Por Zoé Valdés/El Debate.
El conflicto palestino-israelí ha sido objeto de un sinfín de reflexiones, análisis y controversias a lo largo de la historia moderna. Uno de los pensadores que más se ha dedicado al estudio de este fenómeno es Georges Bensoussan, historiador y ensayista francés reconocido por su trabajo sobre el antisemitismo, la memoria y las sociedades del Magreb y Medio Oriente. A través de sus obras y conferencias, Bensoussan ha abordado la cuestión de la «ignorancia» que, según su punto de vista, atraviesa de manera transversal la opinión internacional. Intentaré reflexionar sobre la distancia emocional y política y su perspectiva sobre la ignorancia que permea el conflicto, sus causas, consecuencias y cómo se manifiesta en los distintos actores implicados.
La ignorancia en el conflicto palestino-israelí puede entenderse como una suerte de vacío emocional, intelectual y político que se instala ante la imposibilidad de encontrar una solución definitiva o ante la costumbre al estado de violencia. Según apunta el autor, tanto en Israel como en los territorios palestinos existe una fatiga colectiva, producto de décadas de enfrentamientos, negociaciones fallidas y frustraciones históricas.
Bensoussan identifica la ignorancia en varios niveles: indiferencia social, se manifiesta en la vida cotidiana, se percibe el conflicto como parte del paisaje, una realidad inamovible que solo puede ser sobrellevada. Ignorancia política, se refleja en la clase dirigente, a veces más preocupada por intereses internos que por avanzar hacia una solución duradera, bajo la presión de una opinión pública cansada y dividida. Ignorancia internacional: muchos países y organismos internacionales han normalizado el conflicto, limitándose a pronunciamientos diplomáticos. Permitir un Estado palestino es imposible si la autoridad palestina no lo acepta, lo que se ha probado ampliamente.
Para analizar el fenómeno, habría que remontarse a la historia reciente del Medio Oriente. El conflicto palestino-israelí ha vivido ciclos de esperanza y desencanto, como las negociaciones de Oslo en los años 90, que despertaron grandes expectativas, o las sucesivas intifadas y operaciones militares, que consolidaron el desencanto. Entre los factores que contribuyen a esta ignorancia, Bensoussan destaca: La normalización de la violencia y el miedo, siempre en detrimento de Israel. La instrumentalización política del conflicto, sobre todo por los líderes palestinos, que en ocasiones utilizan la causa nacional para desviar la atención de problemas internos. La fragmentación social, religiosa y política en ambos lados, que debilita la capacidad de movilización. Esa fatiga implica a mi juicio una fatal rendición.
Bensoussan observa que, en Israel, a pesar de la constante amenaza de ataques y la presencia de un conflicto no resuelto, una parte de la sociedad ha aprendido a seguir adelante con sus vidas, buscando espacios de normalidad y desconexión. La economía, la innovación tecnológica y la vida urbana continúan desarrollándose, mientras que la situación en Gaza o Cisjordania se percibe muy distinta. El pogromo del 7 de Octubre pudiera caer en el olvido, a mi modo de ver, bajo esta amalgama del cansancio. Subraya Bensoussan que la manipulación estaría por mucho, como aquella intervención espantosa del escritor de izquierdas José Saramago donde comparó a Israel con la Alemania nazi. Por otro parte, nunca hubo en la historia un Palestina independiente…
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