del Núcleo del Partido, el Gran Hermano, el Gran Líder. En vida, hay que ser su avatar, un animal de granja. Y el día que este inmortal muera, histéricamente llorarlo en la plaza pública.
Un buen método para que te permitan acceso a los micrófonos en una sociedad igualitarista, es declararte justiciero, humilde, considerando justicia a la escacez permanente y la miseria compartida, humillada felicidad. Puedes asi acceder a micrófonos, a repetir lo que ya se dijo. Aunque se dijera hace más de 200 años, cuando ciencia y tecnología apenas gateaban.
La vanidad en el comunismo, no se expresa en ostentar joyas o autos, aunque alguno especialmente vanidoso no lo pueda evitar. Reside generalmente entonces en algunos irrelevantes y míseros cortesanos, que creen ser elegidos para ladrar las mismas consignas más a voz en cuello. Es una vanidad histriónica, de payaso, muy poco creativa, pero como el sistema elimina toda oposición, se puede hacer omnipresente.
Dentro de estas sociedades de obreros, zánganos y soldados, pretendidamente igualados, destacan un muy individual individuo, al que alimentan con jalea real. Es el líder, el elegido para darle voz a la masa amorfa, el genial intérprete de las necesidades y sentimientos del “pueblo”. Bien conocemos en la historia, que las colmenas comunistoides han encumbrado cada una a al menos un “iluminado”, quien, primero presenta una serie de planteamientos intelectuales (libro, programa, discurso) y cuando ejerce el poder lo olvida, se desdice, va adaptando su discurso al contexto y los imponderables del camino, de modo tal que termina haciendo todo lo contrario de lo que prometió. Cuando algunos del corito no los acompañan con prontitud en el variable decir y hacer, se arremangan la camisa y les dan como carne a las hambrientas guillotinas o pintan con su sangre solitarios paredones.
LA SUCIEDAD BAJO LA ALFOMBRA EN TODA SOCIEDAD.
Los males de las sociedades son múltiples y tal vez intrínsecos. Ninguna sociedad es el paraíso. Son mas bien suciedad.
Una sociedad funcional es una concertación que asume que los seres humanos somos imperfectos y hay que evacuar periódicamente nuestras suciedades. Para ello evita que uno u otro imponga sus imperfecciones, sin contrapeso. Una sociedad humana, no parece ser algo que piense uno u otro, sino un permanente ejercicio de concertación, de perfeccionamientos puntuales, enmendando errores puntuales.
Es natural e inmanente en cada ser humano, sobre todo los de viva inteligencia, creer que su cerebro puede despensar, representar, pensar y replantear el mundo. Nada extraño escuchar la voz de Confucio, Lao Tse, Platón, Aristóteles, Goethe, Víctor Hugo o Thomas Mann y casi querer seguir el curso de su pensamiento prospectivo, original y fluido. Fueron intelectos de alto vuelo que creyeron leer el libro de la vida, y desde su lectura, poder proponer interpretaciones. Hasta ahí no hay arrogancia. Menos la hay cuando una sociedad antes de tomar una decisión X intercambia ideas en Ágora, Academia o Parlamento, en cuanto a lugares para la libre expresión y concertación.
La generalidad de los cerebros auténticos de la antigüedad, los genios fundadores de la humanidad, creían que ellos eran capaces de dilucidar lo correcto. Tuvo que correr mucha agua debajo de los puentes para que al menos algunos intelectos creyeran necesario facilitar una muy fluida concertación, el parlamentarismo.
Los males del autoritarismo y las corrupciones de grupos autárquicos son tan evidentes, nos han marcado tan profundamente en la historia, que casi todos aspiramos a formas de gobierno rotativas, con elegibilidad. No es una solución mágica, pero evita males mayores.
LA INTELECTUALIDAD PROSPECTIVA.
El intelectual desde su surgimiento como brujo angustiado pretende que la improvisación y la ineficiencia del mundo (de su tribu o de su reino), lo puede despensar y repensar su intelecto. Es su función invocar espíritus, adelantar elucubraciones, hacer recomendaciones.
La mayoría de los mejor dotados veían y ven a la masa humana como manada. Durante milenios, las sociedades tendían a organizarse con una estructura piramidal, de avasallamiento de la mayoría por una minoría, a veces a uno solo, el Faraón, el César, el Zar, el Khan o el Führer. Luego, van apareciendo formas participativas y surgen métodos de disfrazar a un Zar como compañero secretario general o democráticos de sustitución periódica. Son una gran falsedad en cuanto a que sean gobierno del “pueblo”, pero aún asi un enorme logro en cuanto a evitar la creación de cofradías enquistadas en el poder y el anquilosamiento de la estructura social en las mismas ideas.
