Cultura/Educación

Manuel C. Díaz y la Feria del Libro de Miami

Por Manuel C. Díaz.

Hoy domingo, con motivo del comienzo de la Feria del Libro de Miami, El Nuevo Herald ha publicado una lista completa de los autores hispanos que estarán presentando sus obras, así como cinco reseñas de las mismas, entre ellas las tres que escribí para esta edición dominical: «París era una rumba», de Zoé Valdés, «Crónicas miamenses», de Luis de la Paz y «Cubensis», del escritor y crítico de cine, Alejandro Ríos. Aquí las comparto con ustedes. Saludos a todos como siempre.

París era una rumba
-De cómo una joven habanera se convirtió en parisina-

En París era una fiesta, su póstumamente publicada autobiografía, Ernest Hemingway escribió: “Si tienes la suerte de haber vivido en París cuando joven, luego París te acompañará vayas donde vayas todo el resto de tu vida”.
En París era una rumba, su más reciente libro, Zoé Valdés escribió: “Sí, aquí sigo, con vida, todavía en París, adonde llegué en 1983, a punto de cumplir los 23 años”.
Aparte de la similitud de sus títulos (un probable guiño literario de Zoé), así como la de sus edades al llegar a la capital francesa (Hemingway también estaba a punto de cumplir 23 años) y la de que ambos comenzaban sus carreras de escritores (Hemingway acababa de publicar su primer libro, In Our Time, un volumen de cuentos; y Zoé su primer poemario, Respuestas para vivir), sus circunstancias no hubiesen podido ser más diferentes.
Y es que mientras él se pasaba las mañanas boxeando en el gimnasio Cercle Américain del Boulevard Raspail, las tardes visitando la casa de Gertrude Stein en busca de consejos sobre literatura y las noches emborrachándose en el Dingo American Bar de Montparnasse con otros escritores expatriados, Zoé comenzaba una nueva vida, sin abandonar su carrera literaria y enfocada en defender los derechos humanos en Cuba y en luchar por la libertad de sus presos.
París era una rumba no es una autobiografía. Ya eso ella lo hizo, a su manera, en La intensa vida (Almuzara, 2022). Es, eso sí, un canto de amor a la ciudad que le enseñó “el verdadero sentido humano y artístico de la palabra libertad”. Es, también, la historia de una humilde joven habanera que se hizo parisina aprendiendo a navegar las numerosas y confusas líneas del metro, comprando baguettes en la panadería del Boulevard Morland, visitando el Louvre y logrando hablar francés (con sus “erres” arrastradas) y escribirlo (“mediante el hurto de las pronunciaciones”) en versos “que ni yo misma entendía”.
Y son justamente esos versos los que, intercalados con la anécdota contada, van dejándonos ver cómo Zoé fue convirtiéndose en parisina, a veces a través de la poesía, como cuando leyendo a Rimbaud, sentada frente al estanque del Jardín de Luxemburgo, escribió lo siguiente: “Yo debería confesar al igual que él, que no escribo con rencor, pero sí con un poco de nostalgia. Porque he pasado hambre y frío, y estoy herida. Muy hondo”.
El proceso de conversión de Zoé en parisina fue, como ella misma ha dicho, a través del arte: “He conocido París a través de sus librerías y de sus cines, de sus escritores, artistas y museos”. Pero también fue a través de la indagación de su nueva cotidianeidad, cuando “estudiaba a fondo cada minucia e intentaba integrarme en una cultura que no era ni remotamente parecida a la mía”. Es decir, viviendo día a día. O lo que es lo mismo: trabajando por salarios mínimos, posando para pintores en las tardes, cuidando niños por las noches, comprando ropa de segunda mano en las tiendas árabes del Boulevard Barbès, leyendo y escribiendo mucho, escuchando grabaciones de Ives Montand y Edith Piaf, comiendo millefeuilles sin que le importase que al morderlos “se le entalcase toda la cara de azúcar”, besándose en los parques y llorando por amor bajo los árboles de la Plaza de Fürstenberg.
París era una rumba es un libro excepcional. Nada que ver, en mi opinión, con lo que ha escrito anteriormente. Por sus páginas desfilan los personajes -vivos o muertos- que tanto influyeron en su formación: Emile Cioran, Arthur Rimbaud, Marcel Proust, George Whitman y Julio Cortázar. Los textos que lo conforman, cortos pero líricos y repletos de detalles, están escritos con increíble franqueza. Algunos son tremendamente esperanzadores; otros de una tristeza abrumadora. Todos aleccionadores.
En el último de ellos, Zoé escribe lo siguiente: “París infinita, como aquella Habana eterna de antes de 1959. París, la ciudad que fue una fiesta para Hemingway, y luego en mi juventud se me reveló en una rumba. Aquí, en donde aprendí a ser libre siendo cada vez más rebelde”.

