Por Gloria Chávez Vásquez.
A los 85 años, Vargas Llosa lo tiene todo, incluyendo la energía y disciplina para continuar emitiendo ideas y escribiendo. En el proceso ha tenido el tiempo y la estamina para recrear su vida y de paso examinar la sociedad, de su país natal, Latinoamérica y el resto del mundo. Lo hizo en sus primeras novelas, La ciudad y los perros (1963), La casa verde (1966), Conversación en la catedral (1969) y en El pez en el agua (1983). Después con La fiesta del chivo (2000) y El sueño del Celta (2010).
Desde su decepción con la revolución cubana, y su repudio gradual al comunismo, Vargas Llosa salió de la niebla doctrinaria y romanticona en la que se quedó anquilosada gran parte de la generación intelectual de los 60s. Su transición hacia la democracia se la debe en gran parte a la lectura y amistad de autores como Arthur Koetsler y Jean F. Revel, desertores como él, del marxismo.
Fue el libro póstumo de Revel, El filósofo y el monje, el que inspiró a Álvaro, hijo de Mario, y a la propuesta de la mexicana Berta Pantoja, productora de “Caminos de la libertad”, para una autobiografía audiovisual del escritor peruano nacionalizado y radicado en España. La serie, filmada en un lapso de seis meses, poco antes de la erupción de la pandemia y en los lugares donde ha transcurrido la vida del escritor, fue dirigida por Álvaro Vargas Llosa. Está disponible en Utube.
“Mario Vargas Llosa: una vida en palabras” es el diálogo de Álvaro con su padre, sobre diversos temas y alusivos a sitios claves de Paris, Londres, New York, México, Arequipa, Lima.
En uno de los 10 episodios de la serie, el premio Nobel de literatura (2010) dice que no pierde tiempo en actividades que no tienen razón de ser. En su juventud leyó a Alejandro Dumas y fue aficionado a los libros de caballerías.
Su disciplinada rutina ha sido la misma durante toda su vida: duerme poco, se levanta temprano; hace una hora de gimnasia; se afeita, se ducha, lee los periódicos, baja a su estudio para escribir desde las 10 hasta las 3 de la tarde. Toma una siesta de 15 minutos y luego escribe notas, lee, relee, hasta las 7pm cuando ve noticias y películas. Le gustan las series y le recuerdan los folletines de antaño, cuando se publicaban las novelas por entregas.
Sus primeros relatos los escribió en cafés, bibliotecas y museos. Ahora lo hace en su oficina de Madrid que cuenta con una colección de más de 20 mil libros y que el autor ha ido donando a la Casa de la Cultura con su nombre en Arequipa, su ciudad natal. Sus archivos han sido testados a la Universidad de Princeton.
En otro episodio de la serie, Mario Vargas Ll. discute “La llamada de la tribu” (2018) un libro de ensayos sobre su evolución intelectual y política y que dedica a Gerardo Buongiovanni, “promotor de las ideas liberales y amigo leal”. El prólogo resume la intención del libro: “La doctrina liberal ha representado desde sus orígenes las formas más avanzadas de la cultura democrática y lo que más nos ha ido defendiendo de la inextinguible ‘llamada de la tribu’. Este libro quisiera contribuir con un granito de arena a esa indispensable tarea”.
Tanto en el libro como en la serie, MVLl nos cuenta que descubrió la política en la “guarida” de los comunistas en la universidad de San Marcos. Por espacio de un año militó y estudió la doctrina y sus ideólogos. Con el tiempo y la experiencia, su pensamiento evolucionó, convirtiéndose en el gran referente del liberalismo y defensor de la libertad. Aunque no es infalible, nadie ha cuestionado tanto políticamente y analizado a Latinoamérica, criticando, de paso, a sus tiranos, como lo ha hecho Mario Vargas Llosa.
Algunos de sus críticos confunden las tendencias políticas con sus extremos. Por ley natural de causa y efecto, un extremo alimenta al otro. La extrema izquierda conduce a una extrema derecha y viceversa. De ahí que la vanguardia, aquellos que defienden los derechos y las libertades, se considere liberales.
¿No es un libertario aquel que defiende la libertad? ¿No son liberales los que defienden las libertades ajenas? “El liberalismo es la esencia de la democracia” dice el escritor. “No tiene respuestas para todo, pero si convicciones muy profundas. Además, tiene una misión que cumplir y es generosa”.
A los 59 años (1999), Mario Vargas Llosa es aceptado como uno de los miembros más jóvenes de la Real Academia de la Lengua Española en España. Es, además, el primer latinoamericano. En 2010, al enterarse que le había sido otorgado el premio Nobel, Vargas Llosa declaró que consideraba el honor como un reconocimiento al idioma español. En cuanto a su obra literaria, manifestó entonces: “Lo que hago, lo que digo, expresa el país en el que he nacido, el país en el que he vivido, las experiencias fundamentales que marcan a un ser humano, que son las de infancia y juventud, de tal manera que el Perú soy yo. Yo le puedo agradecer a mi país, el ser un escritor”.
Dice Varga Llosa que lo más importante que le sucedió en la vida fue haber aprendido a leer a los 5 años. Y de ahí en adelante no ha parado de informarse, crear y expresar su opinión. La vida es una aventura, según él, y los eventos que le ha tocado vivir, parecen confirmarlo. Cuando Felipe VI de Borbón, el rey de España, le otorgó el marquesado de Vargas Llosa en 2011 por su “extraordinaria contribución, apreciada universalmente, a la Literatura y a la Lengua española” el escritor exclamó jocosamente: “los cholos hemos llegado a la aristocracia española”, pero añadió que seguiría siendo “un plebeyo” en su país natal, porque el sistema republicano no reconoce títulos de nobleza.
En la actualidad Mario Vargas Llosa preside la Fundación Internacional para la libertad (FIL) una entidad que tiene como principales objetivos la promoción de la libertad, la democracia y el Estado de Derecho en Iberoamérica.
Gloria Chávez Vásquez es escritora, periodista y educadora radicada en Estados Unidos.
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Estelar, es decir, de excelente calidad, como todo lo que escribe Gloria.