Hoy asistimos a la contradictoria situación de que las sociedades industrializadas, con su enorme productividad y producción, han permitido crear una considerable capa de la población dedicada a “la intelectualidad”. Resulta que a muchos de estos intelectuales se les permiten posiciones sociales muy acomodadas, encerrados en torres de marfil, con muy poco riesgo para sus personas y nulo contacto con situaciones sociales, ecológicas y planetarias, que sean objetivas, comedidas, reales.
Se han creado masivamente invernaderos del pensamiento (“la Academia”), de donde está emergiendo una serie de propuestas desvinculadas de la realidad, algún puro suicidio cultural. Gran parte de la intelectualidad ha dejado de ser prospectiva y está actuando de manera suicida. Es una intelectualidad de invernadero.
LA SINRAZON DE LA RAZON.
Hoy el mundo avanza subido en el tren de la Ciencia. Porque la Ciencia tiene métodos para decantar lo falso de lo verdadero. No es infalible ni omnipresente, pero es la mejor herramienta que tenemos para comprender al Mundo, transformarlo gradualmente sin hacerlo reventar.
La verdad en Ciencia no se importa desde el cielo ni de las estrellas, ni la pare un escogido en súbita iluminación, si no se construye con pedazos de verdades y mentiras, que se someten a la duda sistémica y luego se ensamblan con saliva, experimentación y concertación. Ello es muy intrínseco y preciso en las ciencias exactas o experimentales (Matemática, Física, Química, Biología…), pero muy subjetivo y periférico en las ciencias blandas (Sociología, C. Políticas, Psicología…) e imposible con los métodos de las humanidades y artes, aunque todas hacen referencia a “lo que dicen los científicos”.
De manera impensada y subjetiva, en Artes y Humanidades, podemos caer en la deshumanización. La mayoría de las veces el artista se queda con su experiencia excepcional, pretendiendo que es un fractal del mundo o del cosmos.
Valiéndonos de los métodos de las Humanidades, solo algunos muy excepcionales genios tienen manera de acceder y discernir en la información compleja, para convertirla en conocimiento, o más excepcionalmente, en sabiduría.
La arrogancia intelectual de algunos “humanistas” actuales, puede estar implicando el desconcierto globalista. Por ahí, es por donde hoy se nos está colando la ingobernabilidad planetaria. Muchos emisores, mirándose el ombligo. Muy pocos receptores, oteando el horizonte. Se puede afirmar que nos están deshumanizando en nombre del humanismo desde las Humanidades.
Muchos incompetentes, improductivos y mediocres han acercado su hambre al cuerno de la abundancia industrializado. Con un título, desean es ser “funcionarios” de las extensas burocracias de los países industrializados, muchas veces con posibilidades de determinar el historial de otros verdaderamente creativos. Ello explica la diarrea de “obras de arte” que inundan ferias y museos.
Estas castas de “funcionarios” son como masas de sanguijuelas en el cuerpo social. Ni remotamente existían hasta el medioevo. Antes, para ser artista o creador, había que ser genio, cuando menos talento. Y luchar por su pasión. Hoy, hay que aprobar primero unos exámenes de verdadero o falso que propone un académico caprichoso y luego dedicarse a cortejar funcionarios mediocres y chantajistas, llenar papeles para solicitar una subvención de un mecenas masivo, generalmente gobiernos (representados por funcionarios que no funcionan).
Los subvencionados son por lo general parte importante de las sociedades industrializadas actuales. En cada país puede tratarse de millones de personas, algunas muy talentosas y educadas, otras, la mediocridad personalizada. Generalmente son a su vez activos en los rejuegos políticos, dado que su vocación es gritar y pedir. Los partidos políticos se han convertido en lanchas de desembarco para llegar a las playas de la hacienda pública.