(París era una rumba estará siendo presentada en la Feria del Libro el domingo 23 de noviembre a las 6:00 pm. Salón 8503, Edificio 8, Quinto Piso. 300 NE Segunda Avenida, Miami Florida, 33132.)

Crónicas miamenses
-Mucho más que un compendio de artículos periodísticos-

La manera más simple de clasificar la crónica, como género y sin tomar en cuenta sus contenidos y enfoques, es esta: una narración que relata eventos de manera cronológica y detallada. Sin embargo, como se dice, hay crónicas y crónicas. Por ejemplo, están las urbanas, que documentan la cotidianeidad de la vida en las grandes ciudades; las literarias, que gozan de una mayor libertad creativa; las históricas, que se escriben basándose en documentos y testimonios. Y, por último, las periodísticas, en las que los hechos son narrados utilizando técnicas literarias y que son, justamente, las que aparecen en Crónicas miamenses (Editorial El ateje, 2025), el más reciente libro de Luis de la Paz.
Muchas de las que lo componen, noventa en total, fueron publicadas en Diario Las Américas y El nuevo Herald, en el transcurso de los más de veinte años que Luis de la Paz escribió para ambos medios. La mayoría de ellas son extendidas notas sobre eventos culturales celebrados en la ciudad, como la Feria del Libro, el Festival de Cine, la Cuban Heritage Collection y las Zarzuelas de Pro-Arte Grateli, por solo mencionar algunas.
Otras son sobre escritores, pintores y músicos destacados que, de una manera u otra, dejaron su huella en la ciudad, como Reinaldo Arenas, Heberto Padilla, Reinaldo Bragado, René Ariza, Lidia Cabrera, Enrique Labrador Ruiz, Belkis Cuza Malé, Zenaida Manfugás, Luisa María Güell, Manuel Mijares y Ramón Alejandro.
Y las menos, escritas en la tradición del periodismo narrativo (dar una noticia y a la vez contar una historia), son sobre eventos que cambiaron la percepción de la comunidad con relación al tema de la inmigración, como en Crónica de un largo camino a la libertad, en la que se analiza el impacto de la llegada de más de cien mil cubanos en el llamado Éxodo del Mariel: “Por todos es conocido, y valga el recuento histórico, que la tiranía cubana cargó las embarcaciones con peligrosos delincuentes y enfermos mentales, además de agentes desestabilizadores e infiltrados con misiones precisas, la primera de ellas, desacreditar a los refugiados. Estos elementos negativos y provocadores motivaron que el generoso y emotivo recibimiento en Cayo Hueso de los primeros días del éxodo, de pronto se esfumara enviando las autoridades de inmigración a millares de los recién llegados, a campos de procesamiento en Arkansas, Pensilvania, y Wisconsin”.
O como en la titulada, Estados Unidos, diversidad cultural: los hispanos, que busca resaltar las complicaciones que surgen cuando distintas etnicidades conviven juntas: “Si esa problemática se analiza únicamente para los Estados Unidos, y se quiere enfocar en la presencia de los hispanos, entonces el escenario crece en variedad, porque a las costumbres propias de cada extranjero, hay que añadirle las del entorno donde ha decidido establecerse. La diversidad cultural hispana es tan amplia, que es muy difícil establecer un concepto que agrupe de una manera coherente y justa a los hispanos que residen en Estados Unidos”.
Crónicas miamenses es un libro cuya intención, como según explica el autor en su introducción, es “dejar atrapada una parte de la vida de Miami entre finales del siglo XX y los primeros años del XXI. Una imagen de cómo se vivía y cómo vivíamos, al menos los hispanos, en una región muy multicultural y étnica en la que muchos llegan a incorporarse al ritmo de una comunidad, y a aportar lo suyo al conjunto sorprendente de nacionalidades, a formar parte de lo miamense”.
Crónicas miamenses es mucho más que un abarcador compendio de artículos periodísticos bien escritos. Es evidente, por su fuerte contenido histórico, que Luis de la Paz consiguió lo que se propuso: dejar constancia de lo ocurrido en el ámbito cultural, social y político del exilio cubano durante los cuarenta y cinco años que ha vivido en Miami.