Un caso muy significativo, pero no tan visible desde el exterior, es el de las universidades. Alli, miles y miles de profesores conforman “el claustro” (en latín claustro significa cerrado). Y pueden darse el lujo de pretender estar creando arte, ciencia, cultura, sin contacto con la realidad, y sin un mínimo de control de calidad. A veces se les llama en conjunto “la Academia”. Sus integrantes con frecuencia nunca han salido del sistema educativo, algunos fueron graduados a los 23 años, master a los 26 y Doctores a los 30. Muchos permanecen en el sistema universitario estudiando hasta sus años 40s (recibiendo ayudas). Los que son profesores de carrera, pueden tener un perfil superespecializado, que se suele corresponder con la estructura disciplinar de las ciencias cuando son carreras científico-tecnológicas, pero que caen en un caos cuando se trata de humanidades, porque lo unitario e indivisible lo pretenden abordar con visiones tales como “Especialista de siglo XIV Florentino” o “especialista de arte barroco mexica del siglo XVI”. Sus mentes y conocimientos parecen más un conjunto de piscinas de especialización que un mar del saber. Son Doctores que no son doctos, pero no han vivido y luchado por ese conocimiento en la vida. Se les ha implantado como un chip, proveniente de profesores que ellos mismos estaban bastante alejados de la vida.
Ahora tenemos una generación de jóvenes formados por estos “académicos” que no conocen otra cosa que estudiar textos (ahora la web) y responder sus preguntas verdadero-falso, estandarizadas y preconcebidas.
Esto no es un malgasto o un vicio de la modernidad industrializada, en realidad es un cáncer porque estas personas suelen ser muy activas y eficientes en reclamas derechos, y totalmente desacertadas y desmemoriadas a lo hora de sus deberes. Creen merecer todo, a cambio de aportar unos ensayos insulsos. Padecen de una enfermedad intelectual que se ha dado en llamar pensamiento Alicia.
Las universidades, la academia, tiene numerosos, objetivos y palpables aportes en ciencia, tecnología, medicina, en áreas donde no se puede crear conocimiento desenrraizado. En el área de Humanidades, la situación es la opuesta. Están inculcando en sus estudiantes una serie de ideas que pueden ser tóxicas, biocidas sociales. Y de esta manera, hoy vamos camino de hacer implosionar a las sociedades industrializadas de Occidente, que ahora compiten con las sociedades hiperindustrializadas y autoritarias de Oriente.
Esto es lo que ha estado pasando en Occidente y en los últimos 50 años y que hoy hace crisis tal vez por algún interés oscuro de desmontar el edificio cultural eurocéntrico, para sustituirlo por uno Confuciano.
La Academia, en Occidente, se ha constituido en una Quinta Columna cultural, dedicada a confundir y subvertir la estructura social creada por milenios, en base a una serie de subjetividades y algunas no evidentes estupideces. Han convertido a las Universidades en centros de intriga social. Los que lo hacen desde las Humanidades, son especialmente entrenados para tener habilidades en comunicación y cultura general. Con estas habilidades pueden confundir y adormecer al joven auditorio. Si además acumulan muchos títulos y verborrea, es muy difícil hacerlos entrar por razones. Ellos, con su pensamiento Alicia, son La Razón.
Andres R. Rodríguez es Científico, Biólogo. Investigador premiado con varios libros editados, entre los que se encuentran: «Lista de Nombres comunes y científicos de peces marinos cubanos (Nomenclator)» (1984, CIP, 82 pp); «Breve Diccionario de Biología Pesquera” (Mar y Pesca, 1986-1987 80pp), «Peces marinos importantes de Cuba» (1987, Ed. Científico-Técnica, 236 pp), “Ecología Actual, Conceptos Fundamentales” (2000, UdO, 134 pp.), “Maritime Dictionary-Diccionario Marítimo (Eng-Spa)” (2009, Ed. Myths and Books, 400 pp) ¨Fábulas vivas¨ (Amazon/Alexandria Library, 2015), «Colonial Havana˗Trinidad” (2018, Amazon/Ed. Alexandria 150 pp), «Havana 500 Anniversary” (2019, Amazon/Ed. Myths and Books 120 pp). ), «Destellos al Alba” (2019, Amazon/Ed. Myths and Books 120 pp, Ensayo). «Caribbean Touristic Dictionary” (2019, Amazon/Ed. Myths and Books 165 pp), «Ecologia para Ecotourismo» (2020, Amazon/Ed. Myths and Books 380 pp), «La Verdad es llama” (2020, Amazon/Ed. Myths and Books 180 pp) En preparación: «Caribbean Ecotourism and Submarinism Eng-Spa”, «Ecotourism Multilingual Dictionary”, «Diccionario de Biología Pesquera”. Ha sido finalista en los concursos literarios “Historias sobre la Historia”. Silva Editorial (2006, Barcelona.) y Premio Orola con “Tacto”, (2009, Madrid). Actualmente es hombre de negocios, consultor de pesca, turismo, medioambiente, periodista freelance.