(Crónicas miamenses se estará presentando en la Feria del Libro el domingo 23 de noviembre a las 2:00 p.m. Salón 8503, Edificio 8, Quinto Piso. 300 NE Segunda Avenida, Miami, Florida.)

Cubensis
-Lúcidos y esenciales textos sobre la cultura cubana-

Hay columnas periodísticas escritas tan creativamente y con tantos recursos semánticos, que bien podrían ser consideradas como textos eminentemente literarios. Sin embargo, hay quienes todavía creen que pertenecen a un género menor y que cualquiera puede escribirlas. Es posible que estas personas no sepan que muchos grandes escritores comenzaron sus carreras escribiéndolas, como García Márquez en El Espectador y Vargas Llosa en El País.
Como quiera que sea, lo cierto es que estas columnas siguen siendo las más leídas en los periódicos. Y aún lo continúan siendo cuando sus autores deciden publicarlas en forma de libro. Como acaba de hacer el crítico de cine y periodista Alejandro Ríos en Cubensis (Editorial Casa Vacía, 2025), una selección de las que durante más de tres años escribió para el reconocido medio de comunicación digital, Cubanet.
En Cubensis (un término científico que identifica la fauna de la isla) hay más de ochenta artículos que tratan, en su mayoría, sobre el arte en general (cine, literatura, música, pintura) y en los cuales, de una manera u otra, siempre está presente Cuba. Por ejemplo, en los que se ocupan de cine, los realizadores que aparecen son los cubanos León Ichaso y Sergio Giral. Sobre el primero, Ríos escribe: “Sus películas El Super (1979), codirigida con Orlando Jimenez Leal, Azúcar amarga (1996) y Paraíso (2009), le garantizan un sitial exclusivo en la digna filmografía que ha debido afrontar no solo los obstáculos materiales consustanciales a la industria sino el ataque de la dictadura”. Y sobre el segundo, lo siguiente: “Cuando su película María Antonia se estrenó treinta y un años después de la llegada al poder de la dictadura que barrería la escoria republicana, era obvio que muy poco había cambiado. La película alcanza, de tal modo, una vigencia conmovedora”.
En los relacionados con la literatura, que son varios, hay uno sobre el poeta cubano Raúl Rivero en el que se destaca no solo su obra poética, sino también su papel como periodista independiente: “Sus versos conversacionales cifran una ambigüedad que los hace vigentes y leíbles. Los desenlaces imprevistos del amor, el apego a su madre y a la familia lo colocan en un sitio privilegiado para referir, en objetivas, casi hirientes viñetas, la Cuba de a pie, nunca fácil, siempre compleja y sacrificada”.
Es imposible, por su extensión, resaltar todos los artículos. Pero hay uno con el cual, por la cercanía emocional y afectiva que encierra, me gustaría concluir. Se titula, Arturo Cuenca: duende maldito: “Pintor, fotógrafo y cultivador del performance art, Arturo Cuenca dejó de existir, físicamente, en el exilio de Miami. En Cuba vivía frente al parque donde hoy se sienta la escultura de John Lennon, a unos pasos del apartamento de mis suegros en el Vedado. Me volví a encontrar con Cuenca en los Estados Unidos. Cuenca no envejecía, los años se habían como detenido sobre aquel rostro de niño astuto. Con su melena negrísima, siempre revuelta, y grandes espejuelos de pasta, antes de estar a la moda, era difícil imaginar que detrás de aquel comportamiento eminentemente criollo, bailador, lleno de gozo, se amparaba un iconoclasta artístico, cuya obra, hoy por hoy figura en algunas de las colecciones más importantes del mundo”.
Cubensis es un libro escrito con una prosa culta y erudita cuando tiene que serlo y directa y sin eufemismos cuando es necesario y que recoge, en un solo volumen, valiosos trabajos periodísticos sobre la cultura cubana que, de otra manera, quedarían dispersos y se perderían para siempre. Por suerte, no será así. Aquí están, para ser releídos o leídos por primera vez, estos lúcidos y esenciales artículos que siguen estando, a pesar del tiempo transcurrido, vigentes como el primer día.

(Cubensis estará siendo presentada en la Feria del Libro el domingo 23 de noviembre a las 2:00 pm. Salón 8503, Edificio 8, Quinto Piso. 300 NE Segunda Avenida, Miami Florida, 33132.)
siempre.

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